Peligro de dispersi¨®n del museo Zuloaga, de Segovia
El valor de la colecci¨®n reside en su conjunto
Aproximadamente una tercera parte del museo Zuloaga, en Segovia, tanto en lo que se refiere a cer¨¢mica como a pintura de Daniel e Ignacio Zuloaga, puede, pasar a ser propiedad particular de un industrial en virtud de la aplicaci¨®n del testamento p¨®stumo de Teodora Zuloaga, ¨²ltima descendiente directa de Daniel Zuloaga y prima carnal del pintor Ignacio. Tal posibilidad -que implicar¨ªa la dispersi¨®n de la obra de la familia Zuloaga, hoy agrupada en el mencionado museo- ha suscitado las m¨¢s variadas reacciones por cuanto adem¨¢s plantea una peculiar situaci¨®n jur¨ªdica.
Teodora Zuloaga, ¨²ltimo basti¨®n de una saga que se implant¨® en Segovia en el a?o 1895 al adquirir la iglesia de San Juan de los Caballeros, desde 1947 marco del museo y antes vivienda y taller de la familia, falleci¨® el pasado mes de octubre, a la edad de noventa a?os y tras una penosa enfermedad. Tres a?os antes hab¨ªa sufrido una trombosis cerebral de secuelas irreparables, siendo recogida en su domicilio -ya que se encontraba completamente sola- por el conocido hostelero segoviano Amado Santos, con quien hab¨ªa trabado amistad algunos a?os antes. Esto explica que en el a?o 1974 otorgara testamento, ante el influyente notario Alfonso Mart¨ªnez Almeida, a favor del se?or Santos, revocando as¨ª el que en compa?¨ªa de su hermana C¨¢ndida hab¨ªa suscrito a favor del Estado ocho a?os antes. La tercera parte del museo pertenece a los herederos del tercer hijo de Daniel Zuloaga (sus nietos Mar¨ªa Luisa y Daniel), que la tienen all¨ª depositada.Recientemente, Amado Santos, heredero universal y ¨²nico de Teodora Zuloaga, se ha dirigido por escrito a la Fundaci¨®n que lleva el mismo nombre, al objeto de que se le haga entrega de las piezas del museo que le corresponden como resultado de la aplicaci¨®n del testamento de que es beneficiario.
La situaci¨®n que el tema plantea, al margen de la meramente art¨ªstica, es harto compleja, ya que las diferentes propiedades no est¨¢n a¨²n perfectamente divididas. Por una parte, existen piezas pertenecientes al Estado por compras que ¨¦ste vino haciendo en su d¨ªa a los herederos de Daniel, a las que se unen las legadas en el testamento de C¨¢ndida; y de otra parte, se hallan otras muchas piezas (cuadros, acuarelas, cer¨¢micas y otros objetos) sin propiedad determinada por indivisi¨®n de la herencia de Juan Zuloaga.
El resultado de todo ello -y as¨ª se le ha comunicado a Amado Santos- es que se precisan una serie de operaciones testamentarias bastante complicadas y, en ocasiones, imposibles, ya que algunos objetos son, por propia naturaleza, indivisibles. Se da la circunstancia, adem¨¢s, de que el inventario de piezas del museo no fue realizado hasta hace escasos a?os.
De otro lado hay que rese?ar que, a¨²n en. vida de Teodora Zuloaga, Amado Santos fue retirando parte de la propiedad de aqu¨¦lla en compensaci¨®n a los fuertes gastos que le originaba su enfermedad. Diversos cuadros y cer¨¢micas sirvieron durante alg¨²n tiempo como elemento decorativo del c¨¦ntrico restaurante que posee en Segovia el se?or Santos.
Seg¨²n el director del museo, Luis Felipe Pe?alosa, sobrino del marqu¨¦s de Lozoya, ?tales piezas carecen de excesivo valor y en su mayor parte est¨¢n repetidas?. Para el se?or Pe?alosa, la colecci¨®n Zuloaga constituye un todo, cuyo valor reside precisamente en su conjunto, por cuanto las obras de mayor inter¨¦s han pasado ya a ser propiedad del Estado. Y para que la obra no se disperse, cautal peligro que corre, se realizan gestiones con el heredero de Teodora Zuloaga.
?Yo no quiero que por mi culpa se disperse este patrimonio art¨ªstico; en realidad s¨®lo me conformar¨ªa con cobrar la deuda que ella me firm¨® antes de morir y que se cifra en unas 600.000 pesetas?, declara el se?or Santos, refiri¨¦ndose a la factura que en concepto de asistencia m¨¦dica, medicina, viajes, alimentaci¨®n, etc¨¦tera, reconoci¨® Teodora antes de morir.
Para el director del museo, se?or Pe?alosa, la circunstancia humana tiene una f¨¢cil explicaci¨®n cuando se?ala que ?todo hace suponer que la ¨²ltima voluntad de do?a Teodora, expresada a los 88 a?os, es producto de un estado de ¨¢nimo senil que contradice lo que fue gran parte de su vida?.
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