Cat¨¢logo de necedades
Existe en esto del menester de cr¨ªtico de televisi¨®n, qu¨¦ ya es menester, una regla t¨¢cita que solemos cumplir los que nos dedicamos a esta cosa tan rara que consiste en comentar por escrito y p¨²blicamente, lo que vemos y o¨ªmos en privado: la de no opinar sobre la! series hasta que las mismas hayan pasado su ecuador. Ahora mismo voy a transgredir tal normativa a prop¨®sito de la primera entrega de la nueva producci¨®n de Alfredo Amestoy, titulada Mi, no comprender. Me importa muy poco (concretamente un bledo) que con el paso del tiempo este espacio mejore o se transforme: con lo visto el pasado jueves por la noche basta y sobra para emitir un juicio sin excesivo riesgo de meter la pata. Esta vez me niego en redondo a conceder a la peque?a pantalla el beneficio de la duda por la sencilla raz¨®n de que, si en un futuro el programa logra convencerme, entonces es que ya no se tratar¨¢ del mismo programa. Con tal idea, con tal gui¨®n, con tal presentaci¨®n, con tal realizaci¨®n y con tales artistas invitados va a ser sumamente dificil trascender la estupidez emitida esta semana.El asunto se resume muy f¨¢cilmente,- lo cual demuestra que tampoco la sencillez y la breve dad son forzosamente virtudes expresivas. Unos se?ores c¨®micos disfrazados de distintos pueblos de Espa?a responden castizamente a las insustancialidades que sobre el pa¨ªs les formulan extranjeros que por estos pagos matan sus ocios o viven de sus negocios. Hasta aqu¨ª, nada que objetar. El se?or Amestoy es muy libre de preguntar a quien le venga en real gana, y si en este caso escogi¨® a la clase de los turistas, tambi¨¦n pudo haber hecho lo mismo con la clase de los rubios, de los miopes, de los funcionarios del Estado o la de los que de lejos parecen m¨¢s calvos de lo que en realidad son. Y digo esto, porque a la vista del insuperable cat¨¢logo de necedades que formaron preguntas y respuestas, no merec¨ªa la pena haber salido de los estudios de televisi¨®n en busca de la verg¨¹enza ajena.
Hay una periferia seria
Pero lo importante est¨¢ en lo otro, en la representaci¨®n gr¨¢fica y sonora que RTVE ha hecho de los pueblos de Espa?a. Ah¨ª quer¨ªa ver yo a los de la tele y la verdad es que no nos han servido. Hasta la fecha, el curioso universo humanoide. de Prado del Rey se divid¨ªa en dos grandes bandos: el de los madrile?os que laboraban en RTVE y el resto. Los primeros, suelen ser unos sujetos impecablemente encorbatados y acicalados que miran a la c¨¢mara, que nos miran, como quien se contempla coquetonamente en un espejo favorecedor, y que est¨¢n firmemente convencidos de que cuando en Madrid llueve, y hay mucho tr¨¢fico, se postulapara el c¨¢ncer, se pronuncian conferencias, se lidian toros, se levanta el tel¨®n, se festeja a San Isidro o hace bochorno, otro tanto ocurre por toda la geograf¨ªa nacional. El resto, ya saben: folklorismo sainetero o silencio. Pues bien, seguramente urgidos por la avalancha de cr¨ªticas perif¨¦ricas acerca del insufrible centralismo que diariamente supuran las 625 l¨ªneas, los mandamases encargaron al se?or Amestoy que realizara algo en el que el protagonista fuera ese resto, los dem¨¢s pueblos que articulan esa dif¨ªcil sintaxis que hemos dado en llamar Espa?a.
Viendo eso de Mi, no entender, verificamos en nuestros o¨ªdos que adem¨¢s de madrile?os hay individuos con acento vasco, catal¨¢n, gallego, valenciano, andaluz y aragon¨¦s. Algo es algo. No hace mucho, el sujeto no madrile?o constitu¨ªa una especie de arquetipo plat¨®nico tocado con boina, ceceante y que repet¨ªa que la gran ciudad no era para ¨¦l. En v¨ªsperas de la consulta electoral la televisi¨®n empieza a mostrarnos las diferencia regionales y, para ello, rediez, no tiene mejor ocurrencia que ilustrarlas a modo de chiste de la ?era del racionamiento?, haciendo simbolizar en media docena de comicios de humor m¨¢s bien grueso y zarzuelero, la plurinacionalidad del Estado espa?ol. Y luego se quejan de que nos metamos con ellos, con la tele.
Pero s¨ª parece que lo hac¨¦is adrede. Si a los cr¨ªticos destructivos nos las est¨¢is poniendo como a Fernando VII. As¨ª, ejecutivos del alma, no hay manera de tomaros en serio porque lo de la peque?a pantalla es de risa y sois vosotros los que os cachondeais de todos nosotros, de los que estamos a este lado del televisor, delegando en Xan das Bolas, Garisa, Mari Sampere, Pajares y Pepe la Rosa lo de las regiones y las nacionalidades.
Una cosa es que la farsa televisual est¨¦ al exclusivo servicio de los intereses materiales y espirituales d¨¦ un Gobierno llovido del cielo e intente lavarnos sutil o groseramente el cerebro para lograr el voto o lo que nos quieren vender, y otra muy distinta intentar conjurar el agudo diferencialismo del pa¨ªs a base de chistolog¨ªa y de la fonolog¨ªa arrevistada.
Topical Spanish
La pasada semana habl¨¢bamos de los refranes y ¨¦sta de los t¨®picos del car¨¢cter regional. Siempre estamos escribiendo de lo mismo, ustedes nos tienen que perdonar, pero es que los de Prado del Rey siempre est¨¢n programando lo mismo; ayer, la paremiolog¨ªa; hoy, la tipicolog¨ªa: que si los gallegos son astutos, que silos vascos padecen cirrosis, que si los catalanes son laboriosos... era de temer.
Si el feminismo pasa en RTVE por Marisa Medina, el agresivo regionalismo aragon¨¦s tiene que pasar forzosamente por Garisa, el imparable nacionalismo ca tal¨¢n por la Sampere y el tercermundismo andaluz por Pepe la Rosa. S¨ª: era terriblemente l¨®gico; pero esper¨¢bamos que en la casa anduvieran ocupados con otros problemas y a nadie se le ocurriera la genial idea conjuradora. Aqu¨ª est¨¢ en toda su espl¨¦ndida impudicia y sin ambig¨¹edades. Los turistas preguntan y los castizos responden. A las tradicionales necedades que formulan los portadores de divisas corresponden los espeluznantes t¨®picos regionales pronunciados en clave dialectal por los porta dores de valores eternos.
Sabido es que el inconmensurable mundo de la necedad se divide en dos grandes apartados: el del t¨ªpico sobre los dem¨¢s y el del t¨®pico sobre nosotros mismos. El programa de Amestoy ha logrado lo que parec¨ªa imposible: conjugar la necedad del viajero ideal con la del vasco ideal, la del catal¨¢n ideal, la del gallego ideal... Este programa es la sublimaci¨®n de la redundancia: Alfredo Amestoy haciendo de Alfredo Amestoy enfrenta a turistas haciendo de turistas con graciosos regionales haciendo de graciosos regionales. Pocas veces el topical spanish alcanz¨® tan altas cotas de sonrojo y pocas veces el cat¨¢logo de las necedades que nos dicen y nos autodecimos estuvo tan repleto. Esto es como las zarzuelas, pero en prosa y sin fanfarria musical.
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