Do?a Pilar
Las madres terribles, que dec¨ªa Federico Garc¨ªa Lorca, las madres terribles de la raza, vuelven y volver¨¢n siempre, no mueren porque se haya desmontado la Secci¨®n Femenina (ha habido un homenaje a Pilar Primo de Rivera en el Castillo de la Mota), sino que las grandes matriarcas de Iberia est¨¢n ahora presentes en la campa?a electoral. Es la mujer fuerte de la Espa?a b¨ªblica, que viene reencarnando desde do?a Jimena hasta Pilar Careaga, pasando por Bernarda Alba.Do?a Pilar Careaga, a la que en tiempos de alcaldesa lleg¨® a conocerse como do?a Pilar Cabreada, por su mucho temperamento, dice que ha fichado por Blas Pi?ar, como el otro d¨ªa Carmen Llorca por Fraga Iribarne. Mujeres fuertes que se visten la cota de malla de nuestra derecha eterna, Juanas de Arco de la eterna hoguera de Espa?a. Dec¨ªa Kant que Espa?a es el pa¨ªs de los antepasados, pero yo creo que es, sobre todo, el pa¨ªs de las antepasadas. Las grandes matriarcas nos gobiernan desde Isabel la Cat¨®lica.
-Considere usted, don Francisco -me dice el quiosquero-, que tambi¨¦n hay mujeres fuertes en la izquIerda.
Claro,y en todas partes, Nin¨ª Montiam se lo dijo el otro d¨ªa a mi querida Rosa Montero:
-Soy m¨¢s conocida que la Cibeles.
Y esta es la cuesti¨®n, que no hablo yo de la mujer fuerte o d¨¦bil, con sus derechos e Igualdades, que los tiene todos, sino de esa raza de espa?olas que llevan dentro una alcaldesa, una Cibeles o un Torquemada. He estado comiendo en casa de Paco Garc¨ªa Salve, con su mujer Isabel, menuda, militante y embarazada. Nada m¨¢s comer se fue Isabel a dar sus clases, con las que se gana la vida, pese a que lleva el embarazo muy avanzado. Somos un pa¨ªs de mujeres fuertes, y eso est¨¢ bien, pero de las que yo hablo es de las que, adem¨¢s de llevar la fortaleza por dentro, llevan la cota de malla por fuera, el cintur¨®n de castidad o la camisa de uralita de Juana la Loca.
No le temo yo a Alianza Popular, ni a la derecha arrolladora, ni al paleocapitalismo nacional. Les temo a las grandes amazonas de la raza, a las alcaldesas de la Historia, a las se?oritas toreras y a las procuradoras en Cortes.
La Secci¨®n Femenina, creo yo, no fue un invento caprichoso de la Falange, sino la concreci¨®n de una manera de ser espa?ola, que viene desde las hero¨ªnas de Lope, que se vest¨ªan de hombre para correr m ? undo y aventuras. Ana Mariscal hizo una vez de Don Juan Tenorio, y ahora me dicen que milita en la derecha eterna.
Nada es casual, como dir¨ªan los memoriones de este peri¨®dico. De nada vale desmantelar el Castillo de la Mota s¨ª las grandes hembras nacionales siguen encastilladas en el integrismo, la moral inamovible y el beso que no se lo doy a cualquiera.
Quien ha hecho de Espa?a un pa¨ªs machista han sido las mujeres, ciertas mujeres, esas grandes y fuertes mujeres que nacen ya con una alcaldesa dentro y que rigen el pa¨ªs desde un castillo o desde un estanco, seg¨²n los casos. Ahora salen los obispos dando un t¨ªmido paso en la comprensi¨®n del divorcio civil, y hay que decir que quien ha hecho del matrimonio un v¨ªnculo de hierro (aparte los preceptos paulinos) es, en Espa?a, la perfecta casada de Fray Luis, la mujer que quiz¨¢ ten¨ªa una pierna quebrada., pero ten¨ªa la otra de palo, firme como pierna de pirata. La vuelta de Pilar Careaga a la vida pol¨ªtica nacional, su incorporaci¨®n valiente a la primera fila de Fuerza Nueva, hace de ella la Julia Sforza de un medievalismo que cabalga de nuevo.
Mientras las adolescentes ¨¢cratas se desnudan en lo alto de las plazas y los monumentos, las adultas ¨ªntegras e integristas se visten la armadura de la tradici¨®n con incrustaciones de oro del Banesto para defender el gran matriarcado moral de Espa?a. Si Nin¨ª Montiam lleva dentro a la Cibeles, Pilar Careaga lleva dentro al alcalde de Zalamea.
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