El alcalde de Madrid y la democracia municipal
SE DICE que el pr¨®ximo lunes, d¨ªa 11, habr¨¢ relevo en la alcald¨ªa de Madrid. El rumor es tan insistente que hasta circula el nombre del pr¨®ximo alcalde, don Luis Ortiz, ex ministro de Obras P¨²blicas, urbanista reputado y miembro de, la UCD. Como ya se sabe, el actual alcalde, se?or de Arespacochaga, asimismo senador real y persona ligada a Alianza Popular, ha reaccionado frente a estos rumores con declaraciones peregrinas. No los ha negado tan siquiera. Envolvi¨¦ndose en los solemnes pliegues de la capa de la ley Especial del Municipio de Madrid, ha declarado que no piensa dimitir, y que la ?¨²nica lealtad? a la que hoy se considera obligado es a la que le liga al Rey, que fue quien le nombr¨® para el cargo seg¨²n los t¨¦rminos de la citada ley, a propuesta del entonces ministro de la Gobernaci¨®n, Manuel Fraga.En realidad, todo parece indicar que el se?or Arespacochaga so?¨® en pedir su cese -ya que no dimitir, pues la dimisi¨®n no est¨¢ prevista en la ley citada- a ra¨ªz de las pasadas elecciones generales del d¨ªa 15. El d¨¦bil resultado obtenido a nivel legislativo por Alianza Popular inspir¨® asimismo a otros alcaldes espa?oles, como por ejemplo al de Valencia, tambi¨¦n ligado a AP, gestos similares. Los candidatos de Alianza Popular obtuvieron una flaca representaci¨®n legislativa, y algunos gestores municipales de la misma tendencia ideol¨®gica comenzaron a sentirse molestos en sus sillones. Ello es algo l¨®gico, y que s¨®lo merece elogios. Lo que luego result¨® es que, dada la actual estructura municipal, los intentos de dimisi¨®n se quedaron en simples intentos. Pero al menos se trataba de gestos simb¨®licos apreciables.
Las elecciones legislativas han puesto en tela de juicio la autenticidad democr¨¢tica de la representaci¨®n municipal en todo el pa¨ªs. La estructura municipal vigente hoy en Espa?a se ha visto superada por la reforma pol¨ªtica. Lo que m¨¢s urge ahora, por lo tanto, es colmar este desfase y operar con toda rapidez: acometer una aut¨¦ntica reforma municipal a escala nacional, que democratice nuestros ayuntamientos de una vez. Que los concejales sean elegidos en su totalidad por los ciudadanos, seg¨²n el sufragio universal, libre y secreto. Otra cosa es que la elecci¨®n del alcalde sea por sufragio directo o de segundo grado, que sea el pueblo quien los elija directamente o los concejales quienes, le designen de entre ellos mismos. Ah¨ª est¨¢n las Cortes para plantear, debatir y resolver el problema. Un problema urgente: tiene que haber elecciones municipales lo antes posible, mejor en el mes de noviembre que en el de diciembre. La democracia tiene que entrar de una vez por todas en la vida municipal.
Es posible -y casi probable- que los casos de Madrid y Barcelona (m¨¢s los de Valencia, Sevilla y Bilbao, tal vez) requieran un estatuto particular, una carta especial. Pero ¨¦sta deber¨¢ ser una carta municipal, esto es, una carta de los municipios, no de los alcaldes. Debe desaparecer de ellas, como de todo el r¨¦gimen municipal general, la posibilidad de nombramientos ?a dedo?.
En estas condiciones, tampoco valdr¨ªa para mucho arbitrar soluciones provisionales, nombramientos ef¨ªmeros, o ?comisiones gestoras?, como propugna alg¨²n partido de tanta importancia como el propio PSOE. Las soluciones transitorias suelen ser las peores, tienen siempre tendencia a convertirse en definitivas y adem¨¢s sirven de coartada a quienes subrepticiamente intentan retrasar la aplicaci¨®n de las soluciones verdaderas. Todo ello sin contar que una gesti¨®n municipal no se inventa, que cuesta mucho tiempo y energ¨ªa el simple conocimiento de los complejos ?dossiers? y que no se pueden malgastar personas con talante y aspiraciones pol¨ªticas en cubrir huecos provisionales de manera desordenada. Quienes han desempe?ado los puestos arbitrados en estructuras caducas deben continuar hasta el final.
Finalmente, Arespacochaga invoca su lealtad al Rey para no dimitir. Curiosa coartada, pues su lealtad al jefe del Estado no suprime las de m¨¢s. El Rey est¨¢ por encima de la batalla municipal, como lo, ha estado de la legislativa.
La labor de los actuales alcaldes, insertos en una estructura no democr¨¢tica, est¨¢, por lo. tanto, clara. Deben asegurar el tr¨¢nsito a un r¨¦gimen municipal democr¨¢tico, deben seguir en su tarea de gestores, absteni¨¦ndose de decisiones que comprometan para el futuro y hacer, que todo siga funcionando. Y mejor a¨²n, instaurando desde ahora mismo nuevos modos de acci¨®n m¨¢s adaptables a la futura democracia, que es lo que importa. Que el se?or Arespacochaga siga o no en su puesto hasta los comicios municipales, poro importa larga, lo que en verdad urge es la reforma del r¨¦gimen municipal y la celebraci¨®n de elecciones para cubrir de manera democr¨¢tica todas las concejal¨ªas y alcald¨ªas del pa¨ªs.
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