El laborismo brit¨¢nico supera un voto de censura en el Parlamento
El Gobierno brit¨¢nico se enfrent¨® anoche a un voto de censura por su nueva estrategia econ¨®mica, destinada a salvar al pa¨ªs de la explosi¨®n salarial. Con la ayuda liberal, los laboristas han salvado este nuevo reto parlamentario, pero no han podido evitar las criticas que su programa pasado y presente recibe desde todos los sectores sindicales del Reino Unido.
La Administraci¨®n no ha conseguido siquiera el apoyo de sus aliados moderados de los Trade Unions, cuyo consejo ejecutivo no se ha atrevido a recomendar restricciones a la hora de pedir aumentos de sueldos.Al reformar su programa econ¨®mico, el Gobierno retir¨® el apartado de las congelaciones salariales, que funcionan desde hace dos a?os, y que en este momento limitan las subidas en un 4,5%.
Al hacer esta concesi¨®n, que hab¨ªa sido reivindicada pr¨¢cticamente por todos los sindicatos del pa¨ªs, el Gobierno pidi¨®, con humildad y desesperaci¨®n, que se limitaran las demandas, a un 10 % de aumento cuando empezaran a negociarse libremente los convenios colectivos. Tambi¨¦n recomend¨® que un elemento esencial del ahora difunto ?pacto social?, el mantenimiento de un plazo de doce meses entre subidas salariales, se siguiera respetando, con efecto retroactivo y para el futuro.
En su respuesta, el TUC, que es el congreso sindical brit¨¢nico, no ha podido ir tan lejos. Su lealtad al Gobierno laborista le ha llevado a pedir sin convicci¨®n que en efecto se observa aquel periodo entre convenios colectivos, pero ha considerado contraproducente volver a poner un ?I¨ªmite voluntario? a los sueldos.
Esto significa que a partir de ahora nadie podr¨¢ impedir que los mineros pidan un 90 % de aumento, que los 12.000 m¨¦dicos de hospital lleven a cabo su huelga de un d¨ªa para exigir que se levante la regla de los doce meses, que los trabajadores de los ferrocarriles presionen para lograr aumentos superiores al 50 %, o que, en general, se produzca una situaci¨®n similar a la que en 1974 puso a este pa¨ªs al borde del caos, provoc¨® las restricciones actuales y produjo una ca¨ªda vertical de la esterlina.
Eso no es lo ¨²nico que el Gobierno quisiera evitar ahora. Tambi¨¦n pretende impedir las elecciones generales. De hecho, Callaghan desea hacer que su pacto parlamentario con los liberales dure al menos hasta el pr¨®ximo a?o para que una derrota en los Comunes no precipite una consulta popular que en este momento ser¨ªa favorable a los conservadores. Como nos dijo ayer la secretaria de relaciones internacionales del Partido Laborista, "un triunfo tory en unas elecciones inmediatas garantizar¨ªa la presencia de ese partido en el poder por un per¨ªodo de diez a?os, al menos"
En 1979 empezar¨¢ a obervarse el efecto del petr¨®leo sobre la econom¨ªa brit¨¢nica. Cuando ese ingreso nivele la balanza de pagos y la libra vuelva a valer lo que pesa, el partido que gobierno ser¨¢ tan s¨®lido como su econom¨ªa.
Como en 1974, cuando los mineros precipitaron la ca¨ªda de Edward Heath y devolvieron a Wilson al poder, la frase que m¨¢s se escucha en Gran Breta?a es: ?Ya basta.? El objetivo de la lucha sindical ahora es el ? pacto social?, al que se acaba pr¨¢cticamente de rematar. Ya no s¨®lo lo dicen los mineros, sino que lo repiten los asistentes sociales, los doctores e incluso los polic¨ªas. Hasta el ministro de Sanidad lo ha dicho: ?Reconocemos que las restricciones salariales han producido anomal¨ªas internas y han hecho decrecer el nivel de vida.?
Estos d¨ªas el laborismo tiene muy dif¨ªciles las cosas. Callaghan ha pedido, desde la plataforma de los mineros, un respeto al pobre, al d¨¦bil y al desempleado. Demandas superiores a las que el Gobierno puede conceder har¨¢n sufrir a todo el mundo. Este pa¨ªs ya no es rico ni es todav¨ªa autosuficiente. Pero parece que esta vez el llamamiento de Callaghan a la cordura salarial no se va a hallar con una respuesta amable entre los trabajadores.
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