Las exigencias de la organizaci¨®n, m¨¢s fuertes que el conflicto de ideas
Dos ideas de su misi¨®n parecen competir para ganarse la adhesi¨®n de mentes y corazones, tanto del alto mando como de la oficialidad de nuestro Ej¨¦rcito de Tierra: la que contempla al Ej¨¦rcito como portador de una misi¨®n social y pol¨ªtica, y la que le hace portador de una misi¨®n de fuerza al servicio del Estado. La primera concepci¨®n tiende a difuminar los l¨ªmites entre los campos militar y pol¨ªtico, entre Fuerzas Armadas y aparato de Gobierno; la segunda deslinda las esferas y acepta la jerarquizaci¨®n impl¨ªcita.Ni una ni otra logran arrebatarse el terreno mutuamente.. Ninguna de las dos triunfa. La competici¨®n acaba en conciliaci¨®n, cuyos t¨¦rminos son dictaos por las demandas del ej¨¦rcito-organizaci¨®n, que tiene leyes y necesidades propias. Por el contrario, las demandas estrat¨¦gicas, que son tan determinantes de las misiones de la Marina y la Aviaci¨®n, son menos relevantes en el caso del Ej¨¦rcito.
La primera visi¨®n ha sido la tradicional durante el mando de Franco sobre los ej¨¦rcitos. Exig¨ªa una representaci¨®n militar y una presencia armada a todos los niveles pol¨ªticos y f¨ªsicos, y la autoatribuci¨®n de una misi¨®n impl¨ªcita de escuela de patriotismo, de modelaci¨®n de la juventud y de adoctrinamiento p¨²blico. Este es el modelo encarnado por aquella parte del mando surgido de la guerra civil, que empieza ahora a ceder los puestos de coronel a la primera promoci¨®n de posguerra de las academias generales, y que a¨²n detentar¨¢ el mando supremo del Ej¨¦rcito durante los pr¨®ximos diez a?os.
Esas generaciones han tendido a contemplar las amenazas a Espa?a en t¨¦rminos fuertemente ideologizados. La principal amenaza no son los lejanos ej¨¦rcitos sovi¨¦ticos, sino sus agentes y aliados interiores, entre estos, sus ?compa?eros de viaje?, socialistas y liberales
En el plano operativo es fundamental preparar la lucha contra la subversi¨®n y prevenirla mediante el control social y la cauci¨®n pol¨ªtica. La guerra irregular es objeto del inter¨¦s te¨®rico de los m¨¢s profesionalizados re presentantes de esta visi¨®n. Esta, por dem¨¢s, ha sido compatible con intentos de respuesta a verdaderas demandas sociales; de ah¨ª que el ej¨¦rcito se precie de haber formado profesionalmente a casi 200.000 soldados, de haber ense?ado,a leer y escribir a millones, y de haber influido ben¨¦ficamente en la formaci¨®n humana de la juventud.
Las apreciaciones de la guerra cl¨¢sica han encontrado tambi¨¦n su sitio en esta visi¨®n. Durante la II GM las amenazas b¨¦licas fue ron demasiado reales al norte de los Pirineos; posteriormente, la posibilidad de que el enemigo potencial de hoy proyectase su fuerza contra Europa occidental y amenazase a Espa?a, ha sido apreciada, l¨®gicamente. El crecimiento del poder naval sovi¨¦tico en el Mediterr¨¢neo y la sospecha, muy influida por la ideolog¨ªa anticomunista, de que la URSS podr¨ªa lanzar ataques contra Espa?a por actuaci¨®n vicaria de alguna potencia norteafricana, son apreciaciones que empezaron a tomar cuerpo con el proceso de descolonizaci¨®n. Todas esas hipot¨¦ticas amenazas han dado origen al despliegue preferente de las fuerzas del Ej¨¦rcito de Tierra en los frentes pirenaico, mediterr¨¢neo y del Estrecho, con un segundo escal¨®n en el centro de la Pen¨ªnsula, sobre el que descansa tambi¨¦n una tarea de control territorial y urbano. Mientras no ha existido amenaza actual contra los vecinos, el Ej¨¦rcito no ha considerado prestarles apoyo. Ahora que Marruecos se ve hostigado por el Polisario y amenazado por Argelia, la inclinaci¨®n a prestarle ayuda es mayor dentro del Ej¨¦rcito. La preferencia por maniobras combinadas con el ej¨¦rcito franc¨¦s puede indicar una previsi¨®n de prestaci¨®n mutua de ayuda: en un conflicto europeo.
La postura militar determinada por esas apreciaciones se articula en la organizaci¨®n del ej¨¦rcito combatiente en torno a las fuerzas de intervenci¨®n inmediata (FII) para presentar batalla, y las de defensa operativa del territorio (DOT) para frenar al enemigo exterior y neutralizar al enemigo interior.
Sin embargo, el binomio FII-DOT parece encontrar su fundamento organizacional en el hecho de que combina transitoriamente, de modo conveniente, las condiciones estructurales adversas con las necesidades de modernizaci¨®n de la guerra convencional moderna. Las FII encaman, frente a las DOT, el criterio de selecci¨®n para la guerra cl¨¢sica, grande. La aparici¨®n de las FII s¨®lo fue posible cuando se introdujeron criterios selectivos en la dotaci¨®n de material, fen¨®meno relativamente reciente. Anteriormente, bajo el marco de los acuerdos con Estados Unidos, se hab¨ªa preferido la introducci¨®n masiva de material moderno relativamente elemental, que pudiera propagarse r¨¢pidamente entre las unidades todas. S¨®lo cumplida esta fase difusora fue posible iniciar el mencionado proceso selectivo que hizo nacer las Fll.
El proceso selectivo, como veremos otro d¨ªa, est¨¢ muy lejos de ser a¨²n satisfactorio.
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