Santiago Serrano
Una exposici¨®n encomiable, en la que el decidido prop¨®sito de conocimiento y creaci¨®n, por parte del artista, se transmite con inminencia a quien se acerca a su obra plena de sugerencias e indicaciones, admirablemente ejecutada, muy capaz de hacer suyo aquel principio de elemental conexi¨®n entre lo ¨¦tico y lo est¨¦tico, cuya letra y esp¨ªritu vienen a decimos que una obra bien hecha es ya una buena acci¨®n. Cabe, en principio, vincular la obra de Santiago Serrano a las m¨¢s actualizadas- corrientes del neo-abstraccionismo, a las nacidas, especialmente, en Francia, a la luz del pensamiento de Pleynet, con el apoyo de publicaciones como Peinture y de galer¨ªas como la de Daniel Templon, m¨¢s las propuestas te¨®ricas de algunos de los pintores, ll¨¢mense Canne o Devade. Tanto, sin embargo, su no teorismo como el punto de partida de su quehacer nos disuaden de ello. Surgi¨® la pintura de Santiago Serrano como una interpretaci¨®n global de la naturaleza, a manera de paisaje general en que, eludida la representaci¨®n de los accidentes, quedaba constancia de sus leyes fundamentales en lo tocante a demarcaci¨®n de los espacios. Su primera exposici¨®n en la galer¨ªa Amad¨ªs (1970), atenta a la definici¨®n de ese paisaje general, daba paso, dos a?os despu¨¦s, a la de la galer¨ªa Pen¨ªnsula, en la que las leyes ordenadoras preponderaban claramente sobre las cosas ordenadas. En 1973 (galer¨ªa Ovidio) se produce, sin soluci¨®n de continuidad, un cambio decisivo: las leyes espaciales van ocupando la totalidad de cada lienzo, hasta quedar reducida (en el caso de que ya la hubiera) la referencia al medio natural a una s uerte de atm¨®sfera creciente y menguante en calculados grados de evanescencia. Hoy expone por cuarta vez. en Madrid, y es en el concierto de estas sus ¨²ltimas creaciones donde se nos deja traslucir, sin desmentir para nada la genuinidad de sus or¨ªgenes, la posible vinculaci¨®n a las corrientes antes mencionadas.
Santiago Serrano
Galer¨ªa A ele. Claudio Coello. 28. (Entrada, Puigcerda.)
Expongo, con todo pormenor de fechas y salas, el curriculum inmediato de nuestra artista para dejar muy en claro estas dos precisiones, ambas de justicia: que su obra, de un lado, responde al curso rectil¨ªneo de su propia evoluci¨®n empar¨¦ntese o no con las tendencias del neoabstraccionismo, sin que, de otro lado, sea fruto directo de la actitud teorizante de los adeptos a su programa general.
Hechas ambas salvedades (en, evitaci¨®n de suspicacias), me resta agregar, por todo juicio, que las actuales criaturas de Santiago Serrano han terminado por rehuir la explicitaci¨®n de aquellas leyes generales que antes gobernaban sus espacios, para quedar ¨¦stos definitivamente coiifiados a la insistencia gradativa del toque del pincel. A merced suya, se produce un incesante intercambio espacial, una suerte de ¨®smosis entre las diversas capas e imprimaciones de cada uno de los cuadros.
La exposici¨®n se asemeja, en su totalidad, a un diario de sensaciones cuya suma, pacientemente concentrada y acrecida, viene a traducirse a manera de flujo y reflujo o tornasol entre lo de arriba y lo de abajo, de suerte que, de acuerdo con la Tabula Smaradigna, tenga lugar el milagro de la cosa una. Unidad, radiante unidad, fundada. en la repetici¨®n apariencial de cada pincelada y en la absoluta diferencia del conjunto.
Babelia
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