Las nuevas Cortes, s¨ªntesis del cambio
Ma?ana comienzan sus tareas las Cortes surgidas de las urnas el 15 de junio, y, en las que se concentra la m¨¢xima operatividad del cambio pol¨ªtico en gestaci¨®n. Sin duda que tambi¨¦n las instituciones judiciales resultan afectadas y beneficiadas por la nueva atm¨®sfera, e incluso el poder ejecutivo -aunque el Gobierno siempre es el Gobierno- se ejerce ya en funci¨®n de cierto respaldo democr¨¢tico y con la mirada puesta en que, adem¨¢s de Dios y la Historia, alguien puede pedir cuentas a corto plazo.Pero las nuevas Cortes compendian de forma m¨¢s palpable el fen¨®meno de acomodaci¨®n de las instituciones pol¨ªticas a los deseos y aspiraciones de los espa?oles, y al mismo tiempo se benefician de la comparaci¨®n p¨²blica que cabe hacer con las llamadas Cortes de la dictadura. ?l resultado es un acusado inter¨¦s por las actividades del Congreso de Diputados y del Senado, que se manifiesta en detalles como los centenares de acreditaciones period¨ªsticas solicitadas -ha habido semanarios que han pedido ocho y varias m¨¢s para reporteros gr¨¢ficos- con objeto de asegurar la cobertura informativa parlamentaria.
Sin duela que ser¨¢n los primeros pasos de las Cortes los que concitar¨¢n, en funci¨®n de la novedad de la instituci¨®n, la m¨¢xima atenci¨®n, y con el tiempo -como ocurre en los pa¨ªses con democracias consolidadas- s¨®lo los acontecimientos parlamentarios de indiscutible relieve ocupar¨¢n las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos. Pero estamos en el momento inaugural y las miradas pol¨ªticas se vuelven hacia la instituci¨®n democr¨¢tica por excelencia. de la que tanto tiempo ha estado privado nuestro pa¨ªs.
No parece de recibo la tesis mantenida por un editorial de ABC el pasado domingo -titulado ?Las Cortes que ahora se van silenciosamente ?-. seg¨²n la cual ?las Cortes fertecidas? han sido ?colaboradoras en el proceso de avance del pa¨ªs hacia la democracia verdadera?. No es cierto que fueron la ¨²nica voz ?que tuvo el pueblo espa?ol?. Puede que algunos procuradores, muy pocos, sintonizaran en ocasiones con ese pueblo, pero era justamente entonces cuando la mayor¨ªa les abucheaba o la autoridad legislativa -delegada del Gobierno franquista de turno- les impon¨ªa silencio.
Ni siquiera la tentaci¨®n de despedir con elegancia -sin hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo- a la c¨¢mara de resonancias de la dictadura, nos obliga a dejar de ser rigurosos y exactos. No se puede mantener que, de una forma u otra, todas las instituciones que elaboran leyes Ion democr¨¢ticas. Y es bueno que, desde el primer instante de las nuevas Cortes, quede rota toda apariencia continuista con una C¨¢mara legislativa corporativa y fascista en su composici¨®n y estructura, antidemocr¨¢tica en su ejercicio, reaccionar¨ªa y regresiva en su resultado legislativo y en sus pronunciamientos pol¨ªticos, franquista -por el origen de la represeataci¨®n o por vocaci¨®n pol¨ªtica- en la inmensa mayoria de sus procuradores.
Quien no acepte estas realidades. sin almibararlas. no est¨¢ en condiciones coherentes de afirmar -y ABC lo hace- que las nuevas Cortes reflejan ?la democracia leg¨ªtima -de partidos y libertades ciudadanas- a que aspiraba el pa¨ªs y que le ha brindado la restablecida Monarqu¨ªa?. Est¨¢ en condiciones de defender y expresar nostalgia por las Cortes org¨¢nicas no justificada pol¨ªticamente por las ocasiones de regocijo que depararon a quienes las seguimos de cerca. Pero estar a todas no vale.
Con todo. la ineludible necesidad de ocupar los mismos-espacios f¨ªsicos, servirse de los mismos funcionarios, utilizar los mismos taqu¨ªgrafos, ujieres, secretarias, telefonistas. camareros. har¨¢ crujir en m¨¢s de un momento la vieja estructura del palacio de la Carrera de San Jer¨®nimo, y no digamos la de la plaza de la Marina Espa?ola -sede todav¨ªa del Consejo Nacional del Movimiento- si, como parece ya seguro, el Senado traslada all¨ª su domicilio, donde hace a¨²n pocos meses Jos¨¦ Sol¨ªs aseguraba ante Carlos Arias: ?Las reformas que haya que hacer las haremos nosotros.?
El actual presidente de las Cortes no ha regateado esfuerzos para adaptar la estructura -a la nueva ¨¦poca. Se ha tapado con un tapiz una l¨¢pida con nombres de ca¨ªdos, se ha bajado el banco azul desde su prominente situaci¨®n junto a la presidencia del hemiciclo, se han dado ¨®rdenes para que se habiliten, el m¨¢ximo de acreditaciones posibles a los periodistas.
Pero es l¨®gico cierto asombro en el personal de las viejas Cortes cuando observan que ahora los diputados que salen de una reuni¨®n con el presidente dialogan llanamente con los periodistas y ¨¦stos no tienen que esperar la acostumbrada nota oficial en la que se aseguraba que los reunidos ?trataron asuntos de su competencia? y ?adoptaron los acuerdos pertinentes?. L¨®gico es tambi¨¦n que los ujieres que asistieron entre bastidores a aquellos duros ataques a ?los enemigos de Espa?a? y presenciaron aquellas condenas tajantes al comunismo, experimenten, quiz¨¢, cierta conclusi¨®n mental al servir un vaso de agua al diputado Carrillo o al comprobar que los marxistas no tienen cuernos ni rabo, o al ver aupado a la vicepresidencia del Congreso nada menos que a Jes¨²s Esperab¨¦ de Arteaga, a quien tantas veces hicieron callar los presidentes de las comisiones porque se met¨ªa demasiado en pol¨ªtica.
Baste un dato ¨²ltimo: hace unos d¨ªas, Ezequiel Puig Maestro-Amado, una imagen viviente de las viejas Cortes, disculpaba su presencia en los pasillos de la C¨¢mara porque hab¨ªa tenido que Ir a firmar unos papeles. An¨¦cdotas aparte, los crujidos de la estructura de las Cortes auguran unas C¨¢maras que en nada se parezcan a las anteriores.
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