A prop¨®sito de una encuesta
Hace un par de semanas, y con motivo de cumplirse el d¨¦cimo aniversario de su fundaci¨®n, la revista madrile?a Arteguia somet¨ªa a encuesta el caso de la instituci¨®n a que atiende mi comentario, de acuerdo con una ¨²nica pregunta: ??Qu¨¦ ha significado el museo de Cuenca en el desarrollo de la vanguardia art¨ªstica espa?ola?? Treinta y ocho fueron los solicitados, de los que, por cuant¨ªa y oficio, cabe establecer la clasificaci¨®n que sigue: trece pintores, siete cr¨ªticos de arte, siete directores de galer¨ªa, dos catedr¨¢ticos, dos directores de museo, dos arquitectos, dos ingenieros de caminos, un periodista, un escultor y un m¨²sico.La opini¨®n com¨²n propende al elogio y llega, en algunos casos, a rebasar el t¨®pico, la adjetivaci¨®n (importante, muy importante, important¨ªsimo, insustituible, extraordinario, excelso, ¨²nico, magn¨ªfico, mod¨¦lico, singular ... ), siendo solamente cuatro de los sometidos a encuesta los que a su propio voto favorable agregan tales cuales objeciones: la escasa representatividad del museo a nivel creativo; la parvedad de su influjo en el desarrollo de la pintura; el predominio de los hechos consumados sobre posibles est¨ªmulos de investigaci¨®n y promoci¨®n, y la reincidencia en el concepto de pante¨®n, olvidando, en aras de un montaje exquisito, la necesaria formaci¨®n e informaci¨®n, la did¨¢ctica.Al reconocido car¨¢cter testimonial vienen a sumarse otros dos puntos de un¨¢nime coincidencia: la fijaci¨®n, por un lado, o confirmaci¨®n, o cristalizaci¨®n, de aquella vanguardia abstractionista que surgi¨®, mediados los a?os cincuenta, y dio sus mejores frutos en la d¨¦cada siguiente, y, de otra parte, la amplia y esmeradamente seleccionada congregaci¨®n de sus protagonistas m¨¢s genuinos, con la secuela de emulaciones y concomitancias. Hay tambi¨¦n quorum al subrayar el prop¨®sito de divulgaci¨®n en torno a una expresi¨®n art¨ªstica que, al tiempo de su floraci¨®n dist¨® muchos de merecer una cierta acogida popular, y hoy recaba, en su conjunto, la atenci¨®n de no pocos visitantes
Variedad de opiniones
?Otros datos o indicios de consentimiento mayoritario? La adecuaci¨®n entre el edificio, la obra expuesta y su montaje; el car¨¢cter paliativo de la vergonzante laguna nacional en este tipo de experiencias muse¨ªsticas; el signo supletorio de una carencia estatal; la subordinaci¨®n de los impulsos personales a un medio de exposici¨®n y recepci¨®n en que el mensaje art¨ªstico puede ser colectivamente interpretado; la visi¨®n coherente de la abstracci¨®n espa?ola en el momento de su mayor vitalidad dentro y fuera del pa¨ªs; el gran espaldarazo al arte abstracto en Espa?a, y a sus primeros cultivadores; la acepci¨®n de la pr¨¢ctica cotidiana y su consiguiente asequibilidad al margen de toda ceremonia...
Algunos de los part¨ªcipes en la encuesta atribuyen el ¨¦xito de la iniciativa a la feliz conjunci¨®n entre teor¨ªa y pr¨¢ctica en la habitual gesti¨®n de Fernando Z¨®bel, fundador del museo. Otros ponen de relieve c¨®mo, a ejemplo suyo, puede convertirse en p¨²blica una colecci¨®n privada y entra?ar todo un modelo para los museos particulares y estatales. Hay quienes interpretan el caso a manera de latente proceso de aclimataci¨®n, por cuya gracia empiezan hoy a recogerse los frutos de una siembra que se produjo cuando no parec¨ªan muy ciertas las esperanzas, y no falta el que ve en todo ello una incidencia v¨¢lida, y desgraciadamente at¨ªpica, de centrifugaci¨®n, a provincias, del arte vivo de vanguardia.
Por cerrar la cuenta de tan variadas y no poco coincidentes opiniones, voy a transcribir literalmente la que el propio Z¨®bel, due?o y fundador del museo, aporta a la encuesta que aqu¨ª comentamos: ?Creo que su mayor importancia reside en que quedan expuestas, y muy visibles, determinadas obras de un nivel que a m¨ª me parece alt¨ªsimo. Queda bastante bien definida, creo, la calidad y personalidad de una generaci¨®n art¨ªstica importante. No cabe duda que las vanguardias posteriores han tenido muy en cuenta lo que queda expuesto en Cuenca; es m¨¢s, creo que estas obras -un museo es la obra que contiene- forman parte del museo imaginario de todo joven pintor espa?ol.?
Y junto a Z¨®bel, no exenta de ponderaci¨®n, bajo aparente suficiencia, se me hace de justicia ofrecer las dos m¨¢s extremadas opiniones: la del m¨²sico Crist¨®bal Halffter y la del dise?ador Juan Ignacio Macua. Para el primero, el museo de Cuenca es obra perfecta, a tenor de estas cuatro razones: albergar la colecci¨®n m¨¢s completa del arte espa?ol desde 1950 hasta hoy; la atinada manera de ofrecerla al p¨²blico; el feliz destino dado a una casa antigua, en trance de ruina; el acierto en procurar vida a una ciudad espa?ola. ? La enorme importancia -concluye textualmente Halffter- que doy al contenido del museo creo que s¨®lo quedar¨¢ patente dentro de cincuenta a?os. ?En el extremo opuesto, y tras se?alar alguna que otra deficiencia (ausencia de comparaciones con el arte abstracto de otros pa¨ªses, falta de estudio de antecedentes y biograf¨ªas, dudosa justificaci¨®n de algunas presencias ... ) y reconocer de plano su alta calidad est¨¦tica, cree Juan Ignacio Macua que el de Cuenca incide -y m¨¢s cuanto m¨¢s refinado el deleite que ofrece al visitante- en el aspecto clasista de otros muchos museos. Los m¨¢s de ellos son, ajuicio suyo, utilizados como elementos de autocomplacencia para la clase dirigente y para los iniciados que, por formaci¨®n y ambiente, los entienden y disfrutan, a espaldas de los dominados, ajenos al arte, y m¨¢s al contempor¨¢neo, para cuya comprensi¨®n y disfrute -llegan a pensar- se nace o no se nace.
Complexi¨®n cultural
Invitado al interrogatorio, ¨¦sta fue mi respuesta: ?A diferencia de otros museos, el de Cuenca se caracteriza por su falta de burocracia, y, en lugar de estar dirigido por administrativos, lo est¨¢ por verdaderos entendidos en arte. ? Tal vez sea ¨¦ste el ¨²nico museo del mundo (a escala nacional huelga comentario) en que la concepci¨®n de la idea, el proyecto incipiente, la adquisici¨®n de las deshauciadas casas colgadas, su oportuna reconversi¨®n de usos, compra a instalaci¨®n de las obras, inventario y edici¨®n del cat¨¢logo general, m¨¢s el proceso entero de conservaci¨®n de fondos y apertura al p¨²blico visitante..., han corrido, de principio a fin, a cargo del pintor Z¨®bel y un pu?ado de colegas, adictos, sin excepci¨®n, a la corriente abstraccionista que en el museo se expone y explica.
A su condici¨®n de artista pl¨¢stico siempre ha sumado Z¨®bel una asidua dedicaci¨®n al estudio del arte y una apretada complexi¨®n del fen¨®meno cultural, entendiendo por cultura la apertura di¨¢fana del esp¨ªritu a aquellos asuntos que al esp¨ªritu convienen, de acuerdo con el correr y el sentir de los tiempos. Por tal modo, su emp¨ªrica actitud vanguardista se vio inequ¨ªvocamente apoyada y acrecida en la asidua atenci¨®n al acontecimiento de la vanguardia universal, de la que su museo es trasunto fiel y puntual correlativo. En vez, en fin, de los gestores y administrativos al uso, aqu¨ª intervinieron aut¨¦nticos protagonistas del progreso, y, en lugar de burocracia, medi¨® el conocimiento (teor¨ªa y pr¨¢ctica) del arte de nuestra edad.
Sus primeros y principales colaboradores (los Torner, Rueda, Lorenzo ... ) y otros m¨¢s que no tardaron en secundar la prometedora iniciativa (Saura, Sempere, Farreras, Bonifacio ... ) eran, peculiaridad de estilos al margen, de an¨¢loga condici¨®n creadora y emprendedora en torno a una empresa com¨²n que ¨²nicamente quienes la vivieron y ejemplificaron con su propia obra pod¨ªan trasladarla eficientemente a la comprensi¨®n y contemplaci¨®n de los dem¨¢s. Un pu?ado, repito, de artistas pl¨¢sticos que, por su probado afincamiento en el suelo feraz de la cultura, acertaron a desmentir, con creces, el conocido e ir¨®nico dicho de Marcel Duchamp: ?No sea usted bestia como un pintor?
En la actual circunstancia es presupuesto inexcusable que los medios oficiales (el reci¨¦n creado Ministerio de Cultura, a la cabeza) apoyen prioritariamente aquellas iniciativas, individuales o colectivas, que nacieron de s¨ª mismas y medraron al margen o a la contra de la Administraci¨®n. Es ella hoy la que en buena medida debe subvenir a las deficiencias que el museo de Cuenca habr¨ªa de superar para convertirse en foco vivo de cultura al alcance del pueblo. Sus mentores han restituido a nuevos usos y significados las trazas ruinosas de unas edificaciones que, de otra suerte, hubieran quedado en la memoria de la tarjeta postal. C¨²mplele ahora a quien corresponda dar feliz coronaci¨®n a lo admirablemente hecho o emprendido.
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