El alcalde y "sus bomberos"
ASISTIMOS CASI a diario a actitudes administrativas que s¨®lo pueden ser tenidas por crispaci¨®n. Una de las ¨²ltimas -si se quiere, menor, pero significativa- es la adoptada por el Ayuntamiento de Madrid con sus bomberos. Ayer fuerzas antidisturbios desalojaron a los bomberos de Madrid de sus acuartelamientos y a rengl¨®n seguido los zapadores del Ej¨¦rcito ocuparon sus puestos. ?Hombre; el se?or alcalde de Madrid parece que se ha pasado!Por muchas razones era de todo punto innecesario que se nos deparara el espect¨¢culo de ver a los bomberos madrile?os -un cuerpo muy popular- corriendo delante de la Polic¨ªa Armada, ni era i in prescindible o urgente hacer subir a los soldados zapadores a los coches autobombas. Todo esto parece m¨¢s un reflejo del viejo autoritarismo del que todos hemos de intentar librarnos, que una medida tomada en justicia y serenidad.
Los bomberos de Madrid vienen reivindicando una serie de cosas que son dif¨ªcilmente discutibles. Piden, por ejemplo, que se les incluya en la Seguridad Social. Muchos madrile?os se preguntar¨¢n: ??Pero nuestros bomberos carec¨ªan de Seguridad Social?? Acaso el problema escape a las competencias del Ayuntamiento, pero nadie puede negar la raz¨®n a unos se?ores -y, como los bomberos, con riesgo f¨ªsico diario- que reclaman entre otras -cosas su derecho a la Seguridad Social.
Ahora los madrile?os se enteran tambi¨¦n que sus bomberos perciben salarios de unas 35.000 pesetas mensuales y que sus pagas y sus horas extraordinarias las devengan con arreglo a un salario base de poco m¨¢s de 8.000 pesetas. Pues aqu¨ª s¨®lo cabe afirmarse que acaso sea verdad eso de que el Ayuntamiento no puede legalmente resolver todos sus problemas, pero que indudablemente alguien tendr¨¢ que atender y satisfacer reivindicaciones tan elementales como las de los bomberos de Madrid.
Por otra parte, en esta historia menuda del desalojo de los bomberos madrile?os hay que anotar un punto de sentido com¨²n que consiste en no militarizarlos como se hac¨ªa anta?o. Pero hasta esa chispa de sensatez queda devaluada ante el hecho de que Madrid no se ha quedado en ning¨²n momento sin servicio de bomberos. Estos han estado atendiendo todas las llamadas y, ayer mismo, ya desalojados de sus cuarteles y por las calles, afirmaban su prop¨®sito de acudir voluntariamente a cualquier siniestro que se produjera en la ciudad. Los bomberos no han hecho otra cosa que una particular huelga de celo qu¨¦ podr¨¢ molestar o no a sus superiores, pero que no pon¨ªa en peligro la seguridad de la poblaci¨®n. Y en modo alguno era precisa su brusca sustituci¨®n por los zapadores, obligadamente inexpertos en el tipo de calamidades que acechan a una gran ciudad.
El ukase que el Ayuntamiento les ha dictado se nos antoja igualmente desproporcionado. Aunque s¨®lo sea por el mero hecho de que ning¨²n Ayuntamiento del mundo puede despedir de la noche a la ma?ana a su plantilla de bomberos. Atender las reivindicaciones de nuestros bomberos era ajustado a una justicia bastante elemental, y su sustituci¨®n por militares resulta poco fiable y demasiado f¨¢cil para nuestros ediles. Creemos, en suma, que se ha dramatizado un problema de f¨¢cil soluci¨®n, en el que el Ayuntamiento lleva el mayor pecado por no haber asumido ¨¦l mismo la defensa de los derechos laborales de sus bomberos.
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