R¨¦cord de desempleo en Gran Breta?a
La crisis econ¨®mica brit¨¢nica ha conocido un nuevo r¨¦cord, al llegar a 1.600.000 el n¨²mero de desempleados de este pa¨ªs. Ahora, el 6,8 % de la poblaci¨®n trabajadora vive de la seguridad social. La situaci¨®n es especialmente dram¨¢tica porque se mantiene en un ambiente de restricci¨®n del gasto p¨²blico y de inflaci¨®n irreductible.La publicaci¨®n de estas estad¨ªsticas, las m¨¢s alarmantes desde que termin¨® la ¨²ltima guerra mundial, coincide con las demandas del ala izquierda del movimiento laborista brit¨¢nico -en el partido y en los sindicatos- para que el Gobierno reduzca gastos en determinados presupuestos, como el de defensa, y aplique ese dinero a la creaci¨®n de puestos de trabajo para la juventud. Cerca de un cuarto de mill¨®n de los desempleados actuales son j¨®venes que acaban de dejar la escuela.
La pol¨ªtica de reflaci¨®n que se solicita es imposible de aplicar en la actualidad, porque el Gobierno tiene el compromiso de reducir el gasto p¨²blico como una de las condiciones de un pr¨¦stamo que obtuvo el a?o pasado del Fondo Monetario Internacional. Aunque las estad¨ªsticas resultan fr¨ªas y definitivas, y la Administraci¨®n repite su convencimiento de que van a meJorarse, esas cifras ya empiezan a notarse gravemente en la calle. Los soci¨®logos brit¨¢nicos achacan a la gravedad de la situaci¨®n econ¨®mica la agitaci¨®n social y el apoyo p¨²blico que organizaciones de extrema derecha, como el Frente Nacional, obtienen para su propaganda contra los emigrantes, como en los a?os treinta, los neofascistas culpan a extranjeros de la situaci¨®n de desempleo que se padece en el pa¨ªs.
Por otro lado, uno de los elementos m¨¢s vistosos de las calles de Londres de estos d¨ªas, las ri?as entre los punk y los teddy boys no dejan de ser un reflejo de una juventud que, para su placer o para su pesar, deja la escuela y ya no encuentra nada que hacer.
En esta atm¨®sfera, quedan oscurecidos debates parlamentarios cruciales, como el que anteayer sirvi¨® para revisar -y perdonar- la conducta de un ex ministro conservador, Reginald Maudling, y de un diputado laborista, sospechosos de corrupci¨®n en los cargos p¨²blicos
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