"No se puede evitar la repercusi¨®n de la devaluaci¨®n sobre todos los precios"
FUENTES QUINTANA: 1. Rigor en la gesti¨®n pol¨ªtica. 2. Fiscalidad proporciorcional a la capacidad del contribuyente 3. Lucha contra la especulaci¨®n y las posiciones de monopolio. 4. Ordenaci¨®n justa de rentas del trabajo 5. Esfuerzo inversor y exportador 6. Apoyo a la iniciativa empresarial 7. Aumento de p roduct¨ªvidad y empe?o en el trabajo_
EL PAIS: En el momento de comenzar a materializar y concretar su programa de pol¨ªtica econ¨®mica, ?cu¨¢l es el cuadro real que presenta la econom¨ªa espa?ola?E. F. Q.: La situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola se ha dicho mil veces que es grave y compleja. Grave, por la ca¨ªda en la actividad econ¨®mica. Compleja, porque en ella se combina la defectuosa estructura heredada delpasado con nuestro empobrecimiento brutal frente al extranjero a consecuencia de la crisis energ¨¦tica. Ante una crisis tan grave y compleja lo ¨²nico que no puede hacerse es desconocer sus dimensiones e ignorar sus consecuencias. Hay que afrontar incluso la impopularidad por reacciones superficiales ante las medidas indispensables para sanear la econom¨ªa. Ahora bien, como he repetido con insistencia, la econom¨ªa espa?ola, no se enfrenta a un caos irremediable. La soluci¨®n no es la mentira piadosa que se ofrece a los enfermos incurables. Al contrario, hay recursos suficientes para superar la crisis y progresar, si todos afrontamos sus, consecuencias y colaboramos en su soluci¨®n. Y hablo en plural, porque el primer deber del Gobierno es informar con claridad y aportar su esfuerzo, su decisi¨®n, para negociar democr¨¢ticamente con los distintos grupos pol¨ªticos, las decisiones que el pa¨ªs reclama. Pues nadie tiene soluciones f¨¢ciles, elementales y gratuitas para salir de la crisis.
La consecuencia de esa indispensable negociaci¨®n es que resulta fundamental renunciar a los privilegios. Ning¨²n grupo social tiene derecho a una situaci¨®n preferente queje coloque en ventaja respecto de los dem¨¢s. Hemos de proteger ante todo, dentro del esfuerzo com¨²n, los intereses de las clases m¨¢s modestas y rentas m¨¢s reducidas.
Esta llamada a la responsabilidad no se queda, en una proclamaci¨®n general, sino que tiene una. serie de aplicaciones concretas:
1. Se gestionar¨¢n con el mayor rigor los fondos de la Administraci¨®n P¨²blica atajando despilfarros al prestar con eficiencia los bienes y servicios b¨¢sicos, porque el Estado ,tiene que ser sumamente cuidadoso al administrar los fondos p¨²blicos (del pueblo). De ah¨ª la importancia fundamental de que el presupuesto del Estado sea un presupuesto transparente, escrupulosamente meditado y dirigido.
2. Las distintas rentas habr¨¢n de contribuir en funci¨®n de sus capacidades, para lo cual la correcci¨®n fiscal debe ser inmediata. Es decir, debe aplic¨¢rsela en este a?o y ampliarla y mejorarla con m¨¢s tiempo para el debate y la discusi¨®n, con el fin de contar desde principios de 1978 con un sistema tributario que est¨¦ en condiciones no s¨®lo formales sino reales, para exigir a las distintas clases sociales el cumplimiento efectivo de sus obligaciones tributarias seg¨²n sus rentas y capacidades.
3. Se cerrar¨¢ cualquier alternativa abierta a la especulaci¨®n y al aprovechamiento de situaciones monopol¨ªticas, contrarias a la competencia activa del mercado.
4. Se ordenar¨¢n con criterios de justicia social las rentas de trabajo.
5. Se frenar¨¢ la expansi¨®n incontrolada de consumos individuales y se transferir¨¢n rentas hacia la exportaci¨®n y las inversiones.
6. Se apoyar¨¢ al m¨¢ximo la iniciativa de los empresarios, porque es urgente resolver su delicada posici¨®n y porque ellos son el motor del sistema y la palanca b¨¢sica para superarla crisis.
7. Es preciso poner el mayor empe?o de todos en el trabajo, cuya productividad juega un papel decisivo y cuyo esfuerzo puede reclamarse contando con la justa contraprestaci¨®n de todos los dem¨¢s para constituir la democracia econ¨®mica y social que deseamos.
EL PAIS: ?Qu¨¦ papel asume el Ministerio de Hacienda, que encabeza Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, en el proyecto de reforma econ¨®mica?
F. F. O.: El pa¨ªs tiene que abordar dos cambios fundamentales: una nueva constituci¨®n pol¨ªtica y una nueva constituci¨®n real. Esta ¨²ltima afecta a lo que podr¨ªamos llamar la estructura institucional del Estado, donde se orientan las llamadas libertades reales. En otras palabras, no basta una nueva constituci¨®n pol¨ªtica . para que las rentas se distribuyan con justicia, los recursos productivos se aprovechen correctamente, o para que exista un nivel digno de servicios decorosos. En este cambio de las estructuras reales debe inscribirse coooperaci¨®n previa y necesaria la reordenaci¨®n del sector p¨²blico y la reforma fiscal. Estos dos aspectos son la clave de mi Ministerio.
EL PAIS: ?Creen ustedes que esta ser¨¢ la oportunidad para materializar esa reforma fiscal que es punto com¨²n en el programa de todos los partidos?
F. F. O.: Los espa?oles pagamos menos impuestos que nuestros vecinos europeos, y adem¨¢s no los pagamos, seg¨²n criterios de justicia, sino con f¨®rmulas arrastradas por la inercia hist¨®rica. Tampoco ha penetrado en la sociedad la idea de lo que significa como deber ¨¦tico el cumplimiento de las obligaciones tributarias. Yo he dicho muchas veces que antes de la reforma fiscal en el sentido cl¨¢sico, era necesaria una especie de ?ruptura fiscal? consistente en una sacudida moral importante que nos colocara ante un plano distinto. La supresi¨®n del mecanismo de sociedades interpuestas con fines defraudatorios y la implantaci¨®n del delito fiscal como expresi¨®n de la repulsa social para las in fracciones de mayor transcendencia est¨¢n en esta l¨ªnea. Con la posibilidad de investigaci¨®n fiscal de las cuentas bancarias, y el reforzamiento de los efectivos humanos de la inspecci¨®n, lo que se pretende es iniciar un camino de seriedad y no de pura demagogia en este terreno que es por donde empieza a definirse un Estado moderno.
No podemos olvidar que el sisterna tributario cumple un papel instrumental. Necesitamos hoy m¨¢s recursos para financiar una accion en¨¦rgica contra el paro, para atender necesidades clamorosas de vivienda, de educaci¨®n, de servicios m¨ªnimos. Tenemos que atacar un cuadro de distribuci¨®n de rentas que es radicalmente injusto. El sistema fiscal es lo que Olaf Palme llama una estructura de rectificaci¨®n. Yo dlir¨ªa que es, adem¨¢s, una de las piezas que permiten legitimar ¨¦ticamente a una economia de mercado. Podemos defender el sistema le la econom¨ªa libre a condici¨®n de que.funcione bajo el principio de solidaridad.
EL PAIS: ?Cu¨¢les han sido las razones que aconsejaron la inmediata devaluaci¨®n de la peseta hace una semana? ?Qu¨¦ consecuencias seguir¨¢n a la devaluaci¨®n, sobre todo para los consumidores?
E. F. Q.: El Gobierno se ha encontrado con una situaci¨®n econ¨®mica que no admit¨ªa demora alguna en su tratamiento y en particular con una situaci¨®n exterior insostenible. Espa?a ten¨ªa un tipo de cambio de la peseta que todos (y subrayo todos) consideraban un¨¢nimemente arbitrario y sobrevalorado. Un tipo de cambio arbitrario produce cuatro efectos negativos fundamernales en una econom¨ªa:
1. Frena y castiga las exportaciones disminuyendo la capacidad competitiva de nuestros empresarios en el resto del mundo.
2. Anima y estimula toda clase de importaciones.
3. Concede una prima a la especulaci¨®n, asegurando su realizaci¨®n efectiva.
4. Es una sangr¨ªa de las reservas indispensables para la continuidad hist¨®rica y los proyectos de progreso en el futuro.
Y, sobre todo, al primar las importaciones y castigar las exportaciones el arbitrario tipo, de cambio limitaba y disminu¨ªa el nivel de empleo interno y las posibilidades de la ocupaci¨®n agravando el problema del paro, que es preocupaci¨®n fundamental del Gobierno.
Cierto que siempre resulta impopular un nuevo cambio realista de la peseta, pero todos debemos comprender lo que se persigue con ello. El objetivo es hacer m¨¢s competitivos nuestros bienes y servicios de exportaci¨®n, al mejorar sus precios exteriores y, a la vez, encarecer los productos y servicios extranjeros para reducir su demanda.
De ese objetivo, propio de toda devaluaci¨®n, se siguen dos consecuencias b¨¢sicas:
Primera, que ha de aceptarse el encarecimiento de los bienes y servicios extranjeros reconociendo nuestro empobrecimiento relativo frente al resto del mundo, pero procurando repartirlo con la m¨¢xima justicia mediante nuestro sistema fiscal y los programas de gasto p¨²blico. La depreciaci¨®n es absolutamente inevitable y no cabe evitar sus repercusiones sobre iodos los precios mediante una pol¨ªtica de subvenciones, porque entonces estar¨ªamos imposibilitando que la depreciaci¨®n ejerciese sus efectos. Pero s¨ª deben y pueden impedirse, mediante el gasto p¨²blico, repercusiones desfavorables del mayor coste de las importaciones sobre los precios de los bienes utilizados por los niveles m¨¢s modestos y, sobre todo, hay que atajar toda repercusi¨®n abusiva.
La segunda consecuencia es que, para que la depreciaci¨®n del cambio contribuya eficazmente a corregir nuestro desequilibrio exterior, es necesario que no reaccionemos frente al encarecimiento de precios que implica, defendi¨¦ndonos mediante aumentos de rentas y costes que busquen anular toda reducci¨®n posible de nuestra capacidad de compra en t¨¦rminos de los bienes y servicios extranjeros. Porque si reaccionamos as¨ª, los precios de los bienes y servicios nacionales acabar¨¢n encareci¨¦ndose tanto como los extranjeros; y entonces habremos perdido toda ventaja relativa. Por eso han de aceptar todos lo inevitable de la devaluaci¨®n y la justicia social que debe encauzar sus repercusiones.
La gran novedad del programa que el Gobierno ha propuesto a este respecto va a consistir justamente en llamar a ese esfuerzo necesario a las rentas m¨¢s elevadas utilizar y
la fiscalidad con la m¨¢xima rapidez y la m¨¢xima justicia, complementando y secundando las medidas de pol¨ªtica monetaria.
El equilibrio exterior no solamente necesita la fijaci¨®n de un tipo de cambio realista de la peseta, sino, como ha expuesto m¨²ltiples veces, otras acciones complementarias que se est¨¢n articulando. Conozco la situaci¨®n de las balanzas energ¨¦ticas y agr¨ªcola que recIaman una programaci¨®n a plazo medio, pero cuyo ¨¦xito ser¨ªa imposible sin partir de esta flotaci¨®n realista de la peseta que el Gobierno ha establecido. Tambi¨¦n es obvio que el fomento de la exportaci¨®n necesita poner a punto y mejorar sus ya adecuados instrumentos actuales, pero que esta pol¨ªtica no ser¨¢ factible sin fijar un tipo de cambio realista de la peseta, y que la necesaria moderaci¨®n de las importaciones no podr¨¢ conseguirse tampoco sin partir de esa misma. base de un tipo de cambio realista.
Las medidas complementarias de la devaluaci¨®n tratan de incorporar, por tanto, en este Caso, un comportamiento fiscal del que hemos carecido en el pasado que se considera una base indispensable para situar la ne-
"No se puede evitar la repercusi¨®n de la devaluaci¨®n sobre todos los precios"
gociaci¨®n de Ias rentas en un nuevo marco y en una nueva circunstancia.EL PAIS: En la declaraci¨®n program¨¢tica se apunta la necesidad de una pol¨ªtica de rentas. ?C¨®mo se plantea esa pol¨ªtica de rentas?
E. F. Q.: Como me dirijo a todos y quisiera ser bien comprendido, perm¨ªtame llamar a la pol¨ªtica de rentas por una expresi¨®n menos t¨¦cnica, que es la distribuci¨®n del producto social, el reparto de lo que producimos entre todos los espa?oles. ?C¨®mo debe hacerse? Ante todo de una manera justa, con una remuneraci¨®n equitativa del esfuerzo de cada uno; y la manera de garantizar esa justicia es ordenar la distribuci¨®n mediante una aut¨¦ntica participaci¨®n.
Dicho de otro modo, la pol¨ªtica de rentas debe ser negociada entre todos, pactada y no impuesta: en una palabra, democr¨¢ticamente. Como vengo repitiendo, la superaci¨®n de la crisis exige la participaci¨®n general en el esfurzo y eso no puede exigirse si no hay tambi¨¦n una equitativa participaci¨®n en el producto.
Al subrayar la necesidad de una pol¨ªtica negociada entre todos, se afirma tambi¨¦n que la distribuci¨®n del producto no debe concebirse como el resultado de una lucha entre dos bandos, sino en un proceso mucho m¨¢s complejo. No existen s¨®lo en la colectividad, el empresario y los trabajadores. Hay pensionistas y jubilados, hay rentistas modestos, cuya vida depende de ahorros dif¨ªcilmente creados, hay, adem¨¢s, una faceta consumidora en todos nosotros encarnada en las amas de casa y en sus afanes de cada d¨ªa. El reparto social es complejo y el Gobierno tiene en ¨¦l un triple papel.
1.? faceta. Una informaci¨®n detallada, clara y neutral para que cada participante conozca las posibilidades globales, se defienda con energ¨ªa, perosin recelos.
2.? Practicar un arbitraje sereno y decidido que, si alguna vez se inclina de alg¨²n lado, sea en favor de los m¨¢s d¨¦biles en la negociaci¨®n.
3.? Y, sobre todo, actuar el mismo corno eficaz redistribuidor, premiando las aportaciones al producto, compensando las situaciones inferiores y corrigiendo con sentido social las facetas negativas del sistema de mercado. No basta la justicia tributaria en los ingresos y la eficacia econ¨®mica en los gastos. Tambi¨¦n la justicia social ha de presidir este ¨²ltimo aspecto de la actividad p¨²blica.
En definitiva, la pol¨ªtica de rentas debe ser equitativa y responder a las aportaciones de cada cual. Si no reina la justicia en el reparto, no habr¨¢ clima moral de convivencia ni aut¨¦ntica participaci¨®n en el esfuerzo. Y eso es indispensable para superar ahora la crisis y para seguir progresando despu¨¦s.
EL PAIS: ?No creen ustedes que falt¨® cm la declaraci¨®n del Gobierno una ref¨¦rencia al empresariado m¨¢s amplia? ?No creen que es un elemento importante en el proceso de reforma y de salida de la crisis?
E. F. Q.: Quiero afirmar, ante todo, que la empresa ha estado presente en la declaraci¨®n del Gobierno y en mis palabras televisadas, como es f¨¢cil comprobar. ?C¨®mo olvidarla, si es el motor del sistema, si su plena activi dad es la medicina contra el paro y si su inversi¨®n es la palanca del progreso? Por eso, si no resultaron demasiado evidentes las referencias a la empresa, fue quiz¨¢s por parecer nos innecesarias ante la trascendencia del sector privado.
En efecto, la empresa no es s¨®lo un elemento importante, sino decisivo, y el Gobierno ayudar¨¢ a su actividad por todos los medios, principalmente los siguientes:
1? Desbrozando todo lo que en la situaci¨®n pasada era intervencionismo caprichoso o interesado, arbitrismo, coacci¨®n o trabas para la iniciativa. En aquella legislaci¨®n hab¨ªa dem¨¢s iados obst¨¢culos para el funcionamiento del mercado, demasiado monopolismo innecesario y un inter¨¦s com¨²n a veces mal entendido agarrotando el sistema. Hay que cambiar esas estructuras porque, si bien,es indispensable la protecci¨®n social contra los abusos en el mercado, no es posible estrangular la fuente de las iniciativas.
2.? Creando posibilidades nuevas, comola exportaci¨®n, o forzando la capacidad de compra del mercado interior, que se defender¨¢ adem¨¢s debidamente contra dependencias econ¨®micas demasiado poderosas Para la potencia media de nuestras empresas.
3.? Facilitando servicios generales m¨¢s eficientes, que mejoren la productividad general del sistema y, con ello, ofrezcan econom¨ªas externas a los empresarios. En este aspecto hay l¨ªneas de acci¨®n tan trascendentales como la inf¨®rmaci¨®n y la orientaci¨®n a las empresas, las mejoras de la investigaci¨®n y la t¨¦cnica y, sobre todo, la propia productividad del sector p¨²blico, que debe someterse a una gerencia eficaz, en la que el funcionario aparezca como cooperador del empresario y no unicamente como su fiscalizador y su adversario.
Y en todo ello, adem¨¢s, quiero subrayar que la peque?a y la mediana empresa merece un trato especial. No s¨®lo por la inferioridad de condiciones en que lucha frente al mercado, sino porque en ella act¨²a el hombre mismo con su inventiva, su capacidad creadora y con unas posibilidades potenciales facilitadas por su flexibilidad organizativa. En la peque?a y mediana empresa existe ilusi¨®n personal y est¨¢ ¨¦l semillero de los grandes empresarios futuros: por eso el sector ser¨¢ apoyado decididamente.
Como puede verse, el Gobierno no olvida a los empresarios. Ahora bien, rechaza -como estoy seguro de que la empresa lo rechaza tambi¨¦n- un paternalisnio mal entendido del pasado, que trataba a los empresarios como a menores de edad, cuando, en su campo de acci¨®n, se han mostrado tan maduros como el pueblo se mostr¨® maduro en las recientes elecciones.
Hemos vivido unos tiempos de cambio profundo en los que ha tendido a extenderse una actitud hostil hacia la figura del empresario. Nuestra sociedad debe revisar esta actitud y reconocer el papel social importante que corresponde al empresario en su ¨¢mbito propio, Una sociedad moderna no puede funcionar si no acepta voluntariamente unos principios m¨ªnimos de disciplina. Debemos caminar r¨¢pidamente hacia una sociedad m¨¢s pr¨®spera y m¨¢s justa; pero esto s¨®lo ser¨¢ posible si practicamos formas odenadas de resoluci¨®n de los conflictos que no entorpezcan gravemente el normal desarrollo de las actividades productivas. La economia espa?ola necesita superar con urgencia el grave deterioro que ha venido sufriendo la productividad. Empresarios y trabajadores deben entender esto como una tarea conjunta de la mayor importancia en estos momentos, para conseguir una sociedad din¨¢mica creadora y justa.
Creo que es desde esta perspectiva corno hay que contemplar la econom¨ªa: como otra forma de creaci¨®n humana. Nada grande se har¨¢ en econom¨ªa (ni, por tanto, en pol¨ªtica) si se piensa s¨®lo en t¨¦rminos monetarios. Hay satisfacciones y valores m¨¢s altos; motivos m¨¢s poderosos para la acci¨®n. Por ejemplo, la creaci¨®n de una gran firma industrial en los empresarios o en el Gobierno, la satisfacci¨®n de servir a los espa?oles, llev¨¢ndolos hacia un futuro de progreso.
En esos valores y en esos motivos se apoya nuestra confiada esperanza. Es seguro que superaremos la crisis econ¨®mica, porque hay recursos suficientes, si creemos en nuestro esfuerzo com¨²n y quelemos de verdad compartir el producto social con todos, puesto que entre todos lo producimos.
En conclusi¨®n, el cambio, democr¨¢tico no vendr¨¢ del regateo, ni la inhibici¨®n, sino del esfuerzo y la confianza. S¨®lo as¨ª habr¨¢ cambio, pero s¨®lo si el cambio es democr¨¢tico (por todos y para todos), llegar¨¢ a ser verdadera la esperanza.
EL PAIS: En la declaraci¨®n program¨¢tica se alud¨ªa a est¨ªmulos fiscales para la promoci¨®n de puestos de trabajo. ?C¨®mo se ha planteado esta pol¨ªtica?
F. F. O.: Existe un nivel de desempleo. producido directamente por los devastadores efectos de la inflaci¨®n, pero es indudable que el modelo de crecimiento de nuestra econom¨ªa ha inducido un fen¨®meno de paro estructural muy profundo, no f¨¢cilmente remediable en un plazo corto.
Aparte de la acci¨®n prevista a trav¨¦s del sector p¨²blico en las zonas m¨¢s afectadas, y del esfuerzo por aliviar la estructura de costes de las empresas desplazando a medida que sea posible la carga de la seguridad social hacia el presupuesto, vamos a presentar a las Cortes un proyecto de ley de apoyo fiscal al empleo donde se invierte el signo cl¨¢sico de los incentivos fiscales en una direcci¨®n m¨¢s coincidente con los verdaderos problemas de est¨¢ hora. Seg¨²n este proyecto de ley, las empresas podr¨¢n deducir de las cuotas de sus Impuestos una determinada cantidad por cada uno de los puestos de trabajo en que incrementen sus plantillas.
La relaci¨®n capital-empleo en Espa?a presenta una intensidad de capital por puesto de trabajo muy elevada, y es necesario
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