Votar para nada
Esta vez no se trata de inventar una nueva coalici¨®n o de hacer sutiles distinciones entre el centro-derecha y el centro-izquierda. Esta vez los israel¨ªes deber¨¢n ir a las urnas para pronunciarse sobre la viabilidad de su proyecto social y econ¨®mico ante la crisis galopante. Ni que decir tiene que, de las urnas esta vez, tampoco saldr¨¢ la respuesta ni la soluci¨®n. Despu¨¦s de la ?guerra del Yom Kimpur?, la infalibilidad del poder se desmoron¨® ante unosjefes militares que hab¨ªan demostrado su falta de previsi¨®n. Este deterioro ha continuado. Y culmin¨® con el esc¨¢ndalo de la ?cuenta corriente de la se?ora Rabin?, que le cost¨® el puesto al primer ministro. Israel ha sufrido m¨¢s que ning¨²n otro pa¨ªs mediterr¨¢neo las consecuencias de la crisis del petr¨®leo. La inflaci¨®n (un 48 % anual), el aumento de los impuestos (un 41 % en relaci¨®n conel a?o anterior), el paro (un 7 % sobre la poblaci¨®n activa) han servido como detonador de una crisis profunda, cuyo germen tal vez estuviera ya en el propio Estad -0 fundado por Ben Gurion.Las cosas imposibles (delincuencia juvenil, alcoholismo, inseguridad en las ciudades, etc¨¦tera) en aquella organizaci¨®n estricta y puritana han hechdya su aparici¨®n. Y de golpe, el mundo at¨®nito ha descubierto las enormes diferenci as sociales ,existentes entre ?askenazis? (?blaricos?) y ?sefard¨ªes? (?negros?), entre ¨¢rabes ocupados y ciudadanos jud¨ªos, entre pr¨®speros especuladores y m¨ªsticos habitantes de los ?kibuztsin?. Esta sorpresa y la tenaz lucha de la OLP ante la Comunidad Internacional han movido seguramente a Carter el otro d¨ªa a pedir para los palestinos ?una patria?. Inmediatamente despu¨¦s, el presidente americano ha cambiado de tercio para se?alar que seguir¨¢ habiendo relaciones ?especiales y permanentes? entre Israel y USA, lo que equivale a decir que habr¨¢ m¨¢s armas, m¨¢s dinero y m¨¢s... presi¨®n para la paz. Las previsiones electorales no ofrecen sorpresa alguna. La coalici¨®n gubernamental descender¨¢, lo mismo que el ?Likud? (derecha), subida moderada del nuevo ?Movimiento Democr¨¢tico para el cambio?, estancamiento del Partido Nacional Religioso y aumento del Partido Comunista (gracias a los votos ¨¢rabes). Pero el panorama no parece que vaya a cambiar espectacularinente, es decir, la coalici¨®n gubernamental seguir¨¢ siendo mayoritaria, aunque muy probablemente no pueda mantener un extenso monopolio sobre las tres carteras claves: Defensa, Asuntos Exteriores y Hacienda. Sea como sea, estas elecciones no arreglar¨¢n nada o ca ' si nada. Dentro de pocos meses ser¨¢ pre ciso volver a convocar de nuevo al electorado, porque muy proba blemente la nueva (o la antigua) coalici¨®n no se mantendr¨¢, aun que no haya que descartar tampoco la creaci¨®n de un ?Gobierno de salvaci¨®n nacional?, en el que intervendr¨ªan desde el ?Alineamiento? (coalici¨®n gubernamental) hasta el ?Likud?. Pero los problemas claves del pa¨ªs no se jugar¨¢n en las urnas hoy. La campa?a electoral ha servido para medir la temperatura de la opini¨®n p¨²blica y de los partidos. La gran mayor¨ªa se opone a la creaci¨®n de un ?Estado palestino? en CisJordania y Gaza. La gran mayor¨ªa se opone a ceder el Golan sin contrapartida? militares. La gran mayor¨ªa no admite siquiera discutir sobre Jerusal¨¦n. Las concesiones de la derecha y del centro van hasta la cesi¨®n de algunos territorios al rey Hussein. Pero la OLI> no existe, las organizaciones palestinas son grupos de ?terroristas irreductibles?, y el ? Estado multirracial y democr¨¢tico? es s¨®lo un sue?o s¨®rdido e ?rrealizable. Para los palestinos la hora de las concesiones no ha llegado todav¨ªa: la crisis deber¨¢ ser m¨¢s profunda en Israel.
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