"No puede haber autonom¨ªa universitaria por decreto"
FRANCISCO ALBURQUERQUE ?La autonom¨ªa ha de ser la pieza fundamental en la construcci¨®n de una aut¨¦ntica alternativa universitaria. Entiendo que la autonom¨ªa debe abarcar los siguientes campos: 1) Autonom¨ªa para la selecci¨®n del profesorado y contrataci¨®n laboral del mismo, basada en criterios de efectiva capacitaci¨®n docente e investigadora. Este profesorado debe estar b¨¢sicamente dedicado a la universidad, para que ello permita potenciar equipos de trabajo e investigaci¨®n.2), Autonom¨ªa para la elaboraci¨®n de los planes de estudio y proyectos de investigaci¨®n, que deben tener en cuenta las aut¨¦nticas necesidades de las diversas realidades sociales y nacionales de los pueblos del Estado espa?ol. Y autonom¨ªa, tambi¨¦n, para la realizaci¨®n de las formas de ense?anza no autoritarias, que potencien, en este trabajo te¨®rico universitario, la capacidad de la cr¨ªtica y el desarrollo del ¨²nico criterio cient¨ªfico, que es la duda; porque en esto creo que consiste el aprendizaje de la libertad: en el derecho a dudar de la necesidad de lo necesario. 3) Autonom¨ªa para la libre distribuci¨®n de los fondos presupuestarios asignados a la universidad. Esta distribuci¨®n deber¨ªa realizarse con la participaci¨®n democr¨¢tica e igualitaria de cuantos componen la universidad: profesores, trabajadores no docentes y estudiantes, quienes decidir¨¢n colectivamente el destino de los fondos asignados. Entendemos que el servicio p¨²blico de la ense?anza, en todos sus grados, debe ser gratuito. Ello est¨¢ en ¨ªntima relaci¨®n con la reforma fiscal progresiva que se precisa en esta sociedad.
Profesor no numerario de la facultad de Ciencias Econ¨®micas de la Universidad Complutense
Orquesta Nacional. Director Rafael Fr¨¹beck de Burgos. M. Rostropovitch, cello. Teatro Real, d¨ªa 1 marzo.
Catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad de Granada
Monte ?vila, Caracas, 1976; 155 p¨¢ginas.
Rector de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona
Barcelona.
4) Autonom¨ªa para la elaboraci¨®n democr¨¢tica de los necesarios estatutos universitarios, que permitan este funcionamiento autogestionario. Es necesario que esto suponga la participaci¨®n de todos los trabajadores de la ense?anza y la investigaci¨®n en la gesti¨®n y funcionamiento democr¨¢tico de los centros.
Con respecto qui¨¦nes pueden bloquear la autonom¨ªa universitaria, es evidente que las mismas fuerzas qu¨¦ durante a?os han mantenido en pie la universidad burocr¨¢tica, autoritaria y funcionarial del pasado -la universidad franquista, en una palabra- y concretamente los cuerpos de funcionarios numerarios que la han sustentado. Estas fuerzas son las que se siguen oponiendo hoy a nuestras reivindicaciones por una ense?anza e investigadi¨®n cient¨ªficas aut¨®nomas, libres y cr¨ªticas, que se inserten en las necesidades verdaderas de las diversas realidades sociales y nacionales de los pueblo del Estado espa?ol.
Es evidente que, para el actual Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia no parecen haber llegado los necesarios aires de la reforma, pues tal y como viene mostrando p¨²blicamente, sigue empe?ado en reproducir una universidad que en estos momentos es ya claramente inviable. ?
NICOLAS MARIA LOPEZ CALERO
?Entiendo la autonom¨ªa como la democratizaci¨®n de las estructuras universitarias, tanto en su funcionamiento interno como en sus relaciones con los poderes estatales. La autonom¨ªa no puede existir sin la participaci¨®n de todos los esta mentos universitarios en la determinaci¨®n de los fines y la gesti¨®n de los medios de la universidad. Por todo lo anterior, pienso que no puede haber autonom¨ªa por decreto. No tendr¨ªa que haber decreto, sino convocatoria de un congreso constituyente de la universidad que superara la pol¨ªtica autoritaria centralista y de parches que se ha realizado y se realiza. Este congreso constituyente, en el que deber¨ªan participar numerarios, no numerarios y personal no docente, establecer¨ªa las bases de una universidad nueva y dejar¨ªa libertad a cada distrito y a cada estamento en concreto para que determinara m¨¢s particularmente sus estructuras, objetivos y medios. Sin un congreso constituyente de este tipo no habr¨¢ ni autonom¨ªa ni universidad. Sobre c¨®mo llevar a cabo la autonom¨ªa en los planos econ¨®mico, de selecci¨®n del profesorado, de elaboraci¨®n de estatutos, etc¨¦tera, deber¨ªan pronunciarse todos los estamentos en el encuentro constituyente al que he aludido y en los claustros democr¨¢ticos de cada universidad. Personalmente, salvando los Intereses prioritarios de toda la sociedad espa?ola, pienso que deber¨ªa exigirse una libertad para los distintos pueblos, regionalidades y estamentos, siempre que se eviten los desequilibrios actualmente existentes.Con respecto a qui¨¦nes deben participar en la gesti¨®n de la universidad, creo que todos los estamentos -numerarios, no numerar¨ªos y no docentes-, si bien en cada ¨¢rea o sector de trabajo los esquemas de funcionamiento tendr¨ªan que ser distintos.
En cuanto a c¨®mo controlar a los catedr¨¢ticos en un sistema de autonom¨ªa, tal control debe ser igual al aplicado para cualquier otro estamento. Catedr¨¢tico no debe ser sin¨®nimo de status de privilegio y poderes excepcionales, sino un simple reconocimiento de un nayor saber y una mayor experiencia docente e investigadora, objetiva y continuamente contrastada. ?
JOSEP LAPORTE
?A la universidad le conviene, a mi entender, un sistema que asegure su funcionamiento aut¨®nomo y que implique al mismo tiempo una intervenci¨®n de la sociedad, tanto en la fijaci¨®n de sus grandes directrices como en el ejercicio de un control efectivo sobre sus actividades. Por ser la universidad un servicio p¨²blico, es obvio que un Gobierno democr¨¢ticamente elegido deber¨ªa ejercer esta tarea centralizadora. Ahora bien, para que la universidad sea realmente aut¨®noma es preciso que disponga de una dotaci¨®n econ¨®mica que permita la realizaci¨®n de los objetivos que la sociedad le se?ale. Al mismo tiempo, la universidad debe tener la capacidad de distribuir los fondos p¨²blicos puestos a su disposici¨®n de la manera que crea m¨¢s racional. Es obvio que sin esta autonom¨ªa financiera no pueden darse los restantes condicionantes propios de la imprescindible autonom¨ªa universitaria: fijaci¨®n y establecimiento de planes docentes y de investigaci¨®n, determinaci¨®n del acceso de los alumnos y, punto de vital importancia, selecci¨®n, adscripci¨®n y eventual promoci¨®n de su profesorado.
Por otra parte, es preciso que cada universidad pueda establecer democr¨¢ticamente el estatuto del profesorado que regule todas las cuestiones relativas a ¨¦ste, hasta ahora, conflictivo tema. El estatuto deber¨ªa contemplar la racionalizaci¨®n de los procedimientos de selecci¨®n, adscripci¨®n y promoci¨®n del profesorado, la simplificaci¨®n de las categor¨ªas docentes, la desaparici¨®n de las interinidades y de las absurdas diferencias de atribuciones y retribuciones entre profesores con an¨¢loga capacidad y con tareas equiparables, y el riguroso control no s¨®lo de la capacidad, sino tambi¨¦n de la dedicaci¨®n de todos los docentes e investigadores.
Con respecto a los obst¨¢culos para llevar esto a cabo, no creo que nadie, con esp¨ªritu realmente universitario, pueda oponerse ni al establecimiento de la autonom¨ªa universitaria -que, ciertamente, -implica un mayor grado de responsabilidad-, ni a la racionalizaci¨®n de los principios por los que se rige el funcionamiento de nuestra vetusta instituci¨®n. Creo, por otra parte, que este es el momento adecuado para iniciar un gran debate sobre cu¨¢les han de ser las futuras directrices de la universidad, una vez el pa¨ªs sea realmente democr¨¢tico. Y me parece obvio que en este debate deben participar, al lado de los universitarios, todos aquellos sectores de la sociedad que se sientan interesados por el tema.?
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