La uni¨®n del empresariado
El empresario espa?ol es una de las fuerzas sociales m¨¢s importantes que existen en nuestro pa¨ªs. Importante no s¨®lo por su n¨²mero -un mill¨®n de empresas con trabajadores por cuenta ajena y m¨¢s de dos millones de empresarios aut¨®nomos-, sino, fundamentalmente, por su dinamismo y por la fuerza creadora que representa su capacidad de iniciativa.Sin embargo, en la pr¨¢ctica hasta la fecha, este grupo social apenas ha hecho valer la importancia de su posici¨®n como colectivo. Frente a los que pretenden presentar al empresario espa?ol como beneficiario del r¨¦gimen pasado y al margen de las posiciones privilegiadas que algunos empresarios hayan disfrutado -lo que, por otro lado, ha ocurrido con todos los estamentos de la sociedad en general-, como conjunto se encontr¨® dentro de un marco impuesto como las otras fuerzas sociales y su actuaci¨®n ha estado largamente condicionada por el exceso de intervencionismo estatal y el sin fin de reglamentaciones, cada vez m¨¢s complejas y contradictorias, que dificultaron seriamente las posibilidades empresariales en muchos campos y, son hoy, todav¨ªa, un decidido obst¨¢culo para la clarificaci¨®n del sector econ¨®mico.
Ese mismo dirigismo estatal, traducido en una concepci¨®n paternalista de las relaciones laborales false¨® la realidad de las mismas y ha impedido el nacirniento y desarrollo de unas organizaciones con suficiente representatividad, que permitieran establecer a trav¨¦s de interldcutores v¨¢lidos, de los trabajadores y de los empresarios, el di¨¢logo permanente entre ambas partes. Adem¨¢s de la necesidad de disponer de representantes del lado empresarial que promuevan la negociaci¨®n con los de los trabajadores para encontrar puntos de entendimiento y evitar una confrontaci¨®n que agudizar¨ªa hasta extremos dif¨ªcilmente reversibles, el grave deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica que hoy padecemos, se dan otras muchas razones que hacen urgente la existencia de unas organizaciones empresariales fuertes y representativas.
Como ya he escrito en otras ocasiones, largamente sobre ellas, perm¨ªtaseme hoy hacer un simple recordatorio de las que considero m¨¢s importantes:
- La defensa de la fecundidad de la libre iniciativa en un modelo democr¨¢tico, y ello, no s¨®lo por entender que la econom¨ªa social de mercado ha demostrado sobradamente que es el marco m¨¢s eficaz para la creaci¨®n de riqueza y blenestar general del pueblo, sino porque adem¨¢s, la libertad de emprender es fundamental como elemento de equilibrio en una sociedad de libertades, y cuando ella desaparece acaban desapareciendo las dem¨¢s.
- Evitar el deterioro de la imagen empresarial ante la opini¨®n p¨²blica, presentando, adecuadamente, la importancia de la funci¨®n socio-econ¨®mica que cumple el empresario.
- Disponer de un portavoz con peso espec¨ªfico suficiente y la independencia necesaria para que se tengan en cuenta los puntos de vista empresariales y sus planteamientos en las medidas a adoptar para resolver las grandes cuestiones socio-econ¨®micas. Portavoz que deber¨¢ actuar no s¨®lo ante la Administraci¨®n P¨²blica en todos sus niveles, sino en todo el complejo entramado de las diversas instancias, instituciones y partidos -del Gobierno o la Oposici¨®n-, en que se gestan las grandes decisiones.
- Fomentar el esp¨ªritu de solidaridad entre las empresas, tratando de dar cada d¨ªa m¨¢s cohesi¨®n al cuerpo que representan, arbitrando las diferencias que puedan producirse y evitando los posibles antagonismos y divisi¨®n del empresariado.
- Crear unos servicios eficaces de asistencia en todos los campos que sean necesarios -laboral, fiscal, formaci¨®n, informaci¨®n, etc¨¦tera-, y en los diferentes niveles que puedan ser requeridos, con una especial¨ªsima atenci¨®n a los problemas de la peque?a y mediana empresa.
Paralelamente a estas grandes razones que hacen imprescindible y urgente la existencia de las organizaciones empresariales, se dan diversos postulados o principios fundamentales, que parece deben respetarse en las actuaciones que se lleven a cabo. He aqu¨ª los que considero m¨¢s importantes:
a) Permitir la unidad final del empresariado espa?ol.
b) Que ese proceso hacia la unidad se realice libre y voluntariamente, desde la base, sin manipulaci¨®n de ninguna clase.
c) Que las estructuras organizativas tengan en cuenta la diversidad de la problem¨¢tica empresarial.
d) Que se evite toda situaci¨®n de vac¨ªo que pueda afectar gravemente a los intereses empresariales.
a) La unidad final del empresariado espa?ol
Creo que, afortunadamente, cuantos nos movemos en las diversas iniciativas empresariales, tenemos plena conciencia del valor positivo que representa la unidad final de los empresarios. Tal unidad no s¨®lo dar¨¢ un peso y una operatividad mayor a su actuaci¨®n, sino que producir¨¢ un efecto multiplicador importante en la participaci¨®n asociativa de los empresarios que se pueden sentir confusos, en otro caso, ante una pluralidad de opciones de caracteres parecidos.
Salvaguardar esta unidad final, supone renunciar previamente a personalismos o a posiciones de privilegio de cualquier tipo que ¨¦stas sean: conservaci¨®n de puestos, situaciones de poder o privilegio individual, sectorial, territorial o de tama?o de empresa. Ser¨ªa un grave error introducir cualquier elemento de divisi¨®n en el empresariado y so pretexto de los intereses diferenciales que puedan existir provocar o dejar que se produzcan antagonismos en su seno. Por encima y m¨¢s all¨¢ de todos los problemas espec¨ªficos de las empresas. existe una problem¨¢tica com¨²n que s¨®lo podr¨¢ ser debidamente abordada si todos los empresarios estamos unidos.
Pero, sobre todo. preservar la unidad final del empresariado, supone el planteamiento de unas organizaciones estrictamente empresariales, profesionales, independientes no s¨®lo de la Administraci¨®n P¨²blica y de los Sindicatos de Trabajadores, sino de toda vinculaci¨®n con partidos pol¨ªticos concretos o grupos de presi¨®n.
Esta independencia no representa una asepsia pol¨ªtica general, una especie de indiferencia hacia lo que ocurra en el campo pol¨ªtico, pues evidentemente, el apoyo y la defensa de la libre iniciativa es ya una opci¨®n que s¨®lo se corresponde con una parte del espectro pol¨ªtico, puesto que algunos programas se manifiestan en contra de este sistema. Pero en lo concreto, que todo empresario como ciudadano libre que es, milite o vote al partido de sus preferencias, manteniendo a las organizaciones, como tales, ajenas a todo tipo de vinculaci¨®n. Lo contrario ser¨ªa introducir un grave elemento de desuni¨®n en el empresariado que, por otro lado, debe organizarse para influir en la pol¨ªtica del Gobierno, cualquiera que sea el partido que se encuentre en el Poder.
b) Libertad y voluntariedad
Para ser fecunda esta unidad debe producirse en plena libertad y sobre la base de la voluntariedad de afiliaci¨®n. Una actuaci¨®n as¨ª implica que la unidad no puede ser impuesta ni manipulada, sino que tiene que ser un proceso que surja desde la base, que camine de abajo hacia arriba, y en el que se fomente la participaci¨®n de todos, a trav¨¦s de una convocatoria abierta y sin exclusiones en ninguno de sus niveles, y realizada desde fuera de las estructuras del pasado.
En este proceso no basta con el respeto absoluto de tal libertad, sino que as¨ª debe aparecer ante todos para evitar la pasividad y el alejamiento engendrados durante los cuarenta a?os de sindicalismo obligatorio.
c) Organizaciones configuradas en funci¨®n de la diversa problem¨¢tica empresarial
Los problemas de la empresa tienen ¨¢mbitos y niveles muy diversos. Unos corresponden a las diferentes actividades econ¨®micas, otros a los de su emplazamiento geogr¨¢fico, y los hay que son comunes a todas las empresas. Los planteamientos asociativos deben tener en cuenta la diversidad para responder con eficacia a las necesidades de sus asociados. De otro lado, no se trata de inventar nada nuevo, sino de adaptar a Espa?a lo que se ha experimentado ya, con ¨¦xito duradero, en otros pa¨ªses del mundo occidental.
Para resolver los problemas espec¨ªficos que derivan de una actividad econ¨®mica com¨²n, tendr¨¢ que haber unas organizaciones sectoriales que pueden plantearse con la m¨¢s amplia diversidad de niveles territoriales -seg¨²n las exigencias de eficacia- hasta converger en unas grandes Federaciones Sectoriales Nacionales. Existen, tambi¨¦n, circunstancias particulares de un determinado territorio, comunes a las empresas radicadas en el mismo, aunque sean de diversas ramas o sectores. Para atenderles deber¨¢n existir unas organizaciones intersectoriales o interprofesionales que agrupen a las empresas de una comarca, provincia o regi¨®n para afrontar los problemas conjuntos de su ¨¢mbito espec¨ªfico.
Finalmente, con la participaci¨®n de las diversas Federaciones Sectoriales o Profesionales Nacionales y con la de las Organizaciones Territoriales Interprofesionales se debe configurar un ¨®rgano nacional que aborde la problem¨¢tica com¨²n. En este orden de ideas, muchos creemos que a nivel nacional, un marco flexible de car¨¢cter confederativo, que conjugue el valor positivo de la unidad con el respeto a la autonom¨ªa y libertad de acci¨®n de las organizaciones que lo componen, es la mejor soluci¨®n, pero ser¨¢ el propio empresariado, en su d¨ªa, el que debe libremente decidirlo.
d) Evitar el vac¨ªo
Con un empresariado preocupado y absorbido por la supervivencia y superaci¨®n de la grave crisis econ¨®mica, por un lado, y con un notable grado de pasividad engendrado hacia los movimientos asociativos por el sindicalismo obligatorio, se corre el grave riesgo en el paso hacia una situaci¨®n de asociacionismo voluntario de que se produzca una desbandada general y su alejamiento por un largo per¨ªodo de las nuevas organizaciones y la consiguiente merma de peso espec¨ªfico de ¨¦stas, salvo que todos los empresarios tomemos conciencia de la situaci¨®n y sepamos actuar con la urgencia necesaria que evite el vac¨ªo en la representaci¨®n del empresariado, que ser¨ªa gravemente peligroso.
Esta urgencia supone, adem¨¢s de una acci¨®n r¨¢pida y eficaz, olvidarse de perfeccionismos que demorar¨ªan por mucho tiempo la constituci¨®n de unas estructuras capaces de coordinar al empresariado y por esa urgencia, tambi¨¦n, aunque lo normal habr¨ªa sido que cada provincia o regi¨®n y cada sector profesional se agruparan primero por su cuenta, y, una vez todas las organizaciones territoriales y sectoriales constituidas, se planteara la creaci¨®n del marco nacional que sea capaz de afrontar los problemas comunes, es preciso actuar en paralelo y, al mismo tiempo, que los empresarios vamos formando nuestras estructuras profesionales e interprofesionales, todas las iniciativas constitu¨ªdas o en constituci¨®n deben participar en la configuraci¨®n del marco nacional, a trav¨¦s de una convocatoria conjunta. Convocatoria com¨²n, hecha desde la libertad y la voluntariedad, y desde fuera de cualquier estructura del pasado, para frontar el futuro con unas organizaciones suficientemente cohesionadas y representativas para jugar el papel din¨¢mico que le corresponde al empresariado, no s¨®lo en la defensa de sus intereses leg¨ªtimos sino para participar activamente en la construcci¨®n de una sociedad cada d¨ªa m¨¢s pr¨®spera y m¨¢s humana.
Promotor de la Confederaci¨®n Empresarial Espa?ola
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