Samaranch, del "contamos contigo" a embajador en la URSS
Despu¨¦s de 41 a?os, ayer, 18 de julio, lleg¨® a Mosc¨² el embajador espa?ol en la Uni¨®n de Rep¨²blicas Socialistas Sovi¨¦ticas, Juan Antonio Samaranch. Su nombre ha estado vinculado al deporte y la pol¨ªtica espa?ola desde hace m¨¢s de un cuarto de siglo. Deporte y pol¨ªtica que no le van a ser ajenos en su nuevo destino, y donde tendr¨¢ nuevas ocasiones de demostrar su habilidad con el fin de congeniar la tarea encomendada por el Gobierno Su¨¢rez. Establecidas las relaciones diplom¨¢ticas con la Uni¨®n Sovi¨¦tica en el pasado mes de febrero, a partir de ahora un catal¨¢n va a canalizar dichas relaciones desde su provisional despacho moscovita de la calle Leninski Prospekt. Momentos antes de su salida hacia Mosc¨², Juan Antonio Samaranch charl¨® durante unos minutos con .
Treinta maletas y media docena de paquetes con la etiqueta ?Juan Antonio de Samaranch, embajador de Espa?a?, esperaban a primeras horas de la ma?ana de ayer ser embarcados en el vi¨®n sovi¨¦tico de Aeroflot, junto al sal¨®n de autoridades del aeropuerto de Barajas. Despu¨¦s de las diez de la ma?ana llegaba el embajador acompanado de su esposa, Mar¨ªa Teresa Salisachs Roviralta, que le acompa?ar¨ªa en el viaje, y de su hijo Juan Antonio, que iba a despedirles. Les aguardaban, entre otros amigos, el presidente del Real Club Deportivo Espa?ol, Manuel Meler; el vicepresidente del Real Madrid, Raimundo Saporta, y el director general de Deportes, Benito Castej¨®n.?Ha llegado el momento de mirar hacia adelante y no para atr¨¢s?, responde tajante el nuevo embajador cuando le interrogamos sobre la sorpresa que nos produce el que un hombre tan vinculado al r¨¦gimen franquista, decididamente anticomunista, vaya a representar a nuestro pa¨ªs a Mosc¨². ?Que mi viaje coincida con la fecha del 18 de julio no tiene otro motivo que la casualidad. El ¨²nico d¨ªa que la compa?¨ªa a¨¦rea sovi¨¦tica hace el vuelo directo es el lunes.?
Hace medio a?o que Juan Antonio Samaranch pensaba a¨²n en ?Concordia Catalana? como grupo pol¨ªtico centrista catal¨¢n de cara a las elecciones. Sin embargo, poco despu¨¦s la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico confiaba a Carlos Sent¨ªs y Jim¨¦nez de Parga la b¨²squeda de votos. ?Qu¨¦ pas¨®? ?Mi nombre no figur¨® en la Uni¨®n de Centro porque ante riormente hab¨ªa una oferta en firme para la embajada de Mosc¨², que yo acept¨¦ -nos dice Sarnaranch-. De todas formas, la operaci¨®n Cnetro en Barcelona ha sido un buen ¨¦xito. A pesar de tener una preparaci¨®n muy primaria se han conseguido cinco esca?os y ha servido de experiencia para dar la batalla en la pr¨®ximas elecciones municipales.?
Amistad con Lord Killanin
Si empre hab¨ªamos cre¨ªdo que el ex presidente de la Diputaci¨®n de Barcelona hubiera preferido la posibilidad de ser ministro a este cargo, de embajador, y as¨ª se lo preguntamos: ?Es una pregunta de ciencia-ficci¨®n -responde- El puesto que el Gobierno me ha ofrecido tiene grandes atractivos, incluso a largo plazo. ?La conversaci¨®n se interrumpe ante llamadas de tel¨¦fono de amigos que quieren darle el ¨²ltimo adi¨®s antes de abandonar Espa?a. Vuelve a sentarse junto a nosotros para hablarnos de la posibilidad de sustituir en la presidencia del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional a Lord Killanin. ?Hay que esperar hasta 1980 que se celebren las elecciones en Mosc¨², coincidiendo con losjuegos ol¨ªmpicos. Me une a ¨¦l una buena amistad. Es posible que no se presente a la reelecci¨®n, y entonces yo ser¨¦ uno de los candidatos. Sin embargo, le aseguro que si Lord Killanin decide continuar, yo retirar¨¦ mi candidatura.?
Parece sentirse molesto cuando le comentamos que su nombramiento como embajador ante la Uni¨®n Sovi¨¦tica puede ser decisivo para obtener la preparaci¨®n de las olimpiadas en Madrid, en 1984. ?No hay nada de eso. Espa?a no es candidata para las olimpiadas de 1984. Nuestro pa¨ªs tiene ahora otras preocupaciones, entre ellas las de resolver el bache econ¨®mico, como para pensar en ese tema. Sin embargo, 1988 puede ser el momento de organizar la olimpiada, ya que para entonces ser¨¢n los pa¨ªses, no las ciudades, las que lo organicen, y puede ser una gran oportunidad, por el prestigio que puede darle a nuestro pa¨ªs. ?
Es rotundo al contestar que con su nombramiento no ha habido ninguna reaccion en contra de los diplom¨¢ticos de carrera. ?Antes al contrario -afirma Juan Antonio Samaranch-me ha agradado la acogida que he tenido entre los altos cargos del Ministerio, que en todo momento se han comportado con gran cordialidad. Precisamente, necesito de la ayuda de los profesionales de la diplomacia para superar los inconvenientes de los primeros meses. Voy con una enorme carga de modestia, sabiendo que sin sus ayudas me ser¨¢ imposible conseguir nada. Bien es cierto que llevo una gran dosis de seguridad, y espero hacer honor a la confianza que en m¨ª se ha depositado.?
Seguridad que ha de demostrar en la dif¨ªcil tarea de representar a Espa?a en una de las dos grandes potencias mundiales. ? La primera lecci¨®n que he aprendido -nos dice para terminar la charla- es que soy el brazo ejecutor de las ¨®rdenes que emanen del Ministerio espa?ol de Asuntos Exteriores, y estoy dispuesto a procurar intensificar las relaciones comerciales, culturales, cient¨ªficas y deportivas que tienen que llevar a un acercamiento real y m¨¢s exacto de lo que son hoy en d¨ªa nuestros pueblos. ?
Las despedidas son breves. En la pista el avi¨®n espera el embarque de los embajadores espa?oles para partir. Juan Antonio Samaranch se abrocha un bot¨®n de su americana azul. Mar¨ªa Teresa Salisachs sonr¨ªe a sus amigos. Nuestra fot¨®grafa les acompa?a hasta el avi¨®n. Cuando salimos, los equipajes ya han desaparecido de la entrada del sal¨®n de autoridades. Imaginamos que en una de las treinta maletas el nuevo embajador de Espa?a habr¨¢ guardado un traje especial, como aquel que utiliz¨® en Curullada para pasarse del Ej¨¦rcito republicano al bando que dirig¨ªa el general Franco, y que en una de las biograf¨ªas del pol¨ªtico catal¨¢n se describe como ?apto para el fr¨ªo, ligero por si apretaba el calor, tan holgado que permitiera dormir vestido, con bolsillos donde poder llevar la comida?. Para salir airoso de su misi¨®n en Mosc¨², Samaranch va a necesitar en algunas ocasiones de un atuendo parecido.
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