Los sic¨®logos, en busca de su identidad profesional
En julio del a?o pasado, el Instituto Nacional de Previsi¨®n, por boca del doctor Gonzalo Cabanillas Gallas, negaba a los sic¨®logos la posibilidad de estar integrados en los departamentos m¨¦dicos dependientes de la Seguridad Social por estimar que la sicolog¨ªa es una ciencia de la conducta y nada tiene ver con los enfermos de que se ocupan los cuadros facultativos m¨¦dicos.Miles de sic¨®logos cl¨ªnicos se vieron afectados por esta negativa que les ha cerrado hasta ahora las puertas de los hospitales, de los sanatorios siqui¨¢tricos, de las instituciones titulares.
El enfermo, seg¨²n una concepci¨®n cl¨¢sica, debe ser atendido por un m¨¦dico, el ¨²nico capaz de recetar y colocar toda clase de r¨®tulos cl¨ªnicos en la historia de un paciente. En nuestra letra oficial se pasan por alto datos y comprobados en el mundo, como son el que un 50 % de las consultas m¨¦dicas tienen un componente s¨ªquico, o que enfermedades tan habituales como las ¨²lceras, el asma, o las alergias tienen un origen sicosom¨¢tico
Sicolog¨ªa para todos
Los miles de sic¨®logos en paro o subempleo, que ascienden a m¨¢s del 70 % del n¨²mero total de licenciados, se preguntan el porqu¨¦ de esta situaci¨®n cuando en nuestro pa¨ªs existen m¨¢s de 300.000 subnormales, hay m¨¢s de 11.045 menores bajo tutela de correcci¨®n, las tasas de alcoholismo siguen ascendiendo y algo tan alarmante como los accidentes de tr¨¢fico se producen en muchos casos por razone nada accidentales y s¨ª por factores sicol¨®gicos.Los problemas del vivir definidos por el profesor Szasz, y no los pacientes en si, ser¨ªan realmente el campo de acci¨®n de los sic¨®logos. Las situaciones depresivas por las que atraviesa un enfermo que va a ser intervenido quir¨²rgicamente, por ejemplo, podr¨ªan ser remediadas por la atenci¨®n humana que supone el trabajo del sic¨®logo-. Sin embargo, hasta ahora esta labor es contemplada con cierto escepticism.o por las autoridades competentes que consideran la sicolog¨ªa poco m¨¢s que como un lujo excesivo para la Seguridad Social, ya de por s¨ª sobrecargada de problemas.
En algunos hospitales funciona un simulacro de departamento sicol¨®gico que poco a poco va cobrando una mayor importancia. Miguel Costa, logopeda en el Gran Hospital de Diegode Le¨®n de Madrid, explica as¨ª la situaci¨®n: ?En el departamento de Neurosicolog¨ªa en el que yo trabajo en realidad mi funci¨®n es la de rehabilitador del lenguaje, aunque poco a poco he ido ocup¨¢ndome de algunos casos m¨¢s como sic¨®logo y he descubierto que la gente se interesa cada vez m¨¢s por nuestra funci¨®n profesional. Los propios m¨¦dic¨®s de otras plantas me consultan algunos casos de vez en cuando. Aunque la sicolog¨ªa no es ninguna panacea, yo creo que puede solucionar muchos de los problemas de las personas; de hecho lo est¨¢ haciendo ya.?
Sicolog¨ªa: el gran negocio
Una evidencia clara del inter¨¦s que la sicolog¨ªa despierta est¨¢ en el enorme ¨¦xito de los gabinetes y consultorios que han empezado a proliferar por todas partes en las grandes ciudades. Lo rentable de estos centros ha atra¨ªdo al mundo de la sicolog¨ªa un importante p¨²mero de intrusos dedicados a enga?ar a la gante con toda clase de r¨®tulos que tienen m¨¢s o menos este nombre. ? Lo grave -denuncia un portavoz de la comisi¨®n permanente de la secci¨®n de Sicolog¨ªa- del Colegio de Licenciados de Ciencias y Letras- es que hasta ahora nadie les ha frenado. En los peri¨®dicos aparecen todos los d¨ªas un mont¨®n de anuncios, sobre parasicolog¨ªa, sicodrama y dem¨¢s, que en muchos casos son impartidos por gente que carece de t¨ªtulo. Todav¨ªa funciona unaespecie de escuela que otorga t¨ªtulos de sic¨®logo sin otra preparaci¨®n que dos a?os de clases bastante sui generis y que nada tienen que ver con los cursos de la Universidad.?Esta es una de las grandes paradojas de la sicolog¨ªa, un elevado ¨ªndice de intrusismo, una importante demanda popular y al mismo tiempo una situaci¨®n ca¨®tica de paro y subempleo.
?Qu¨¦ hacer con los miles de j¨®venes entusiastas que salen de las cuatro universidades espa?olas que otorgan este titulo? Muchos terminar¨¢n en la sicolog¨ªa industrial asesorando a. los empresarios sobre la capacidad de rendimiento de sus empleados, otros har¨¢n su labor en los colegios y el resto sigue luchando por desarrollar su capacidad en espera de que se superen los obst¨¢culos que les separan de una sociedad problem¨¢tica.
Los siquiatras
Ya han quedado atr¨¢s los peores tiempos en que los estudiantes de sicolog¨ªa un poco en busca de su identidad y de ampliar los no muy profundos conocimientos importados por una facultad todav¨ªa balbuceante, iban a llenar las aulas del Hospital Cl¨ªnico, ?para dar un poco de calor en clase?, seg¨²n palabras de un importante siquiatra.La actitud de rechazo del sector m¨¦dico de la siquiatr¨ªa fue desde luego la m¨¢s notable. En los sanatorios siqui¨¢tricos, por ejemplo, el sic¨®logo no ha tenido otra opci¨®n que la de aplicar tests y colaborar en el establecimiento de un diagn¨®stico a requerimiento del propio siquiatra en funci¨®n de su falta de conocimientos m¨¦dicos y su incapacidad para recetar sicof¨¢rmacos.
El siquiatra y el sic¨®logo cl¨ªnico han sido y son todav¨ªa rivales cuando sus funciones podr¨ªan muy bien ser complementarias.
De hecho son muchos los siquiatras no partidarios de las tendencias cl¨¢sicas como las que han marcado las directrices de los tratamientos siqui¨¢tricos hasta ahora y que est¨¢n interesados en el trabajo en colaboraci¨®n con los sic¨®logos cl¨ªnicos.
Algunas experiencias
En la ciudad Sanitaria ?La Paz? funcionan actualmente y con bastante ¨¦xito dos departamentos en los que siquiatras y sic¨®logos trabajan en estrecha colaboraci¨®n, uno de ellos dedicado a los casos de hemofilia; tambi¨¦n en algunos centros siqui¨¢tricos, como el hospital de Legan¨¦s, se ha producido la integraci¨®n del sic¨®logo cl¨ªnico al cuadro facultativo m¨¦dico. Del enorme n¨²mero de sic¨®logos titulados, tan solo hay 120 que trabajan cort contrato regular en la especialidad cl¨ªnica. El sic¨®logo s¨ª ha sido, en cambio, bien aceptado a la hora de confeccionar campanas public¨ªtarias o de asesorara los empresarios sobre la capacidad productiva de sus empleados. El aspecto social de esta ciencia sigue, en cambio, desatendido y subestimado.El Colegio Oficial de Licenciados en Sicolog¨ªa en v¨ªas de constituci¨®n podr¨ªa ser tal vez la soluci¨®n a, muchos de los problemas con que esta profesi¨®n, todav¨ªa sin identidad, se enfrenta en nuestro pa¨ªs. Caso de seguir Espa?a el camino de Europa la sicolog¨ªa triunfar¨¢ en muchas de sus metas, con todo lo que de positivo puede tener este ¨¦xito para la sociedad entera. Sin embargo, hay que tener presente que el propio sic¨®logo se encuentra implicado en el mismo juego de presiones ideol¨®gicas que la sociedad establece para cada individuo.
El Colegio Profesional de Sic¨®logos que acaba de ser autorizado lucha, sin embargo, m¨¢s que por la obtenci¨®n de puestos de trabajo o la desaparici¨®n del intrusismo, por hacer de la sicolog¨ªa un verdadero servicio p¨²blico. Este es su ¨²ltimo objetivo, romper todos los esquemas del trabajo hasta ahora desarrollado y lle var sus conocimientos y su aportaci¨®n a las amplias masas de la poblaci¨®n hasta ahora marginadas de la atenci¨®n sicol¨®gica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.