?Huelga amarilla?
LA ACTUAL huelga parcial de camioneros, por su desarrollo y antecedentes, ofrece datos que hacen plausibles las acusaciones de huelga pol¨ªtica promovida por el amarillismo del antiguo sindicato vertical con fines de desestabilizaci¨®n. Alguien ha parangonado esta huelga con la de los camioneros chilenos durante el mandato de Unidad Popular, con la marcha de las cacerolas que las damas de la burgues¨ªa santiague?a organizaron como redoble del vasto plan pol¨ªtico que termin¨® con el r¨¦gimen allendista.Son, sin duda, comparaciones excesivas y traslaciones hist¨®ricas dificilmente repetibles. Pero es indudable que algo huele a podrido en esta huelga de camioneros que ya comienza a poner en precario el abastecimiento normal de varias ciudades. En t¨¦rminos generales, las reivindicaciones de los huelguistas son razonables y pueden ser pactadas en una negociaci¨®n con el Gobierno. Pero el inicio del conflicto da pie para sentar serias dudas.
Patronos del transporte por carretera, beneficiados por el sindicalismo vertical, harto sumisos entonces y en gran medida responsables de los problemas que ahora airean, se re¨²nen en Valladolid la pasada semana y, por sorpresa y sin previa publicidad, plantean un serio conflicto que poco despu¨¦s del d¨ªa de la reuni¨®n comienza en Valencia, para extenderse inmediatamente a otras diecinueve provincias. Los promotores de esta huelga parecen haber puesto m¨¢s el acento en la paralizaci¨®n de los suministros por carretera que en una presi¨®n gradual sobre las autoridades para encontrar un terreno de negociaci¨®n.
No vamos a novelar con el recuerdo del estadounidense Jimmy Hoffa, ni siquiera con las dudas que pesan, a¨²n sobre el aparato verticalista del transporte tras la matanza de abogados de la calle de Atocha -algo que, esperamos, la Justicia dilucidar¨¢ en su d¨ªa-, pero muy bien saben los propios camioneros due?os de un cami¨®n o de peque?as empresas de transporte la red tejida en torno a esta industria, desde los sindicatos estatales. Una red que ha configurado una trama de intereses, trueques y relaciones econ¨®mico-pol¨ªticas que convierten al sector en uno de los m¨¢s enmara?ados de nuestro panorama laboral y econ¨®mico.
H¨¦te aqu¨ª una huelga que puede alcanzar repercusiones nacionales de extenderse y mantenerse, y que ha sido desaconsejada por las dos centrales sindicales de fuste: Comisiones Obreras y Uni¨®n General de Trabajadores. No es preciso ser en exceso suspicaces para tener esta huelga por banco de pruebas de una futura situaci¨®n de caos social con fines de desestabilizaci¨®n pol¨ªtica antes que por una razonable reivindicaci¨®n de derechos leg¨ªtimos.
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