M¨²sica en el bachillerato: debe rectificarse el decreto
El Decreto es el de 28 de febrero del presente a?o, que regula las ense?anzas de la m¨²sica en el bachillerato. Contra ¨¦l se han manifestado los estudiantes del Conservatorio en dos formas: con encierros y arrojando en los conciertos del Real octavillas, a la vez que gritaban a coro: ?Abajo el decreto, abajo el decreto! El p¨²blico acogi¨® la protesta de modo positivo, pues no hay quien se interese por la m¨²sica que no se sume a actitudes tan justas, incitadas por disposiciones que han provocado la irritaci¨®n e incluso, la condenaci¨®n expresa de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.Se trata, en suma, de que las ense?anzas de m¨²sica pueden ser impartidas por profesores no m¨²sicos, a la vez que se sit¨²a la asignatura a niveles inferiores a las tan c¨¦lebres mar¨ªas. Torpe pol¨ªtica musical -si de tal concepto puede hablarse- que, adem¨¢s, contribuir¨¢ a la extensi¨®n del paro en un sector atacado de semejante mal como ya comentamos en estas p¨¢ginas con ocasi¨®n de la utilizaci¨®n abusiva de m¨²sica grabada en salas de fiesta y espect¨¢culos musicales.
Tama?o dislate y tan evidente intrusi¨®n profesional fue rectificada por la orden de 25 de junio pasado, que encomendaba la ense?anza de la m¨²sica a profesores titulados en los conservatorios, con lo que ahora se ha dado un lamentable paso atr¨¢s dif¨ªcil de explicar. No s¨¦ si rectificar es de sabios, pero s¨ª estoy seguro que, cuando menos, lo es de pol¨ªticos prudentes. Estamos ante un caso clar¨ªsimo en el que se impone una r¨¢pida derogaci¨®n para reiniciar el buen camino, que, en definitiva, es el de la l¨®gica m¨¢s elemental. De ah¨ª que la actitud de los estudiantes del Conservatorio reciba el apoyo de cualquiera que, ligado o no al mundo de la m¨²sica por vocaci¨®n o simple afici¨®n, sienta preocupaciones por la marcha de la vida cultural. Es muy bonito eso de sentarse en la butaca a disfrutar de Beethoven y Brahms para desentenderse luego de quienes hacen posible la realidad musical en Espa?a. Estos no son s¨®lo los componentes de dos o tres orquestas estatales o subvencionadas, sino una entera clase profesional que no se merece, de ning¨²n modo, la desconsideraci¨®n que disposiciones como el ya c¨¦lebre decreto suponen.
?Abajo el decreto! es, pues, un grito positivo, estribillo que debemos entonar todos los m¨²sicos espa?oles hasta ser escuchados. Y, con los m¨²sicos, la totalidad de cuantos buscan soluciones laborales justas, cualquiera que sea el sector.
M¨²sica amarga la de estos d¨ªas, por m¨¢s que, en cumplimiento de mis deberes cr¨ªticos, deba rese?ar las excelencias de tal cual versi¨®n. M¨²sica amarga, digo, pues tras la m¨²sica est¨¢n los m¨²sicos. Disfrutar de un concierto cuando sabemos los acuciantes problemas de gran parte de la profesi¨®n musical, en sus distintas especialidades, se me antoja extrema frivolidad. A tales resultados nos lleva la ausencia de una pol¨ªtica musical por la que, bien in¨²tilmente por cierto, venimos clamando. Todo es en vano. Cuanto a la m¨²sica se refiere suena, por lo visto, a ?m¨²sica celestial?, seg¨²n el sentido popular, despectivo y hasta irreverente, de la frase.
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