Los ritos de la renovaci¨®n
Para que la atenci¨®n del personal no decaiga, nos remozan (eso dicen) la programaci¨®n. Es un viejo truco de la casa, consistente en trastocar sagazmente los horarios y en sustituir descarad¨¢mente un telefimle USA por otro telefilme USA. Es, en definitiva, el arcano ritual de la renovaci¨®n primitiva en su variante electr¨®nica. Cada cierto tiempo es necesario oficiar solemnemente el ceremonial de la ilusi¨®n con el fin de animar y contentar al todopoderoso panel de audiencia, ¨¢rbol sagrado de Prado del Rey, rama dorada de RTVE, totem gubernamental al que es preceptivo sacrificar de vez en cuando algunos nombres propios, a ser posible virginales, para evitar la terrible posibilidad de que el fantasma de la incertidumbre planee sobre las 625 l¨ªneas sagradas y tambalee el bien tramado equilibrio de la redundancia.Los hechiceros ya lo han dispiresto todo para la nueva ordenaci¨®n de los viejos materiales con motivo de la inminerite celebraci¨®n del solsticio de verano. Se nos va la agotadora y sudorosa Casa de la pradera, que talmente parec¨ªa un cursillo intensivo del PPO en versi¨®n protestante, y en su lugar anuncian una serie llamada Sara, de la que s¨®lo sabemos que est¨¢ producida por la casa americana MCA, noticia que no constituye precisamente una noticia. Tambi¨¦n finaliz¨®, l¨¢grima en ristre, el novel¨®n Hombre rico, hombre pobre, divertido drama yanqui que, por lo menos, tuvo la virtud de ofrecernos un amplio y valios¨ªsimo cat¨¢logo de los valores y obsesiones m¨¢s caracter¨ªsticas de esas curiosas clases medias urbanas que habitan al otro lado del oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Es sustituida por Tensi¨®n, serie de intriga inglesa (aqu¨ª est¨¢ la gran novedad) de la que nos asegura la propaganda oficial de RTVE que a lo largo de sus doce episodios ?narra historias de suspense que sin recurrir a la violencia, hace intervenir la imaginaci¨®n del espectador?. Estamos al acecho, que tal y como est¨¢ el patio, eso de entretener sin violencia y con imaginacion suena excesivamente ex¨®tico para nuestras pobres costumbres televisuales. Y ya que de violencia hablamos, bueno es se?alar que, por fin, desarman a los hombres del teniente Harrelson y los pasan sin m¨¢s contemplaciones a la reserva. La operaci¨®n del relevo correr¨¢ a cargo de la guapa Angie Dicknson, La mujer polic¨ªa, que acude desde el segundo programa a paliar, en la medida de lo posible, los semanales derramamientos de sangre de la primera.
Matt Helm y La baronesa de Carini, dos productos francamente apropiados para el reposo de la guerrera, ser¨¢n relevados, respectivamente, por otra serie inglesa y por unos documentales acerca de la historia del au tom¨®vil y ?su relaci¨®n con el hombre moderno?, asunto que, como se sabe, apasiona al ama de casa y a las clases pasivas nacionales. Por ¨²ltimo, Espacio 1999 se emitir¨¢ dentro de la programaci¨®n infantil (sustituyendo a Costa b¨¢rbara), y su tiempo habitual ser¨¢ rellenado por un nuevo producto americano, La oficina Delphi. Lo cierto es que la dichosa serie de ciencia-ficci¨®n est¨¢ resultando muy reincidente, y lo que empez¨® siendo una intrascendente, diversi¨®n, va camino de convertirse en un absurdo desfile de monstruos siderales con rid¨ªculas man¨ªas filos¨®ficas. Esta vez el cambio es pertinente: nada m¨¢s l¨®gico que los infantilismos se emitan en los espacios infantiles en, espera de que alg¨²n d¨ªa espacios informativos de la categor¨ªa de La semana lleguen aser vistos y o¨ªdos por los adultos. Tambi¨¦n es buena cosa el regreso de Ra¨ªces el primer programa, los. mi¨¦rcoles. Por cierto, que jam¨¢s entendimos el eclipse de esa estupenda producci¨®n espa?ola, que da ciento y raya a multitud de bodrios extranjeros que no hacen m¨¢s que desequilibrar nuestra balanza de pagos. En el mismo sentido saludamos el resurgimiento de La clave, aunque siga condenado a segunda cadena; como ocurre con el formidable A fondo, de Soler Serrano, cuyo empecinamiento por parte de los ejecutivos para sustraerle a las miradas de todo el pa¨ªs empieza a ser muy sospechoso.
La serie Curro Jim¨¦nez circula por los temidos derroteros, por las previstas serran¨ªas del Gazpacho-western, y unos dicen que vamos a tener sanchokan para rato, y otros, que pronto se terminar¨¢ la tortura de tener que aguantar cada domingo las altaner¨ªas a lo Cifesa de ese gran dolbe del cine espa?ol que el el se?or Gracia, que en ocasiones disfraza al bandolero andaluz de ardiente defensor de los ilustrados de C¨¢diz, mientras que en no pocas galopa y corta el viento caminito de Jerez.
Los que desaparecen definitivamente son los alegres chicos de Andante, que en el corto per¨ªodo de sus ejercicios espirituales en la peque?a pantalla consiguieron rebasar con creces todas las marcas conocidas de horteridad Icelt¨ªbera a costa del feminismo, del erotismo, del humorismo y de lo que se les pusiera por delante a los audaces se?ores de Santiesteban el Pian¨ªsimo, de parlanch¨ªn Joaqu¨ªn Merino tambi¨¦n se larga por el foro, pero el hombre se hizo un hueco en las tardes de los domingos: espacio que, naturalmente, se titula Andar y charlar.
Est¨¢n previstos adem¨¢s, nuevos programas caseros dedicados a la cocina, a las ciencias, a Cervantes, y a Don Quijote. Pero para lo ¨¦sencial, en esto que les cont¨¦ consiste el actual rito de renovaci¨®n. En tiempos pasado y bien pasados (toquemos madera) esta decidida voluntad de reiteraci¨®n, de repetici¨®n, de falta de imaginaci¨®n programadora, hubiera pasado desapercibida porque as¨ª mismo nos estaban haciendo discurrir la historia inmediata. Lo que llama la atenci¨®n es que RTVE celebre de manera tan triste y redundante su primer verano democr¨¢tico. S¨®lo encuentro dos explicaciones al hecho: que esta llamada nueva programaci¨®n es meramente provisional, en espera del Gobierno (o lo que sea) que resulte de la aplicaci¨®n del sufragio universal, o que los ejecutivos de Prado del Rey est¨¢n plenamente convencidos de que aqu¨ª no va a pasar nada y por eso pueden seguir manipulando la tele como si tal cosa. Siempre, repito, hay dos maneras de ver la tele: como reflejo de una realidad social condicionada por la propia televisi¨®n y/o como reflejo de las secretas intenciones de las altas esferas moncloicas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.