Es de Nimes y se llama Lucien, pero torea
A Lucien Orlewsky le han puesto un apodo, Chinito de Francia, apropiado para las charlotadas. Habr¨¢ sido alg¨²n taurino chufla, de esos que tanto abundan, y que o desaparecen, o la que va a desapareco es la fiesta, v¨ªctima de sus bufonadas.Pero que nadie se equivoque: Lucien Orlewsky no es un charlot, sino un torero. Llegar¨¢ lejos, o a un tiro de piedra, pero torero hay en el chino de Nimes, tanto como pudiera haberlo en muchos novilleros actuales nacidos m¨¢s abajo de Despe?aperros.
Y lo demostr¨®, aunque ni el p¨²blico -que no acababa de entregarse, quiz¨¢ amoscado por el apodo-, ni los novillos -ambos deslucidos-, le ayudaron lo m¨¢s m¨ªnimo. Su primer enemigo, peque?o y pobre de cabeza, ten¨ªa, sin embargo, mucha seriedad en la cara y el tres en el brazuelo. Deb¨ªa ser un toro enano. Y adem¨¢s estaba tullido. Tronado animal, rodaba por la arena cada vez que Lucien le obligaba a humillar. Ya entonces se pudo apreciar, sin embargo, que el chino franc¨¦s (o franc¨¦s chino, las versiones son contradictorias), tra¨ªa el toreo bien asimilado. Y la demostraci¨®n fehaciente lleg¨® en el sexto.
Plaza de Las Ventas
Novillos de Marib¨¦?ez, desiguales de presencia, serios, la rnayor¨ªa aparatosos de cabeza y astifinos; en conjunto, mansurrones y con genio.Jos¨¦ Lara: Aplausos y saludos. Escasa petici¨®n y vuelta con protestas. Antonio Alfonzo Mart¨ªn: Palmas y pitos y saludos. Silencio. Chinito de Francia: Silencio. Oreja. Chinito brind¨® el ¨²ltimo novillo a su pe¨®n Capilla, que hab¨ªa colocado dos buenos pares de banderillas. Y Lara, el cuarto, a Nadia Comaneci, que ocupaba una barrera.
Esta res, m¨¢s novillo que la anterior por la edad, pero m¨¢s toro que muchos de los que se ven en las ferias, por la presencia -cuajo, terror¨ªficas defensas, genio-, tom¨® un primer puyazo sensacional, en el que recarg¨® metiendo los ri?ones y sac¨® al caballo hasta los medios. Pero Salcedo le clav¨® feroz y trasero el lanzazo, como para partirlo en dos. Y lo acus¨® el novillo en seguida, porque perdi¨® fuerza y adem¨¢ qued¨® con un cabeceo peligroso que ya no abandonar¨ªa.
Estos inconvenientes no arredraron a Lucien, que con un senti do de la colocaci¨®n y de los terrenos propios de un torero maduro, y sangre fr¨ªa para aguantar las violentas tarascadas, consigui¨® faena. Naturales y derechazos tuvieron mando, y hubo pases de verdadera hondura. Algunos de pecho fueron espeluznantes, por c¨®mo se pas¨® todo el toro por delante, imperturbable ante los pu?ales que le rozaban los alamares con aire de cornada. Mat¨® de media en las agujas, y la oreja fue justo premio a esta meritoria labor.
Aqu¨ª hay torero, o por lo menos lo hubo el domingo en Las Ventas. Un chino franc¨¦s, lo que son las cosas. Pero un chino franc¨¦s que sabe manejar la muleta y el capote; que tiene arrestos para ejecutar la larga cambiada a porta gayola, que instrumenta con finura chicuelinas, galleos y hasta la larga cordobesa, y que gana terreno en los lances a la ver¨®nica.
Los marib¨¢?ez, muy desiguales de presentaci¨®n, con dos novillos chicos, pero serios -primero y tercero-, los m¨¢s de aparatosas cornamentas, astifinas como agujas, salieron en conjunto mansos y con genio. Al que abri¨® plaza, descompuesto y prob¨®n, Lara le dio muchos pases por todo el ruedo, pero como le present¨® pelea con valent¨ªa, al final consigui¨® meterlo en la muleta. En el otro, de corto recorrido, aunque manejable, no pas¨® de vulgar. Antonio Alfonso Mart¨ªn desaprovech¨® con un trasteo anodino la nobleza del segundo, al que habla picado muy bien Carneiro. En el reserv¨®n quinto, derrot¨®n, pues el Moro le pic¨® muy trasero, estuvo voluntarioso.
No es de Ronda ni se llama Cayetano; que es de Nimes y se llama Lucien. Est¨¢ claro que el toreo no s¨®lo salt¨® la barrera de Despe?aperros, sino la de los Pirineos tambi¨¦n. Se carga el t¨®pico, y ya s¨®lo por eso ser¨ªa bueno.
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