La reuni¨®n occidental puede terminar sin compromisos de fondo
C¨®mo activar la econom¨ªa y crear empleos sin disparar la inflaci¨®n, tal es el dilema que, por tercera vez, despu¨¦s de Rambouillet, en 1975, y Puerto Rico, en 1976, se plantean los siete dirigentes de las principales potencias econ¨®micas occidentales, durante este fin de semana en Londres.La cumbre econ¨®mica occidental peligra de no ir m¨¢s lejos que la confrontaci¨®n de ideas y las buenas promesas. No se espera que ning¨²n jefe de Estado o de Gobierno se comprometa a fondo, en momentos tan inciertos para el capitalismo occidental.
Londres reunir¨¢ en realidad, dos grupos de pa¨ªses. Los que acuden como expresi¨®n del ?ejemplo? de lo que se puede hacer en momentos de crisis (Estados Unidos, Alemania Federal, Jap¨®n y Canad¨¢) y los que navegan a su aire en medio de la crisis (Gran Breta?a, Francia e Italia). La carencia de una verdadera representaci¨®n de la CEE, que s¨®lo estar¨¢ asociada a ciertos trabajos de la cumbre, es otra expresi¨®n m¨¢s de las diferencias que existen en el propio bloque de pa¨ªses industrializados.
Al margen de. las piruetas diplom¨¢ticas del presidente franc¨¦s, Valery Giscard d'Estaing, la postura europea en la cumbre de Londres frente a Washington y Tokio, estar¨¢ representada por Alemania. Su satisfactoria situaci¨®n econ¨®mica colocar¨¢ al canciller Helmut Schmidt en posici¨®n privilegiada para defender las tesis de una cierta Europa, digamos, comunitaria.
Carter, presidente de Estados Unidos, oporidr¨¢ por su parte, la versi¨®n ?Atl¨¢ntica? al desunido frente ?com¨²n? europeo. Recordar¨¢ sus opiniones a favor de una uni¨®n europea y atacar¨¢ la orientaci¨®n expansionista del comercio nuclear por parte de Bon y Par¨ªs, en nombre de una discutible ?no proliferaci¨®n? de armas nucleares; idea que puede confundirse, en Londres, con el inter¨¦s de Washington de seguir disponiendo de cierto monopolio de la energ¨ªa nuclear con fines pac¨ªficos o b¨¦licos. En esta pol¨¦mica, en la que Bonn.parece ir hasta el final al no renunciar al suministro de centrales a Brasil, el presidente franc¨¦s Giscard d'Estaing tendr¨¢ ocasi¨®n de hablar del nuevo descubrimiento galo que anuncia, a bombo y platillo, dos d¨ªas antes de la cumbre de Londres, un procedimiento que ?desmilitariza? el uranio enriquecido.
Giscard, posible atlantista.
Paralelamente, es probable que Giscard d'Estaing, con sus serios problemas internos, que le obligan a ser m¨¢s ?gaullista? que De Gaulle, se incline al final por las soluciones ?atl¨¢nticas? que proponga Jimmy Carter, apoyado por Schmidt; sobre todo si de ello depende una reactivaci¨®n econ¨®mica general, que favorecer¨ªa a Francia y podr¨ªa oponer una barrera ante la eventualidad de una llegada al poder de la Uni¨®n de la izquierda e?nfrancia.
James Callaghan, por parte brit¨¢nica, y Giulio Andreotti, por la italiana, tendr¨¢n poco que decir a no ser que recuerden sus espectaculares ¨ªndices de inflaci¨®n (superior al 20%), su alto nivel de desempleo y el d¨¦ficit cr¨®nico en sus balanzas de pagos, que originan tensiones socio-econ¨®micas considerables, sobre todo en Italia.
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