Debe fomentarse el boxeo aficionado
El descr¨¦dito progresivo en que ha caldo el boxeo profesional, cada vez con menos veladas y practicantes, sostenido s¨®lo por pol¨¦micas como la del supuesto combate Evangelista-Clay, hace pensar como ¨²nica soluci¨®n viable para este deporte el campo aficionado, m¨¢s humanizado y menos peligroso que el profesional. Pero las perspectivas de este campo aficionado no son mejores para el boxeo que las del profesional. El n¨²mero de practicantes y de veladas tiende a disminuir.
El boxeo aficionado observa unas reglas que le diferencian sensiblemente del profesional en un aspecto: la peligrosidad. Los aficionados hacen s¨®lo tres asaltos, contra ocho, diez, doce o hasta quince de los profesionales, y el reglamento urge m¨¢s al ¨¢rbitro a detener el combate cuando ve a uno de los dos p¨²giles en inferioridad y, por consiguiente, en peligro de resultar da?ado. Hay que se?alar, al respecto, que son las conmociones las que afectan al p¨²gil y tienden a convertirle en un enfermo de encefalopat¨ªa, en un ?sonado?, como vulgarmente se dice. Las conmociones se producen con mucha menor frecuencia en el boxeo aficionado que en el profesional, tanto por la menor duraci¨®n de los combates como por esa mayor facultad de los ¨¢rbitros para detener la pelea cuando ven a uno de los combatientes en peligro.
El boxeo aficionado, sin embargo, no tiene una existencia propia en Espa?a, al menos por el momento. La gran mayor¨ªa de sus practicantes est¨¢ en ¨¦l corno puente hacia el campo profesional. Cuando cuentan con unos conocimientos o un prestigio, adquieren la licencia profesional. Si pasan los a?os sin que observen progresos en su carrera, deciden abandonar. El n¨²mero de boxeadores verdaderamente aficionados no es amplio. Hay, naturalmente, un equipo ol¨ªmpico seudoaficionado, una ¨¦lite de unos cuantos hombres a los que la Delegaci¨®n facilita trabajo, sueldos y largas concentraciones para que constituyan el equipo nacional de boxeo aficionado. Los componentes de este equipo ganan m¨¢s dinero con el boxeo que casi todos los profesionales, incluso que varios de los campeones de Espa?a profesionales. Ellos constituyen un grupo reducido y est¨¢n en una situaci¨®n intermedia, falsa.
El resto del mundillo de los boxeadores aficionados est¨¢ integrado por j¨®venes ¨¢vidos de pasar al campo profesional. El mal momento que ¨¦ste atraviesa, ha producido una clara regresi¨®n de practicantes y de n¨²mero de veladas. El a?o 72 arroj¨® el mayor n¨²mero de licencias. En el 76, ¨²ltimo balance, se hab¨ªa bajado a la cifra del a?o 68, y a buen seguro que este a?o el baj¨®n ser¨¢ muy espectacular y podr¨¢ llevar el n¨²mero m¨¢s o menos a la mitad de los 3.5 00 de ese r¨¦cord del a?o 72.
El boxeo aficionado, no obstante, podr¨ªa tener la raz¨®n de ser en s¨ª mismo. El boxeo. es un deporte que contiene en s¨ª unos importantes valores: una t¨¦cnica sofisticada, una disciplina intensa, un control hermoso de la violencia, cierta ¨¦pica... El campo profesional, aparte de resultar peligroso, se ha desacreditado y ha perdido la garra necesaria para sobrevivir, porque ya no arrastra p¨²blico ni mueve dinero -Madrid ha estado cuatro meses sin una sola velada, lo que significa sin trabajo para ning¨²n boxeador-. El fomento del boxeo aficionado, su mayor dignificaci¨®n -hoy, la mayor¨ªa de las veladas de boxeo aficionado son tristes espect¨¢culos con reminiscencias de barraca-, puede ser la ¨²nica salida de este deporte. Cabr¨ªa incluso la posibilidad de profesionalizar a sus practicantes, pero sin aumentar el n¨²mero de asaltos ni disminuir sus normas de seguridad.
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