La recuperaci¨®n de nuestro pasado truncado
El final de un per¨ªodo hist¨®rico viene necesariamente acompariado del an¨¢lisis de los supuestoss doctrinales en que se bas¨® y de los hechos concretos que mejor puedan ilustrar su desarrollo. Esta revisi¨®n cr¨ªtica suele ir acompa?ada de la salida a la luz de otras alternativas silenciadas a lo largo de dicho per¨ªodo. Aplicado esto al campo de la producci¨®n teatral, el libro que comentamos nos introduce en el hasta ahora proscrito teatro del per¨ªodo 1931-1939, De su existencia hab¨ªamos comenzado a saber hacia 1960 con la recuperaci¨®n de Alejandro Casona, un autor que decepcion¨® profundamente a quienes clamaban por su presencia en maestros escenarios; al fin y al cabo, lo que Casona nos descubri¨® fue un teatro burgu¨¦s y convencional, aunque de una calidad literaria superior a la de sus colegas del interior del pa¨ªs. Pero lo importante: de los estrenos de Casona fue comprobar, que los republicanos y exiliados, convenientemente seleccionados y manipulados pod¨ªan servir de cobertura a una aparente liberalizaci¨®n de nuestra cultura. Y as¨ª comenzamos a saber de Valle- Incl¨¢n, de Garc¨ªa Lorca, de Miguel Hern¨¢ndez y de Rafael Alberti. Pero no nos enga?emos: el teatro que hasta ahora hemos recobrado es s¨®lo una parte del teatro silenciado: es el teatro que la conjunci¨®n de una Administraci¨®n reformista y una estructura empresarial de car¨¢cter burgu¨¦s capitalista espera rentabilizar. Ni las Divinas palabras que el t¨¢ndem eg¨®latra y sofisticado, Nuria Espert-Victor Garc¨ªa, representan en el Monumental; ni la abstraizante puesta en escena, intemporal Y desencarnada de Jos¨¦ Luis Alonso y Mar¨ªa Casares nos acaban de ofrecer de El adefesio; ni tampoco la limitada propuesta de Jos¨¦ Tamayo sobre Los cuernos de Don Friolera; ni siquiera el inteligente auncue discutible trabajo de A. Facio en Bernarda Alba, son todo el teatro proscrito. Estas y otras obras que vendr¨¢n despu¨¦s, no son sino las piezas de recambio que para su justificaci¨®n y su subsistencia necesitan como alternativa la Administraci¨®n y los empresarios, cuando va ni los Paso, ni los Pem¨¢n, ni los Laca de Tena, dicen nada.Frente a la utilizaci¨®n mercantilista del teatro republicano, las obras que se incluyen en este tomo (y ne) conviene olvidar que en esta colecci¨®n han aparecido ya textos de Max Aub) se sit¨²an dentro de una l¨ªnea bien precisa de teatro, llamado por unos de urgencia, y de guerrilla, por otros, y que no es sino en palabras de Miguel Hern¨¢ndez- ?una de las maneras de luchar? del artista en ¨¦poca de crisis. Dentro de esta uniformidad de prop¨®sitos, var¨ªan los enfoques y la signif¨ªcaci¨®n de las obras seleccionadas: El refugiado, de Miguel Hern¨¢ndez y Amanecer, de Germ¨¢n Bleiberg son apuntes testimoniales e idealizados del dolor del pueblo, perdedor en todas las guerras, escritos desde la rabia de quienes viv¨ªan en esos momentos desde el frente la desolaci¨®n de los pueblos en contienda. Huelga en el puerto, de Mar¨ªa Teresa Le¨®n, es un canto a la acci¨®n solidaria de los trabajadores, en el que el inevitable esquematismo de las situaciones queda compensado con la propuesta participativa y exaltadora. El espantap¨¢jaros, de Alberti y Nuevo retablo de las maravillas, de Rafael Dieste, nos introducen en un mundo de burlas y parodias; en el texto de Dieste, la idea cervantina renace para que el pueblo se divierta a costa de las poderosas clases altas objeto de los enga?os de ingeniosos titiriteros.
AIberti, Bleinberg, Dieste, Miguel Hern¨¢ndez y M?
Teresa Le¨®n: Teatro de agitaci¨®n pol¨ªtica (1933-1939). Madrid. Cuadernos para el di¨¢logo. 1976.
Dejo para el final Sombra de h¨¦roes, de Bleiberg, la m¨¢s rigurosa y transcendente de todas: el recuerdo de un hecho hist¨®rico, el bombardeo de Guernica por los alemanes, es el tel¨®n de fondo para una emocionada exaltaci¨®n del pueblo vasco, a la vez que una definitiva condena de quienes utilizaron nuestra guerra como campo de experiencias b¨¦licas. La calidad po¨¦tica de Bleiberg se manifiesta en una prosa, a veces, vibrante, a veces, desgarrada y siempre directa. Las canciones expresadas a trav¨¦s de ?la voz del pueblo ? ponen un acento ¨¦pico a esta tragedia vasca. El ¨¦xito de esta obra, representada en Madrid en plena guerra y el premio nacional de Literatura que consigui¨® en 1938 (conjuntamente con Miguel Hern¨¢nd¨¦z) preludiaban un novedoso y original dramaturgo, irremediablemente perdido en los a?os de c¨¢rceles y de exilio interior.
Paralelo al inter¨¦s de los textos, el pr¨®logo, documentado y esclarecedor de Miguel Bilbat¨²a ayuda a comprender la dif¨ªcil aventura que fue la recuperaci¨®n de un teatro del pueblo ypara el pueblo, durante el per¨ªodo republicano. A falta de un an¨¢lisis de las obras seleccionadas, constituye una precisa introducci¨®n de sociolog¨ªa literaria sobre las distintas v¨ªas de sustituci¨®n de un teatro de la burgues¨ªa por otro que recogiera las aspiraciones de las nuevas fuerzas sociales en ascenso. El fracaso de la Rep¨²blica supuso el final de estos intentos, a¨²n sin cuajar,y su silenciamiento durante cuarenta a?os de tenaz censura. Con este libro retomamos parte de su historia, conectamos con algunas de nuestras perdidas ?se?as de identidad ?. Bien venido sea y que le sigan otros m¨¢s.
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