"Werther, por Alfredo Kraus
No fueron escasos los intentos oper¨ªsticos sobre Las desventuras del joven Werther. Publicadas en 1774, ya en 1792 Kreutzer presenta en Par¨ªs una suerte de representaci¨®n con Arias que obtuvo alguna fortuna. Durante el siglo XIX aparecen los Werther de Puccita (1804), Benvenuti (1811), Coccia (1816), Gentillo (1862), Victor Vreus (1876), Massenet (1892) y Randegger (l899). Casi nada sabemos del Werther escrito por el levantino Eduardo Xim¨¦nez, muerto en 1900.
Aunque alguna de estas piezas l¨ªricas llegaron a conseguir aceptaci¨®n y hasta ¨¦xito, a partir del Werther de Massenet, todas desaparecieron de los escenarios y de las memorias. ?Queda algo de Goethe en la ¨®pera del m¨²sico franc¨¦s? Lo m¨¢s superficial de la historia y la adopci¨®n la parisiense del sentimentalismo rom¨¢ntico m¨¢s dulce y burgu¨¦s. Sope?a, en su breve y excelente nota de programa, se apoya en las palabras clave: sensualidad, elegancia. Claudio Debussy prefer¨ªa el tratamiento dado por Massenet a los personajes femeninos —Sof¨ªa sobre todo— y acertaba. Esa sensualidad, esa elegancia massenetiana es, por encima de todo, sutilmente femenina, incluidas las partes —algunas muy bellas— encomendadas al personaje central masculino. Hay que recordar, cada vez que se escuchan Werther o Man¨®n la maestr¨ªa de su autor, la claridad de una textura montada sobre lo m¨¢s tiernamente expresivo. S¨®lo desde tal perfecci¨®n, capaz de defender la intimidad de una ambientaci¨®n que es perfume sonoro, las dulzuras de Werther no llegan a empalagarnos.
Teatro de La Zarzuela
Werther de Massenet. Dr. G. Asensio. Kraus, Davison, Cava, Saccomani, Boscoso y Catania. 20 y 24 de mayo
La representaci¨®n de la Zarzuela, muy bien puesta en escena y conseguida musicalmente bajo la direcci¨®n de Garc¨ªa Asensio, se centraba en Alfredo Kraus, uno de los grandes de la l¨ªrica espa?ola. La tradicional musicalidad del tenor canario ha ganado, d¨ªa a d¨ªa, en poder expresivo hasta lograr matices de definitiva persuasi¨®n, todo ello sin olvidar un rigor estil¨ªstico tan exigente como el de un buen instrumentista. Es m¨¢s: las calidades de su voz convienen de manera ideal al personaje y su tratamiento musical por Massenet. Kraus construye su joven Werther desde unas estructuras sentimentales tan interiorizadas que, en ocasiones, nos parece estar so?ando a Mahier. Otorga gallard¨ªa a la debolezza y hace de la elegancia distanciamiento para salvar los excesos de la sensualidad, El triunfo de Kraus —en plenitud de facultades y saberes— fue definitivo, clamoroso. Sin belleza vocal, la respuesta de la soprano Joy Davison (Carlota) estuvo cargada de inteligencia conceptual y matizaci¨®n de contrastes, en tanto Dolores Cava sirvi¨® una correcta Sof¨ªa, un punto trivializada en lo teatral. Digno, noble, el Alberto del bar¨ªtono Saccomani y encarnado con no menor categor¨ªa el Johan de Franco Boscolo. Catania y Pardo Barral completaron el entonado reparto, verdadero plinto sobre el que se alz¨® Alfredo Kraus.
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