La fe y la riqueza del se?or Oriol
Me honro en ser amigo de don Antonio Mar¨ªa de Driol, pero no son sentimientos de amistad los que me mueven, en primer t¨¦rmino, a escribir esta carta cuya publicaci¨®n le ruego. Antes que los amigos est¨¢n, para un cristiano, la integridad y la pureza de la doctrina que profesa. Y como ¨¦stas han quedado enturbiadas con la publicaci¨®n de una carta de don Carlos Fern¨¢ndez Barber¨¢ en su peri¨®dico del d¨ªa 13 de marzo, en su defensa salgo con esta otra m¨ªa escrita con ¨¢nimo respetuoso.Don Carlos Fern¨¢ndez Barber¨¢ cita estas frases del Nuevo Testamento: ? ?Ay de vosotros, los ricos, porque ya ten¨¦is vuestra consolaci¨®n! ?; ?No pod¨¦is servir a Dios y al dinero?; ?Es m¨¢s f¨¢cil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos?; ?Y ahora vosotros, los ricos, llorad con fuertes gemidos por las desventuras que van a sobreveniros?. A continuaci¨®n, confes¨¢ndose desazonado, se pregunta don Carlos Fern¨¢ndez,??C¨®mo logra el se?or Oriol compaginarlas -se refiere a las frases por ¨¦l citadas- en su fe con la fortuna personal y los m¨²ltiples consejos de administraci¨®n de que los peri¨®dicos nos han hablado en estos d¨ªas? ?. 1
Con independencia de.la falsedad de tantas informaciones dadas a prop¨®sito de la posici¨®n econ¨®mica del se?or Oriol, esa pregunta tiene una respuesta clara. Lo que el se?or Fern¨¢ndez Barber¨¢ ha de compaginar es el conjunto de la predicaci¨®n del Se?or, haciendo uso de la conocida ?analog¨ªa de la f¨¦?. Cuando, olvidando ¨¦sta, no se tienen presentes m¨¢s que textos aislados, se corre el peligro de interpretar err¨®neamente lo que Dios nos quiso revelar.
Jesucristo no fustiga a los ricos por el hecho de serlo; lo que condena es el mal uso de las riquezas. Los ricos pueden ser disc¨ªpulos del Se?or. El evangelista Mateo nos, cuenta que ?al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea llamadoJos¨¦ que se habla hecho tambi¨¦n disc¨ªpulo de Jes¨²s? (Mateo, 27, 57). Cristo da por supuesto que siempre habr¨¢ ricos que unjan al Se?or con un ?perfume de nardo puro, muy caro? (Juan, 12,3): ? Porque pobres siempre tendr¨¦is con vosotros? (Juan, 12,8).A los ricos no los aleja de s¨ª, sino que les advierte del peligro de la abundancia de bienes y les aconseja: ?Granjeaos amigos con las riquezas? (Lucas, 16, 9). Este es el sentir cristiano, como lo atestigua Pablo en su carta a Timoteo: ?A lo ricos de este mundo recomi¨¦ndales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas, sino en Dios, que nos provee espl¨¦ndidamente de todo para que lo disfrutemos; que practiquen el bien, que se enriquezcan de buenas obras, que den con generosidad y con liberalidad; de es ta forma ir¨¢n atesorando para el futuro un excelente fondo con el'que podr¨¢n adquirir la vida verdadera? (l., de Pablo a Timoteo, 6,17).No caigamos, pues, en el error de condenar a los ricos por el hecho s¨®lo de serlo. Lo que hay que condenar es aquel apego a las riquezas que pone ¨¦stas no al servicio de Dios y del pr¨®jimo, sino como alimento de nuestro ego¨ªsmo; no como medios de un decoroso vivir que sabe que no s¨®lo de pan vive el hombre, sino como la ¨²nica reafidad y el ¨²nico motor de la historia.Hay hombres con ping¨¹e hacienda que son buenos: trabajan y no se dedican a la buena vida; crean riqueza y empleo-, viven limpiamente; son esposos fieles ypa.dres abnegados; hacen obras de misericordia con su esfuerzo personal y con su dinero; cuando la ocasi¨®n es llegada y el bien com¨²n lo pide, no dudan en arriesgar sus vidas; perdonan alos que les torturan, rezan por ellos y est¨¢n dispuestos a devolverles bien por mal; luchan asc¨¦ticamente contra el peligro que las riquezas llevan consigo y se afanan, como tenemos que afanamos todos, por ser cada d¨ªa mejores con la ayuda de Dios, porque, como dijo San Agust¨ªn, el que dice bastaest¨¢ perdido. A m¨ªme consta que don Antonio Mar¨ªa de Oriol es uno de estos hombres, y creo que es dejusticia proclamarlo.
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