Un an¨¢lisis y una interpretaci¨®n
Pasa a la p¨¢g. 6
LA UNION del Centro Democr¨¢tico ha obtenido en toda Espa?a algo m¨¢s de, un tercio de los votos; exactamente el 34%, cuando el 70% de los votos han sido contabilizados. El Partido Socialista Obrero Espa?ol ha ganado puestos a medida que avanzaba el escrutinio y ha llegado a situarse en un 27%. La Alianza Popular, esto es, el franquismo ortodoxo, no ha podido sobrepasar el 8 %. Y ha igualado sus resultados a los del Partido Comunista. Nos encontramos, pues, con dos grandes formaciones en el centro izquierda y en el centro derecha, que dominan el panorama de esta primera elecci¨®n. Estas primeras cifras habr¨¢n de completarse con las de las grandes ciudades, normalmente m¨¢s inclinadas a la izquierda. Entretanto, el Gobierno no ha facilitado, hasta la tarde de hoy, resultados suficientemente completos, sino estimaciones y previsiones que apenas tienen que ver con una informaci¨®n digna de una jornada electoral.Dos hechos adicionales deben ser analizados: la izquierda -o el conjunto de fuerzas democr¨¢ticas, no franquistas- deben a?adir a su porcentaje el de las grandes formaciones catalanas y vascas que han votado contra la UCD y contra Alianza Popular. Son significativos los datos de Barcelona, seg¨²n los cuales el Centro no aparece sino en cuarto lugar del escrutinio, mientras la Alianza ocupa el sexto. La segunda consideraci¨®n se refiere al voto de las grandes ¨¢reas urbanas e industriales: en ellas el Gobierno ha sido derrotado por porcentajes m¨¢s o menos fuertes, pero el voto no ha ido a parar a los partidos proletarios, sino que ha engrosado las cifras del PSOE.
Un an¨¢lisis y una interpretaci¨®n
(Viene de la primera p¨¢gina)
Lo m¨¢s importante de la jornada electoral es el sentido c¨ªvico con que se ha votado. Espa?a es un pa¨ªs con una conciencia pol¨ªtica despierta en ¨¦l que la primera elecci¨®n democr¨¢tica ha provocado una afluencia muy alta, superior al 80%. Despu¨¦s de cuarenta a?os de arrasamiento del sentido pol¨ªtico, tras s¨®lo un a?o y medio de pre-democracia, veinte millones de electores han votado, sin desaprovechar la primera ocasi¨®n de expresar la voluntad popular. La segunda conclusi¨®n, con las cifras a la vista, es ¨¦sta: los espa?oles eligen mayoritariamente el cambio. Quieren cambiar porque mayoritariamente desechan cualquier prolongaci¨®n del franquismo. Uno de los ejes de la nueva situaci¨®n pasa as¨ª por el Partido Socialista Obrero Espa?ol, que es, en definitiva, un partido occidental, comparable a las grandes formaciones socialistas y socialdem¨®cratas europeas.
Hay otro aspecto decisivo: Espa?a demuestra ser, tras la jornada de ayer, un pa¨ªs moderno con problemas de pa¨ªs moderno. Estamos ante una sociedad mayoritariamente urbana, juvenil e industrial.
Habr¨¢ que ver ahora si los partidos que han recibido la confianza popular cuentan con la infraestructura y la capacidad para organizar la compleja m¨¢quina del Estado en una etapa de grave crisis econ¨®mica.
Por su parte, las Fuerzas Armadas han querido simbolizar tambi¨¦n con su presencia ante las urnas su papel de garantes de estos primeros comicios.
A pesar del vac¨ªo pol¨ªtico legado por la etapa anterior, a pesar de las frecuentes manipulaciones televisivas y de la tromba gubernamental ca¨ªda sobre el Centro Democr¨¢tico, ¨¦ste ha sido un d¨ªa en el que la sociedad espa?ola ha dado un paso de gigante hacia la racionalidad y la convivencia.
Hay que considerar tambi¨¦n un fen¨®meno de largo alcance: mantenidas en la clandestinidad, perseguidas, materialmente imposibilitadas de actuar durante a?os y a?os, las fuerzas democr¨¢ticas, socialistas, comunistas, autonomistas, liberales o cristianas han dado prueba de una capacidad de resistencia, de un arraigo que contrasta con los pobres resultados del franquismo ortodoxo.
Sumados los votos de Alianza Popular. y de la parte del, Centro que resulte geneal¨®gicamente heredera del antiguo r¨¦gimen, nos encontramos con que ¨¦ste no contaba con la mayor¨ªa del pa¨ªs, a no ser que ¨¦sta haya dado un vuelco de criterio en el espacio de dieciocho meses. Esta es la m¨¢s grave derrota moral del franquismo y la demostraci¨®n de su ilegitimidad final. Se comprende por qu¨¦ el general Franco fabric¨® dos refer¨¦ndums, pero no hizo nunca verdaderas elecciones.
?Cu¨¢l es el equilibrio que se deduce de estos datos? En la izquierda predomina un partido caracterizado por su defensa. de la libertad y su emplazamiento en la zona templada. Mientras que en la derecha obtiene el liderazgo, como se esperaba, la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, una heterog¨¦nea alianza de hombres del presidente, democristianos, socialdem¨®cratas y liberales, a quienes une lo que podr¨ªa llamarse un ?pacto de renuncia a la perpetuaci¨®n de la dictadura?. El PSOE, por su parte, no debe olvidar la confianza que sus electores depositan en el sentido de la responsabilidad del partido. Un partido convertido en un a?o en el primero de Espa?a, gracias, en buena parte, al voto joven y al voto burgu¨¦s. Un partido al que se ha respaldado por su imagen -m¨¢s socialdem¨®crata que marxista-, antes que por su programa o su ideolog¨ªa.
S¨®lo hace unas semanas la mayor preocupaci¨®n del presidente Su¨¢rez y de algunos de sus aliados del Centro Democr¨¢tico era que su victoria no resultara excesiva. El motivo ¨²ltimo de ese deseo no era tanto la buena voluntad, sino la mala conciencia. Porque eran perfectamente conscientes de que las ventajas de salida del partido del Gobierno -el mero hecho del ejercicio del poder en un pa¨ªs todav¨ªa amedrentado por la represi¨®n, el sesgo favorable al Gobierno del monopolio televisivo, el control de los gobiernos civiles y la Administraci¨®n local eran enormes. Un ¨¦xito arrollador, pensaban, pondr¨ªa excesivamente de relieve esos privilegios graciosamente concedidos por la historia a todo Gobierno que sale de una larga etapa de autoritarismo.
Y, sin embargo, los dados han rodado de manera bien diferente.
Por lo dem¨¢s, no hay que enga?arse. S¨®lo en las grandes capitales y en las zonas desarrolladas ha podido expresarse el voto en las condiciones de libertad y veracidad propias de una democracia moderna. Aunque los resultados globales en toda la Pen¨ªnsula puedan crear el espejismo de un menguado ¨¦xito gubernamental, el voto de los ciudadanos informados y libres de las grandes ciudades y de las ¨¢reas desarrolladas sit¨²an la jornada electoral de ayer en sus justos l¨ªmites.
Si el talante democr¨¢tico del presidente Su¨¢rez y de sus aliados es sincero, su an¨¢lisis de las elecciones generales coincidir¨¢ con el nuestro. Aunque la ley de Reforma, tomada al pie de la letra, se lo permita, el presidente Su¨¢rez no est¨¢ en condiciones de gobernar en solitario. Los usos constitucionales, que han forjado las monarqu¨ªas parlamentarias de la Europa occidental, exigen que el Gobierno est¨¦ respaldado por una mayor¨ªa parlamentaria, y nada perece indicar que vaya a ser as¨ª.
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