La Libertad de todos
Agust¨ªn Lafourcade trata de explicar el misterio metaf¨ªsico de la persona humana, a trav¨¦s de la igualdad y la libertad en el mundo que nos rodea. Iguales por naturaleza y libres, por la voluntad de ser. Si no existen estos dos principios en una sociedad, el hombre queda reducido a un. simple tornillo en la m¨¢quina herrumbrosa del Estado. Habr¨¢ quedado muerta su alma y su esp¨ªritu. Su condici¨®n no se distinguir¨¢ mucho de las bestias, m¨¢s o menos, domesticadas.Es oportuna esta defensa de la libertad que hace Lafourcade con profundidad filos¨®fica y s¨®lida argumentaci¨®n.
Las corrientes pol¨ªticas -dice el autor-, aunque constituidas acierta altura por concepciones un tanto vagas, tienen su punto de apoyo, de alguna manera, en la opini¨®n com¨²n, y aportan tema, podr¨ªamos decir, al elevar la cuesti¨®n a un orden ciertamente intelectual.
La igualdad la libertad, Agust¨ªn Lafourcade
Azaral. Madrid 1977
En esta hora que se habla tanto de democracia parece olvidarse, muchas veces, el concepto de libertad e igualdad.
Y se da el caso que en todas las disciplinas del saber humano tenemos que volver hoy, como siempre, al insustituible magisterio de Ortega.
Las dos nociones capitales d¨¦ m¨¢s rigor en la historia pol¨ªtica de los dos ¨²ltimos siglos son: liberalismo y democracia.
Por esta raz¨®n -escribe Ortega- conviene de cuando en cuando pulimentar las dos nociones, reduciendo cada una a su estricto sentido. Pues liberalismo y democracia son dos cosas que empiezan porno tener nada que ver entre s¨ª y acaban por ser, en cuanto a tendencias, de sentido antag¨®nico. Democracia y liberalismo son dos respuestas a dos cuestiones de derecho pol¨ªtico completamente distintas.
La democracia responde a esta pregunta: ?qui¨¦n debe ejercer el poder p¨²blico? La respuesta es el ejercicio del poider p¨²blico corresponde a la colectividad de los ciudadanos.
Pero en esa pregunta no se habla de qu¨¦ extensi¨®n debe tener el poder p¨²blico. Se trata s¨®lo de determinar el sujeto a quien el mando compete. La democracia propone que mandemos todos, es decir, que todos intervengarnos en los hechos sociales.
El liberalismo, en cambio, responde,a. esta otra pregunta: ejerza quien quiera el poder p¨²blico, ?cu¨¢les deben ser los l¨ªmites de ¨¦ste? La respuesta suena as¨ª: el poder p¨²blico, ejerzalo un aut¨®crata o el pueblo, no puede ser absoluto, sino que las personas tienen derechos previos a tod,a injerencia del Estado. Es, pues, la tendencia a limitarla intervenci¨®n del poder p¨²blico.
De esta suerte aparece con suficiente claridad el car¨¢cter heterog¨¦neo de ambos principios. Como afirma Ortega, se puede ser muy liberal y nada dem¨®crata, o viceversa, muy dem¨®crata y nada liberal.
El profesor Lafourcade, que es un aut¨¦ntico liberal, mantiene la tesis integradora que la libertad admite sicol¨®gicamente toda clase de grados, desde la espontaneidad del electr¨®n que gira libremente alrededor del n¨²cleo, es decir, sin ser desviado de su ruta por el choque de uncorp¨²sculo extra?o, hasta la espontaneidad de la hierba de los campos que crece libremente y del p¨¢jaro que vuela libremente, es decir, obedeciendo ¨²nicamente a las necesidades internas de su naturaleza.
Cuando la libertad de espontaneidad franquea el umbral del mundo del esp¨ªritu, siendo espontaneidad de una naturaleza espiritual, deviene, hablando propiamente, libertad de independencia, en tanto que no consista ¨²nicamente en seguir la inclinaci¨®n de la naturaleza, sino en convertirse a s¨ª mismo, activamente, en el principio suficiente de su operaci¨®n; en definitiva en poseerse, perfeccionarse y expresarse como un todo indivisible en etacto, que se produce. Por esto, la libertad de independencia existe solamente en los seres que tienen tambi¨¦n libre arbitrio.
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