S¨®lo diez orejas, de m¨¢s de cien toros, se cortaron en la isidrada

De 102 toros que han sido estoqueados en la Feria de San Isidro -virtualmente 202 trofeos para premiar a los matadores-, s¨®lo se han cortado diez orejas. La desproporci¨®n es tan llamativa, que habla por s¨ª sola. Pero hay que a?adir, adem¨¢s, porque se trata de otro dato objetivo, que de esas diez orejas cinco fueron protestadas ruidosamente, y si las concedieron las respectivas presidencias fue por su injustificada generosidad, que no respondi¨®. en ning¨²n caso, a peticiones verdaderamente mayoritarias del p¨²blico, como as¨ª lo exige el reglamento.De manera que si con tantas corridas -dejamos ahora aparte las novilladas y el rejoneo- y tantos toros lidiados, los trofeos alcanzan aquella rid¨ªcula cifra. hay que deducir que las reses presentaron serias dificultades, o no hubo calidad en los toreros. o ambas cosas a la vez.

Es cierto que este a?o, con car¨¢cter general, ha salido el toro de edad y trap¨ªo, y aqu¨ª podr¨ªamos encontrar claras razones que expliquen los escasos triunfos. Pero es cierto tambi¨¦n que este toro durante a?os exigido por la afici¨®n y que impone la categor¨ªa del espect¨¢culo, no ha tenido -igualmente con car¨¢cter general- la fortaleza que habr¨ªa hecho suponer su trap¨ªo. La medida la ha dado la suerte de varas. Muy pocos llegaron a derribar; muy pocos soportaron las tres varas en regia; y, por el contrario, fueron muchos los que doblaban las manos o rodaban lamentablemente por los suelos.

Por otra parte, el toro con problemas insuperables, con peligro, se vio en diversas corridas -los de Garc¨ªa Romero, los de Louro, con sus remiendos de sustitutos y sobreros, por ejemplo; el de P¨¦rez Angoso, que corne¨® a un pe¨®n, un miura, un victorino, alg¨²n cobaleda, etc¨¦tera-, pero tampoco fue esa la norma.

M¨¢s clara ha sido la falta de inspiraci¨®n, y sobre todo de recursos, por parte de los toreros. Las corridas se suced¨ªan con escasos momentos de calidad para el recuerdo. Hay muy poco que espigar en cuanto al toreo con el capote, lo cual es muy grave, pues casi se circunscribe al repertorio de Andr¨¦s V¨¢zquez y un quite por chicuelinas de Camino. Con la muleta ya hay m¨¢s materia donde elegir, como es l¨®gico en estos tiempos en que quieren acotar el toreo al ¨²ltimo tercio, pero s¨®lo hubo cuatro faenas redondas -es decir, bien construidas y lucidas de principio a fin-, que son dos del mencionado Andr¨¦s V¨¢zquez, la de Manzanares al sexto toro de Ib¨¢n y la de Ruiz Miguel al ¨²ltimo miura. La de Manzanares se premi¨® con dos orejas, las de V¨¢zquez con un trofeo cada una de ellas y la de Ruiz, Miguel, que mat¨® mal qued¨® en vuelta al ruedo.

Son triunfadores de la feria, por n¨²mero de trofeos obtenidos, Manzanares y Andr¨¦s V¨¢zquez; aqu¨¦l con cuatro toros estoqueados, ¨¦ste con seis, en festejo en que actu¨® como ¨²nico espada. V¨¢zquez tiene en su haber una vuelta al ruedo m¨¢s que Manzanares. Angel Teruel cort¨® oreja a un boyante toro de Ib¨¢n, y Tin¨ªn, a un cortijoliva; Gal¨¢n, a un pablorromero, y Julio Robles, a un hernandezpl¨¢, los tres ¨²ltimos con fuertes protestas.

Dejemos constancia, finalmente -y antes de abordar m¨¢s a fondo las actuaciones de diestros y juego del ganado, en pr¨®ximo comentario-, de las meritorias faenas de Roberto Dom¨ªnguez, Gabriel Puerta, Galloso y Antonio Guerra, m¨¢s el arte a gotas de Curro Romero (m¨¢s numerosas que otras veces), los cuales han mantenido, en alg¨²n caso, o revalorizado en otros, su cartel en Madrid.