Los aficionados quipuzcoanos echan de menos la Semana Grande

La afici¨®n bilba¨ªna es ejemplar en esa afici¨®n, dec¨ªamos (v¨¦ase EL PAIS del pasado d¨ªa 11); entusiasta de la fiesta, en su mayor parte acude a las ferias de abolengo m¨¢s o menos pr¨®ximas. Pero, lo mismo ocurre con los aficionados alaveses y guipuzcoanos. La pena es para estos ¨²ltimos, que no tienen plaza.

En 1973 se celebr¨® la ¨²ltima Semana Grande de, San Sebasti¨¢n. La plaza fue derribada y sus terrenos vendidos en quinientos millones de pesetas. El principal accionista de la sociedad propietaria del coso era la empresa de Madrid. Dicen los guipuzcoanos que el Ayuntamiento debi¨® exigir entonces que la plaza fuera sustituida por otra nueva, como condici¨®n indispensable para autorizar su derribo. No se hizo as¨ª, y ahora no parece haber qui¨¦n quiera arriesgarse a hacer una inversi¨®n tan fuerte como supondr¨ªa levantar otra. Los Choperas grandes, m¨¢s concretamente Jes¨²s Mart¨ªnez Flamarique, quisieran afrontar esta empresa, pero la impresi¨®n es, entre aficionados guipuzcoanos, que no podr¨¢n. Y lo lamentan, naturalmente, pues San Sebasti¨¢n y Guip¨²zcoa toda echan de menos la Semana Grande.De esta manera el montaje de corridas de toros queda muy reducido en la provincia. Hubo una en Azpeitia, organizada.por Silvestre Otamendi, con gran ¨¦xito de taquilla, y el proyecto que tiene este aficionado y empresario, alcalde dimisionario de la ciudad, es dar en 1977 una novillada con reses de Isa¨ªas y Tulio V¨¢zquez y una corrida de toros en la que intervendr¨¢n Paco Camino y Manzanares.

Precisamente en la corrida de Azpeitia ha toreado en la pasada temporada el ¨²nico diestro que se tiene por guipuzcoano, Irineo Raz El Charro, si bien es de Salamanca, como muy bien indica su apodo. Este espada sum¨® en la temporada 1976 tres actuaciones, una de ellas la de su alternativa.

El ¨²ltimo torero, dir¨ªamos notable, de Guip¨²zcoa, fue Jos¨¦ Mari Recondo, hoy hombre de negocios, apoderado y empresario. Y pocos m¨¢s. Naturalmente de ¨¦pocas anteriores y de esta categor¨ªa se recuerdan el famoso Mazzantini y Pedrucho. de Elbar, como Mart¨ªn Aguero, Mart¨ªn Bilbao y Segundo Arana en Vilzcaya, y el novillero Uribe en Alava, entre otros.

Tambi¨¦n 1 a empresa de Madrid lleva el coso de Fuenterrab¨ªa (ge rente, Francisco Salegui), y en 1976 se inutaron dos festejos mayores, con pobres resultados econ¨®micos a pesar de que en los carteles hab¨ªa primeras figuras. Eibar dio algunas novilladas sin caballos, y Deva y Cestona, sin ellos.Hay all¨ª poca afici¨®n, al contrario de la ya men cionada Azpeitia, donde al p¨²blico le gusta extraordinariamente el es pect¨¢culo, en todas sus modalida des. Es tradicional el toro ensogado, que se corre por las calles los d¨ªas 20, 21 y 22 de febrero, y este a?o tambi¨¦n, por supuesto. La plaza de Vitoria fue durante d¨¦cadas feudo de los Chopera, pero en la subasta de 1976, la empresa Valencia (hermanos Victoriano y Jos¨¦ Roger) se la arrebat¨®, sencillamente porque su oferta econ¨®mica fue mejor. El disgusto de los Chopera debi¨® ser may¨²sculo, y se habla entre tauri nos que reaccionaron vetando a la nueva empresa y no dejaron que se contrataran para la feria de la Blanca los toreros que apoderan.

Los Valencia montaron para esta feria una novillada y cinco corridas de toros, con buenos carteles. Y hubieran tenido un f¨¢cil ¨¦xito econ¨®mico, de no ser por los tristes sucesos de Vitoria que enlutaron la poblaci¨®n y decidieron a los pe?istas no participar en la feria ni organizar, como ven¨ªan haciendo todos los a?os, la becerrada en la que se divierten y con la que obtienen fondos para comprar el abono y contar con un por qu¨¦ para las fiestas. El contrato de arriendo lo tienen los Valencia para dos a?os m¨¢s y hay que pensar que disfrutar¨¢n de mejor suerte.