Preocupa en Gran Breta?a el futuro del pacto social
El Gobierno laborista va a vivir un continuo suspense a lo largo de estos pr¨®ximos meses, porque no va a saber hasta abril, como m¨ªnimo, si los sindicatos aprueban o no la tercera fase del pacto social. Ayer el comit¨¦ econ¨®mico de las Trade Uni¨®ns fracas¨® en su intento, de fijar una oposici¨®n respecto de este tema, del que depende la supervivencia de la Administraci¨®n actual.
Los sindicatos esperan que los distintos sectores laborales que los componen se definan para poder emitir un criterio com¨²n con el que enfrentarse a las pretensiones de la administraci¨®n. A pesar de que en un principio se pens¨® que una de las principales facetas del contrato, la que contempla las restricciones salariales, iba a ser abandonada por el Gobierno este a?o, las circunstancias econ¨®micas que padece el Reino Unido aconsejan la renovaci¨®n de tal acuerdo, contra el que se pronuncian la mayor parte de las entidades sindicales.El Gobierno necesita conocer cu¨¢l es la postura de las Trade Unions en relaci¨®n con este tema porque ser¨¢ esa la base sobre la que se elaborar¨¢ el presupuest¨® que ha de presentarse ante el Parlamento a principios de abril.
En realidad, el contrato social, firmado antes de las elecciones de 1974, que ha sido vital para mantener un clima de armon¨ªa laboral en Gran Breta?a -uno de los pa¨ªses occidentales con menor ¨ªndice de huelgas-, ha beneficiado mucho a la Administraci¨®n actual, y tambi¨¦n a los empresarios brit¨¢nicos, que en muy dif¨ªciles condiciones competitivas han sido capaces de mantener un nivel de producci¨®n bastante aceptable.
A cambio, el Gobierno no ha ofrecido a los sindicatos las venta as de las que hablaron laboristas y tradeunionistas a la hora de firmar el acuerdo ni tampoco ha exigido a los empresario los sacrificios a que seg¨²n los gremialistas hubieran sido necesarios para mantener los precios y los salarios en un mismo nivel de restricci¨®n.
Esa situaci¨®n ha obligado a los sindicatos a pronunciarse por una nueva estrategia de negociaci¨®n colectiva cuya puesta en pr¨¢ctica aumentar¨ªa a¨²n m¨¢s el ¨ªndice de la inflaci¨®n y, de acuerdo con el premier James Callaghan, el n¨²mero de desempleados.
La negociaci¨®n del contrato social se inicia en un momento muy dif¨ªcil para el Partido Laborista, cuyo ¨²ltimo l¨ªder, Harold Wilson, est¨¢ siendo v¨ªctima estos d¨ªas de las revelaciones de su ex secretario de prensa, quien explica que el ex primer ministro mandaba mucho menos en el pa¨ªs que su propia secretaria personal, lady Falkbender. La autoridad del partido, que todav¨ªa no ha reaccionado ante estas acusaciones, sale tambi¨¦n malparada del recuento de los hechos que hace el ex ayudante de Wilson. Este affaire acapara hoy la atenci¨®n del pa¨ªs y del laborismo y no le permite a este afrontar cabalmente los problemas del pacto.
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