Cinco ceramistas
Si la b¨²squeda, entre otras motivaciones, de libertad expresiva indujo a no pocos creadores de nuestro tiempo a plasmar las formas propiamente art¨ªsticas en materias o mediante procedimientos impropios, tradicionalmente, del arte, un empe?o af¨ªn, aunque de signo contrario, empuja a nuestros cinco ceramistas a convertir el barro cocido, y el proceso mismo de cocci¨®n, en formas manifestativas que poco o nada tienen que ver con los usos y destinos de la cer¨¢mica tradicional.Nacida primordialmente de la utilidad, la cer¨¢mica se ha venido acomodando a las formas que de ella le llegaron dictadas en su origen. Aun desprovistos de vigencia o convertidos en adorno, han sido los viejos usos los que han conferido la forma o remembranza de utensilios a cuantos objetos hayan alumbrado los m¨¢s de los nuevos ceramistas. Y ha sido en ello, s¨®lo en ello, donde se ha dado caprichos,amente en fijar la frontera entre los oficios del ceramista y las artes, por ejemplo, del escultor.
5 Ceramistas
(Elena Colmeiro, Magda Marti-Coll, Enrique Mestre, Miquel Navarro, Vigreyos)Galer¨ªa Ponce, plaza Mayor, 23
Resulta parad¨®jico se?alar que las tres formas o posibilidades que Heidegger asigna a la escultura sean esencialmente propias de la
cer¨¢mica de todo tiempo. ?El espacio ocupado por la forma escult¨®rica -escribe el fil¨®sofo recientemente desaparecido- recibe su se?al como volumen cerrado, como calado por una incisi¨®n, y como volumen plenamente abierto ?. ?Y no es en la cer¨¢mica donde estas tres posibilidades revisten forma, dir¨ªamos, de necesidad?
Las manifestaciones m¨¢s primitivas de la cer¨¢mica se ajustan, en efecto, a las exigencias exclusivas de esta triple posibilidad: el ladrillo encarna, con una tradici¨®n secular en sus cimientos, la forma arquet¨ªpica del volumen cerrado; en el plato, de tradici¨®n igualmente milenaria, se nos ofrece el ejemplo extremado de volumen vac¨ªo, viniendo el ¨¢nfora, en su vasta gama formal, a ejemplificar lo que Heidegger llama espacio calado por la incisi¨®n.
?Estos tres espacios -se pregunta el fil¨®sofo- en la unidad de su relaci¨®n rec¨ªproca, ?son solamente reto?os de un ¨²nico espacio f¨ªsico-t¨¦cnico, pese a que la medida aritm¨¦tica no pueda decidir por s¨ª misma la presencia, el advenimiento de la forma?? No, no lo son, y, de serlo -vienen a responder, cada cual a su modo, nuestros cinco ceramistas-, no es la medida aritm¨¦tica la que decide su peculiar constituci¨®n art¨ªstica, encarnada en la obra.
Al margen de un canon aritm¨¦tico propiamente diferenciador, Enrique Mestre configura el volumen cerrado merced a unas leyes exclusivas del arte que condicionan espec¨ªficamente forma y color de sus enigm¨¢ticos ladrillos, y Vigreyos cierra, igualmente, hacia fondos significados sus figuras tot¨¦micas. Elena Colmeiro describe, por el contrario, el volumen vac¨ªo como una ola de incesante crecimiento, y Magda Mart¨ª-Coll modula, corte por corte, el volumen calado por la incisi¨®n, en tanto Miquel Navarro atiende a otras orientaciones que en verdad exceden el campo de la cer¨¢mica.
Si movimientos de vanguardia, artistas singulares y pr¨¢cticas espec¨ªficas de nuestro tiempo han hecho efectivo el prop¨®sito de imprimir formas propias del arte en materiales o a trav¨¦s de procesos tradicionalmente impropios de ¨¦l, nuestros cinco ceramistas siguen, guiados por un prop¨®sito af¨ªn, una senda antag¨®nica: traducir en formas nuevas, puramente art¨ªsticas, materia y procedimiento de, un viejo oficio que la tradici¨®n juzg¨® meramente artesanal y utilitario.
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