Pureza de sangre
Del mismo modo que los nobles quieren parecer electricistas y van en zapatillas y con el niki del cocodrilo, los rojos queremos parecer nobles y ahora se ha entablado un pleito, entre el rojer¨ªo, sobre la pureza de sangre:-?Qui¨¦n es m¨¢s rojo, Fernando Arrabal, que ha estado toda la vida en el exilio, o Buero Vallejo, que ha estado toda la vida en el caf¨¦ Gij¨®n?- dice el parado.
Llamo a casa de Antonio, para preguntarle, pero me dicen que est¨¢ con dolor de Espa?a. La cosa, que yo me recuerde, empez¨® cuando vino don Alejandro Casona con aquel su teatro tan bonito, que la gran Nuria Espert, en Nuestra Natacha, se llevaba las manos al vientre, como acostumbra en escena, y dec¨ªa que Espa?a hay que salvarla coci¨¦ndose cada uno su pan. A m¨ª me dan ya la barra cocida, cuando voy a comprarlo, o sea que debo ser un reaccionario. Los rojos del exilio interior dijeron por entonces:
-No hay derecho. Nosotros llevamos aqu¨ª aguantando cuarenta a?os de c¨¢rcel infinita, como dir¨ªa Calvo Sotelo de Rusia, y ahora viene don Alejandro, que ha vivido como un indiano en las Am¨¦ricas, a disfrutar de nuestro sacrificio.
Y en seguida se decret¨® que su teatro era benaventino, cursi y reaccionario, cosa que result¨® verdad, pero pod¨ªan haberlo avisado antes y nos hab¨ªamos evitado leerlo. Ahora pasa lo mismo con Fernando Arrabal, que era la Espa?a del ¨¦xodo y del llanto con gafitas, el exilio eterno, una mezcla de Echegaray (a ¨¦l le gusta mucho Echegaray, Espronceda y Morat¨ªn, ante el mundo. Pero amenaza con volver y, a su paso por Barajas, ha dicho unas cuantas egolatr¨ªas de aeropuerto. Bueno, pues ya est¨¢ montado el pleito de pureza de sangre entre rojos. ?Qui¨¦n es m¨¢s rojo, Arrabal, que abandon¨® su patria y su Tabacalera; donde ten¨ªa un empleo decente, para ser la Espa?a errante, o el se?or Hormig¨®n, que ha fumado impert¨¦rrito su pipa, la pipa de la paz marxista, mientras ca¨ªan chuzos franquistas de punta envenenada con curare?
Desde fuera del pec¨¦, unos observadores dicen que Carrillo tiene todos los derechos, porque tiene solera, historia personal e Historia de Espa?a. Son, digamos, los legitimistas de la causa. Otros dicen que es mejor Tamames, porque est¨¢ m¨¢s jovencito, no ha hecho la guerra y cae bien al personal. Hay, ya digo, como una guerra por la legitimidad y la pureza de sangre roja entre la resistencia y el exilio. Algunos rojos hablan de su pureza de sangre como duques.
-?Qui¨¦n es m¨¢s rojo, jefe -me dice el abrecoches-, el se?or Alberti, que ha vivido el duro exilio a base de pintar biombos y abanicos, o el se?or Celaya, que ha vivido el exilio interior a base de los bocadillos de chicharros que le preparaba do?a Amparo?
Hombre, pues no s¨¦, me ponen ustedes en una tesitura. Yo creo que ambos son dos grandes poetas y que ambos han hecho mucho por la claridad de Espa?a. Aparte diferencias ideol¨®gicas -que la izquierda es plural y rica, ne monol¨ªtica como la derecha-, a m¨ª me parece que no hay que dar al mundo el espect¨¢culo preelectoral de estos pleitos de honor por la pureza de sangre roja. La de estos se?ores son inteligentes, algunos muy inteligentes, y aparte los tanques de Mosc¨², que son una minucia (pero una minucia que mata, eso s¨ª), debieran ponerse de acuerdo y darse el gran abrazo viril de la libertad y la revoluci¨®n, porque s¨®lo faltaba que se pusieran ahora a pleitear por la pureza de sangre, como marquesas menop¨¢usicas o caballos de carreras.
Entre caballo y marquesa, Arrabal ha dicho horrores de algunos rojos del interior, y Pozuelo le ha replicado en Triunfo, y luego ha enviado a Haro Tecglen a que le ri?a en la Hoja del Lunes. Ahora va a resultar que el teatro de Arrabal, que ha revolucionado Europa, es tambi¨¦n decadente y benaventino, como el de Casona. Yo ni siquiera he visto ese teatro, pero creo que Espa?a debe ser de todos. O seguir¨¢ siendo de los de siempre, de los que, adem¨¢s de tener la sangre azul, montan un caballo que es grande de Espa?a.
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