El apoyo extranjero, una obsesi¨®n
EL COMPROMISO de apoyo extranjero es un tema que preocupa obsesivamente a los pol¨ªticos espa?oles. Al morir Franco y comenzar la Monarqu¨ªa su vida institucional, la imagen de Espa?a se modific¨® en un plazo de meses. La comunidad internacional se felicit¨® ante la perspectiva de que el pa¨ªs se dirigiera a la construcci¨®n de un Estado democr¨¢tico de contenido semejante a los del resto del Occidente europeo.
La idea de que los apoyos ideol¨®gicos de filiaci¨®n hom¨®loga resultaban decisivos para el ¨¦xito de una determinada pol¨ªtica interior se abri¨® paso entre nuestros l¨ªderes de izquierda y derecha. El PSOE trajo a los jefes del socialismo europeo a su congreso. Carrillo apareci¨® con sus compa?eros de eurocomunismo. Berlinguer y Marchais. El PSP viaj¨® con insistencia entre el mundo ¨¢rabe. M¨¦xico y Venezuela. Los liberales invitaron a sus colegas, y se les ve en Luxemburgo y Estrasburgo con frecuencia. La Democracia Cristiana exhibi¨® en su congreso a colegas italianos y alemanes notorios. De esos movimientos no se excluye nadie o casi nadie. La Alianza lanz¨® al se?or Fraga a Washington y al se?or Silva a Baviera, para visitar a Strauss. En las reuniones supersecretas del multicapitalismo occidental, llamadas de Bildenberg, tambi¨¦n acudi¨® este a?o, especialmente invitado, el secretario general de Alianza Popular. ?Ser¨¢ realmente importante, rentable, este juego? Hay que decir que fuera de Espa?a no lo es. ?Qui¨¦n en su sano juicio puede suponer que depende de que mistress Thatcher salga retratada en el Daily Telegraph con Fraga para que el Partido Conservador Brit¨¢nico obtenga ¨¦xito en las elecciones de su pa¨ªs? Parecida reflexi¨®n puede hacerse respecto a Francia y otras naciones europeas. La moraleja es sencilla: la gente votar¨¢ en este pa¨ªs—y en todos los pa¨ªses en que se vota— por razones concretas y profundas que los ata?en, por razones de aqu¨ª dentro.
En ese sentido tambi¨¦n debe meditarse en torno al viaje del presidente Su¨¢rez, si ha ido, como se han apresurado a decir los int¨¦rpretes de turno, en busca de apoyos para su campa?a electoral. ?Qu¨¦ pensar —por ejemplo— del ?espaldarazo? norteamericano plasmado en las fotos del brazo protector del hu¨¦sped de la Casa Blanca?
Cada cual debe elegir en el mundo, si los necesita, los amigos pol¨ªticos que juzgue conveniente para que le ayuden moral o materialmente en la lucha que se avecina. Pero es preciso no dar la impresi¨®n de un pueblo aldeano que necesita palmadas a la espalda de socialistas, liberales, conservadores o capitalistas de otras latitudes. Son los espa?oles los que han de tomar la decisi¨®n. Aqu¨ª hay que votar para resolver los problemas que tiene nuestro pa¨ªs, muchos, graves y apremiantes. El respaldo exterior, si somos una naci¨®n fuerte e independiente, vendr¨¢ por a?adidura.
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