Novillada muy seria en Las Ventas

Los novillos que se lidiaron el domingo en Las Ventas, todos con el tres en el brazuelo, eran muy serios. No cabe pedir m¨¢s, en cuanto a trap¨ªo.Sus cabezas, armoniosas, bien armadas y astifinas, ejemplo de como deben ser las defensas de un toro, infund¨ªan respeto. Seis novillos, en fin, que habr¨ªan podido ofrecer un gran espect¨¢culo -en s¨ª mismos lo eran- de no haber salido varios de ellos renqueantes y dos que no se ten¨ªan en pie. Les falt¨® bravura, pues en varas cabeceaban y se iban de la suerte, pero en todos prevaleci¨® la casta y en el ¨²ltimo tercio peleaban con genio. Ni a¨²n los m¨¢s nobles y m¨¢s flojos dejaron de exhibir esa acometida vivaz que siempre fue caracter¨ªstica de la res encastada.

De aqu¨ª vino el m¨¦rito de los tres espadas, que no se arredraron ante las dificultades, y al valor cierto a?ad¨ªan un especial empe?o en hacer el toreo serio, seg¨²n la concepci¨®n que cada cual tiene del mismo. Otra cosa es, naturalmente, que lo lograran, pues en este oficio, muy duro y dif¨ªcil, no basta la voluntad, por decidida y abnegada que sea, para alcanzar el ¨¦xito. La calidad cuenta especialmente y pocos son quienes la poseen.

Pero el domingo pudimos verla en S¨¢nchez Puerto, que tiene el corte inconfundible del torero de escuela, y lo mostr¨® en derechazos naturales y pases de pecho, en ayudados por bajo de verdadera enjundia, en otros por alto de gran sabor, en trincherazos molinetes y recortes, todo ello ejecutado con temple y mando. Y en ese indefinible saber estar en la cara del toro, e irse de ella, y sobre todo en la colocaci¨®n para citar, medio de frente (?se coloca el diestro ofreciendo medio pecho a la res? -ven¨ªan a decir las tauromaquias cl¨¢sicas-), tanto con la muleta como en los lances a la ver¨®nica.

Sus dos faenas no pudieron resultar lucidas, sin embargo, pues los novillos se le derrumbaban fatalmente en cuanto les obligaba, y ese fue el error: que instrument¨® toreo hondo donde la debilidad extrema de las reses exig¨ªa un repertorio breve y superficial. Quisi¨¦ramos que no ocurriese de nuevo con este novillero lo del d¨ªa de su debut: que tard¨® casi un a?o en volver. Es momento de comprobar aqu¨ª, en la primera plaza del mundo, si tiene futuro, y ojal¨¢ as¨ª sea, pues la fiesta necesita toreros de clase, tanto como le sobran jornaleros del natural y el derechazo a destajo.

Jos¨¦ Lerma dio ver¨®nicas con suavidad y empaque, y ganaba terreno en cada lance, aunque emple¨® demas¨ªada tela. Banderille¨® vulgar. Y con la muleta no encontr¨® ni los terrenos ni la distancia. El genio del primero insuficientemente picado, y la corta embestida, del cuarto -que adem¨¢s se venc¨ªa- le hicieron pasar muchos apuros, y hasta se llev¨® un pitonazo en la nalga, de pron¨®stico leve.

El tercero se fue arriba en banderillas y aunque Carmona trat¨® de hacerse con ¨¦l mediante ayudados por bajo, toda su voluntariosa faena result¨® destemplada, con el novillo cada vez m¨¢s crecido y due?o de la situaci¨®n, hasta atrapar al torero y pegarle un volteret¨®n tremendo. Al sexto lo lidi¨® con valent¨ªa y recursos el pe¨®n Luis Redondo, que fue muy aplaudido, y L¨¢zaro Carmona, no se, enter¨® hasta el ¨²ltimo tercio de que ten¨ªa toro. De que adem¨¢s era noble no se apercibir¨ªa hasta bien avanzada la faena, cuando acert¨® con el terreno adecuado, en los medios. Pero al entusiasmo indudable no le acompa?¨® la brillantez, porque torea agachado, con la pierna contraria atr¨¢s y remata mal; y con tales trazas, mandar y ligar constituyen un vano sue?o.

El presidente retras¨® en un minuto el aviso que envi¨® a Carmona, fue cronom¨¦tricamente exacto en el de Lerma y se precipit¨®, con dos minutos de adelanto, en el que orden¨® para S¨¢nchez Puerto. Primero y tercer novillo quedaron sin castigo suficiente en varas y segundo y quinto debieron ir al corral, por flagrante invalidez, como exig¨ªa el p¨²blico.