El Gobierno italiano, entre dos fuegos
Comunistas y sindicalistas han condenado al un¨ªsono el extremismo del nuevo movimiento estudiantil. Los sindicatos unitarios de la regi¨®n romana se manifestaron ayer en Bolonia contra ?la violencia, la provocaci¨®n armada y el gamberrismo?, permitiendo un paro de cuatro horas para que los obreros pudieran participar de la concentraci¨®n. En Roma, los mismos sindicatos han llegado a un compromiso con el ministro del Interior en el sentido de respetar la prohibici¨®n del Gobierno de no hacer manifestaciones p¨²blicas. Para preparar la huelga de cuatro horas del viernes pr¨®ximo, en defensa de las regiones del Sur y de la industria, se iba a celebrar un gran comicio.
Los sindicatos reconocen formalmente en un documento unitario que, desde hace quince a?os, no crece el empleo en la industria y disminuyen los puestos en la agricultura. Se?alan adem¨¢s que el -subempleo y el trabajo negro constituyen una plaga y que la escuela y la Universidad se han desarrollado bajo el signo del ?paternalismo y la ineficacia?, sin la gesti¨®n democr¨¢tica que se promet¨ªa. La pol¨ªtica sindical aspira al empleo real y no a la asistencia social. Pero plantea a los estudiantes que rechacen clara y netamente la violencia.Esta misma condici¨®n ha puesto pr¨¢cticamente ayer el l¨ªder del Partido Comunista Italiano, Enrico Berlinguer, al clausurar la reuni¨®n del comit¨¦ central, dedicada al problema de los j¨®venes y su marginaci¨®n en la sociedad industrial avanzada.
En el partido, sin embargo, el grave problema ha tra¨ªdo necesariamente consecuencias pol¨ªticas. Amendola, el campe¨®n de la lucha contra la inflaci¨®n acusa a los sindicatos de haber hecho una pol¨ªtica corporativa, ocup¨¢ndose m¨¢s de mejorar las condiciones del que tiene un trabajo que de procurarlo al que est¨¢ en paro. Am¨¦ndola se opone a abir una crisis de Gobierno, porque favorecer¨ªa los planes de la derecha italiana, que la inspira bajo cuerda. Seg¨²n Am¨¦ndola, el extremismo de los j¨®venes tiene en com¨²n con el fascismo la procedencia de una misma base social peque?o-burguesa. Contra esta postura intervino el antiguo socialista Libertini y el delegado de la Juventud Comunista, Alema, partidarios de aclarar cuanto antes el apoyo dado al Gobierno Andreotti si no se quiere crear una peligrosa fractura en el Partido Comunista entre dirigentes y militantes. Chiaramonte, brazo derecho de Berlinguer, y el mismo Pajetta, a quien no le gustan las analog¨ªas hist¨®ricas de Am¨¦ndola con el fascismo, prefieren no modificar por propia iniciativa comunista el aciual cuadro pol¨ªtico. El PCI reconoce que es necesario cambiar de Gobierno, pero echa las culpas de la actual crisis a la Democracia Cristiana.Entre las reiteradas promesas de grandes reformas sociales, seg¨²n el nuevo modelo de sociedad austera que el Partido Comunista est¨¢ preparando, y una Democracia Cristiana que le exige mayor firmeza, el Gobierno Andreotti respira a duras penas.
Enfrentamiento de la DC con los comunistas
Andreotti se encuentra entre esos dos fuegos. Por una parte, su partido, aproVechando la divisi¨®n existente en la izquierda y las crecientes protestas de la clase media, quiere exigir mayor responsabilidad en el problema de orden p¨²blico a los comunistas. Con ello, obliga a Andreotti a no hacer acrobacias y a abordar el problema del orden p¨²blico de cara y con coraje. Sobre este enfrentamiento entre democristianos y comunistas, que ha aumentado a ra¨ªz de? esc¨¢ndalo Lockheed, tendr¨¢n que pronunciarse ma?ana y pasado los socialistas en une reuni¨®n del comit¨¦ central de su partido.El Parlamento discute entretanto la f¨®rmula para dar trabajo al 1.200.000 j¨®venes menores de treinta a?os, que est¨¢n sin trabajo. Los comunistas han presentado tres proyectos: insistir en la formaci¨®n profesional, concesi¨®n de facilidades fiscales a artesanos y empresas con menos de cien empleados e, invertir 500.000 millones de liras (38.650 millones de pesetas), dando cerca de 8.000 pesetas al mes a j¨®venes que acepten emplearse en obras de utilidad social anivel regional.
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