Cambiar la informaci¨®n oficial
LA AGENCIA oficial Efe trata de renovar su imagen, en estos d¨ªas, con ocasi¨®n de un cambio de domicilio. La Radiotelevisi¨®n estatal sufre una andanada de cr¨ªticas, tras los retrasos y deformaciones de los datos y cifras electorales. Tambi¨¦n hoy se debate, en los altos niveles del Poder, la creaci¨®n de una Secretar¨ªa de Estado para la Informaci¨®n, que concentrar¨ªa no s¨®lo la direcci¨®n de los medios de comunicaci¨®n oficiales, sino el sistema de portavoces por el que el Gobierno informar¨ªa a los contribuyentes.Una cosa parece clara: la transformaci¨®n profunda que est¨¢ sufriendo este pa¨ªs no puede correr paralela a la congelaci¨®n de los usos y costumbres del franqu¨ªsmo eq el terreno informativo.
La informaci¨®n del viejo r¨¦gimen part¨ªa de tres supuestos: ?Los medios de comunicaci¨®n de masas son instrumentos al servicio del Estado. La informaci¨®n y la cr¨ªtica deben ser dosificadas por los Gobiernos. El debate abierto puede ser da?oso para los intereses patrios y, por tanto, limitado al m¨ªnimo.?
Frente a esos criterios, las democracias occidentales defienden que la informaci¨®n plural, contrastada y promovida libremente a iniciativa de los ciudadanos, est¨¢ al servicio de la sociedad y es necesaria para mantener un Estado de Derecho; que la vigilancia cr¨ªtica es el mejor ant¨ªdoto contra la arbitrariedad o la corrupci¨®n; y que el Estado debe informar puntual y transparentemente a quienes nutren su presupuesto -es decir, a los ciudadanos- de sus programas, decisiones y contabilidades.
El Gobierno ha legalizado en los ¨²ltimos veinte meses a la casi totalidad de las tendencias pol¨ªticas, ha convocado y llevado a cabo unas elecciones legislativas, ha abierto un di¨¢logo entre Madrid y las regiones, ha roto el ¨²ltimo bloqueo diplom¨¢tico, ha ensanchado los m¨¢rgenes de libertad y ha excarcelado a casi todos los presos pol¨ªticos. Pero, sin embargo, el aparato informativo del Estado permanece intacto: con sus vicios, sus inercias y sus corruptelas.
La antigua Prensa del Movimiento, la RTVE y la agencia Efe deben ser objeto de una remodelaci¨®n radical que las ponga al servicio de la comunidad, lejos de las tendencias y las parcialidades. Pero no en la versi¨®n de una Secretaria de Estado, con las mismas caras y servilidades del pasado.
Hace pocos d¨ªas, ocho partidos pol¨ªticos publicaban una iniciativa para intervenir razonablemente en el cambio de nuestra televisi¨®n. Creemos que, al margen del proyecto, lo pertinente era se?alar la necesidad del cambio, y la oportunidad de un debate nacional sobre algo que afecta -y a veces intoxica- la conciencia de millones de espa?oles. Los medios de informaci¨®n del Estado no pueden quedar a merced del Gobierno, de ning¨²n Gobierno en un pa¨ªs democr¨¢tico. Un estatuto jur¨ªdico que garantice su imparcialidad e independencia es necesario cuanto antes.
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