Puro, V¨ªctor Garc¨ªa y menos puro, Arrabal
Este enorme director que es V¨ªctor Garc¨ªa, uno de los mayores caballos que jam¨¢s entraron en la cacharrer¨ªa teatral, este desmesurado y genial V¨ªctor Garc¨ªa, este hipertrofista de su colosal imaginaci¨®n escenogr¨¢fica, este gran perturbador, gran sacudidor, este formidable e inarm¨®nico hombre de teatro ha vuelto a hacer su fant¨¢stica gracia y aqu¨ª tenemos el gigantesco, el deslumbrante, el metalizado montaje de El cementerio de autom¨®viles, de Fernando Arrabal. Hay que quitarse el sombrero ante la vivacidad de los es pacios y la potencia escult¨®rica de V¨ªctor Garc¨ªa. Hay que olvidarse de lo dem¨¢s: texto, signos po¨¦ticos, ritmos, actores, modulaci¨®n, valo res ac¨²sticos, carnalidad, corpora lidad, vida. Lo que hay presente en el Barcel¨® es enorme. Tan enorme como lo que falta. El egolatrismo del director lo ha aplastado todo. Pero ese director es uno de los grandes, grandes creadores del teatro contempor¨¢neo.El espect¨¢culo parte de varias piezas de Arrabal, muy relaciona das entre s¨ª -por afinalidad de obsesiones, identidad po¨¦tica y aun parentesco sensible de los personajes- que se articulan tomando como eje mayor el conjunto parab¨®lico que subyace en la pro puesta de El cementerio de autom¨®viles. Los habitantes de ese cementerio microcosmizan la gran ciudad con su clara locura y su clara memez. Las especificaciones de los textos embutidos proponen an¨¢lisis espec¨ªficos de algunos personajes que van -desde Los dos vergudos sobre todo, a Primera comuni¨®n- marcando registros oscilantes que alternan la poes¨ªa con la violencia. y el lirismo con la crueldad. El Arrabal puro -personajes d¨¦biles con sue?os poderosos b¨¢rbaramente reprimidos- est¨¢ aqu¨ª con todo su yoismo pasado, presente y futuro. La visualizaci¨®n de ese universo es admirable. Las zonas de actividad esc¨¦nica integran a los espectadores en la acci¨®n y la imaginativa utilizaci¨®n de las alturas propone algunos efectos dram¨¢ticos suplementarios. En estas condiciones comienzan a sentirse las desigualdades. Los dos verdugos es Arrabal puro. El gran Arrabal, El cementerio de autom¨®viles es puro V¨ªctor Garc¨ªa. La s¨¢tira se pierde, el texto se edulcora, la violencia se va y aparece un ritual flojito que pone cierto encanto po¨¦tico donde el texto parec¨ªa proponer una dura y sarc¨¢stica visi¨®n. El eterno desinter¨¦s y descuido d¨¦ Garc¨ªa por sus int¨¦rpretes ayuda a la descompensaci¨®n: las excelencias extraordinarias de Berta Riaza levantan Los dos verdugos, y las brillantes pero cort¨ªsimas reiteraciones de Briski disminuyen y agyisan El cementerio. El director le hace utilizar agotadoramente todo el espacio disponible, le integra muy bien en el, mundo f¨ªsico en que se desenvuelve, pero el texto, fatalmente, se escapa. Esto es grave, El cementerio de autom¨®viles es, quiz¨¢, el texto de Arrabal en que nace un mundo rigurosamente inventado, mundo violentado por las estructuras Organizadas del mal establecido. En el texto de Arrabal el paralelismo entre Cristo y el protagonista produce cierta luminosidad inocente. Pero esa inocencia es tan absurda en nuestro mundo, que gira inmediatamente hacia la tragedia. Cre que esa clave se pierde en el es pect¨¢culo de Garc¨ªa. La crueldad se vuelve burla y la dureza simplicidad. Los brillantes momentos al ternan con las fatigosas gratuida des. Es la consecuencia l¨®gica de la propuesta de Garc¨ªa. Cuando pue de sentirse a Arrabal, el montaje es fascinante.
El cementerio de autom¨®viles, de Fernando Arrabal
Director: V¨ªctor Garc¨ªa. Espacio esc¨¦nico y vestuario., V¨ªctor Garc¨ªa y Michel Launay. Principales int¨¦pretes: Berta Riaz Victoria Vera, Norman Briski, Eusebio Poncela, Vicente Gisberty Javier Magari?o. En el teatro Barcel¨®.
Realmente, s¨®lo Berta Riaza se salva en el cap¨ªtulo de la interpretaci¨®n. Tiene una oportunidad y la aprovecha. Los dem¨¢s cumplen ¨®rdenes con agitaci¨®n, exactitud y mediocridad. Cualquier veh¨ªculo de cuantos pululan ha sido m¨¢s mimiado por el director que todos los humanos int¨¦rpretes juntos. Est¨¢ en su derecho. Pero nos que damos sin Arrabal. A pesar del es tupendo esfuerzo -y ah¨ª, otra vez, saludo- de Corral de comedias equipo -productor del espect¨¢culo Esto hay qu¨¦ verlo. Ya tendremos tiempo -otra vez- de o¨ªr a Arrabal.
Babelia
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