El curso de Arte de Santander
Respeto la opini¨®n del se?or Juan M. Bonet, aunque, si hemos de entender las cosas con un m¨ªnimo sentido liberal, convendr¨ªa matizar los t¨¦rminos con que se intenta poner de relieve la ineficacia de los cursos anteriores dirigidos todos ellos por uno de nuestros m¨¢s prestigiosos historiadores del Arte. El se?or Bonet glosa en su art¨ªculo la conferencia inaugural, que estuvo a cargo de su propio hom¨®nimo. Estoy seguro de que en la coincidencia del patron¨ªmico no existir¨¢ el menor asomo de nepotismo. Al se?or Bonet parecen alegr¨¢rsele las pajarillas por la diferencl a tan notoria que, seg¨²n ¨¦l, existe entre los cursos a los cuales califica de ?franquistas? que fueron ?eternamente? dirigidos por el profesor Cam¨®n Aznar, y este otro que ahora comienza con unos aires de renovacion que evitar¨¢n, en criterio del opinante, aquel turbio compadrazgo que imper¨® en los cursos de La Magdalena. Es el caso que yo he tenido, si no arte -puesto que eso es patrimonio de quien Dios se lo da- s¨ª parte, puesto que fui ponente y cronista de los citados cursos para publicaciones como Tercer Programa, Ideas Est¨¦ticas, Bellas Artes 70, Estafeta Literar¨ªa y, diariamente, para el ABC. Efectivamente hubo nombres que se repitieron porque uno de los cometidos de aquellos cursos era el de establecer unos reencuentros entre personalidades del mundo del arte, algunos de corte tariftanquista como Carmelo Bernaola, Enrique Azcoaga, Cr i st¨®bal Halffter, Llorens Artigas, Santiago Am¨®n (cr¨ªtico de arte de ese diario) o el que esto escribe. Y lo cierto es que en la tribuna del Sal¨®n de la Reina ponti icaron viejos y jovenes, cr¨ªticos y profesores, escritores y pl¨¢sticos, con f¨®ri-n istas e 1 ncon fori-n istas, abstractos y concretos, y, entre ellos, no fueron los menos asiduos los se?ores Bonet Correa (director del prit-sente curso), Sim¨®n March¨¢n (su actual secretario) y Cirilo Popovici, que creo recordar estuvo presente en todos ellos y que ahora se cita en la n¨®mina de los renovadores. Est¨¢ bien que cambien cosas y nombres, intenciones y programas. En esto estamos al cabo de la calle. Lo que ya no resulta tan justo es denigrar a los dem¨¢s buscando v¨ªctimas en compa?eros de una misma dedicaci¨®n con el ¨²nico fin dejustificar una determinada actitud. Eso, adem¨¢s de trist¨ªsimo, es, en el fondo, totalmente inoperante. Por otra parte, deseamos muy sinceramente que el nuevo curso constituya un ¨¦xito para bien de la cultura y de los espanoles en una etapa pre?ada de esperanzas.
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