Toreo inspirado y poderoso de Paquirri con una mansada de Atanasio
Las mediocridades y el tono gris de la feria bilba¨ªna los rompi¨® ayer Paquirri, con una actuaci¨®n redonda, que provoc¨® el delirio. Su toreo de capa fue eficaz. Y sus faenas de muleta estuvieron llenas de poder¨ªo e inspiraci¨®n. La primera fue a un torete -nada m¨¢s que un torete- manso y huido, al que fij¨® con cuatro ayudados por bajo, de maestro consumado. En tales ayudados estuvo la clave de todo el trasteo, porque, aparte los defectos apuntados, la res era d¨®cil y, uta vez dominada, con esa docilidad admiti¨® los pases de todas las marcas que le instrument¨® el diestro barbate?o.Sin embargo, la segunda la hizo a un toro, alto de agujas, serio y escurrido, manso tambi¨¦n -que la mansedumbre fue la t¨®nica de los atanasios-, con el mismo problema de querer irse de la lidia. Toro que no se emple¨® nunca, ni en los caballos ni en banderillas, ni en sus primeras embestidas, llegado el ¨²ltimo tercio. Pero Paquirri, que se encuentra en un momento de espl¨¦ndida madurez, camino de ser el m¨¢s importante torero del momento, si no lo es ya, lo sac¨® a los medios, lo fue encelando, y as¨ª, pase a pase, consigui¨® que aquella res por la que nadie habr¨ªa dado un duro, se fuera arriba, embistiera entregada, con continuidad y hasta con viveza.
Plaza de Bilbao
Sexta corrida de feria. Toros de Atanasio Fern¨¢ndez, desiguales de presentaci¨®n, tres muy chicos; mansos, huidos, aunque manejables.Curro Romero: dos pinchazos y media estocada tendida (divisi¨®n y saludos). Pinchazo y estocada delantera (bronca). Paquirri: Estocada (oreja). Estocada algo desprendida (dos orejas y dos vueltas triunfales al ruedo). Ni?o de la Capea: Pinchazo hondo atravesado y seis descabellos (silencio). Tres pinchazos y descabello (palmas).
La faena, construida con t¨¦cnica irreprochable, tuvo armon¨ªa y aroma; tuvo variaci¨®n tambi¨¦n. No era una variaci¨®n buscada, sino que las suertes se suced¨ªan de acuerdo con lo que el toro ped¨ªa en cada momento. Y siempre con mando y con temple. Y siempre con ligaz¨®n. Derechazos y naturales, algunos de ellos con la suerte cargada, compusieron la base de este muleteo de altos vuelos. No tosco, como dice el t¨®pico que torea Paquirri, sino hondo a la vez que pulcro. Los pases de pecho, sobre todo los que dio con la izquierda, largos, de cabeza a rabo, pas¨¢ndose todo el toro por delante, con la mano de mandar llevada al hombro contrario, est¨¢n entre lo mejor que hemos visto en toda la temporada. Y luego vinieron circulares molinetes, pases de la firma, ayudados, afarolados, que instrumentaba acopl¨¢ndose, como dec¨ªamos, a los condicionamientos de su enemigo. El remate de esta faena, como ocurri¨® con la anterior, fue el volapi¨¦ ejecutado a ley. Y con esta suerte, el triunfo de delirio, leg¨ªtimo, que pone a este diestro en el puesto cimero de la torer¨ªa.
No banderille¨® Paquirri, aunque se lo ped¨ªan con aut¨¦ntica pasi¨®n, y eso salimos ganando, pues pudimos ver dos magn¨ªficos pares de Salvador Mateo, el cual tuvo que corresponder a la ovaci¨®n montera en mano. La tarde fue tambi¨¦n de subalternos. Tito de San Bernardo, que asimismo banderille¨® con torer¨ªa, estuvo sensacional en la brega y lidi¨® los toros del Ni?o de la Capea; con eficacia y entrega el primero de ellos, un buey que no ten¨ªa un pase, al cual le porfi¨® muy voluntarioso el matador. El sexto, en cambio, si ten¨ªa pases, y el Ni?o de la Capea se los dio todos, con el entusiasmo de siempre y con la violencia de siempre tambi¨¦n, excepto en tres naturales de frente, de mejor pasar. Estuvo mal con la espada y por ello no cort¨® oreja, pero no fue s¨®lo culpa de la espada sino de la actuaci¨®n de Paquirri, que habla hecho imposible la comparaci¨®n.
Curro tuvo un toro huido, al que persigui¨® por todo el ruedo ech¨¢ndole la muleta abajo, y otro cojo, tan corto de embestida, que, aunque lo intent¨®, no, pudo darle ni un solo derechazo completo. La gente le abuche¨® con fuerza, y la verdad es que no hab¨ªa motivo para tanto. Ese derroche de gargantas mejor fin habr¨ªa tenido de aplicarse a los atanasios, que eran mansos, mulos algunos, y adem¨¢s hubo tres -primero, segundo y sexto- con un trap¨ªo impropio de la plaza de Bilbao.
Y algo m¨¢s hemos de a?adir, que no pertenece al cap¨ªtulo de la corrida sino al de la aclaraci¨®n: el bueno de Paula no fue picado en la corrida del mi¨¦rcoles, como m¨¢s o menos sali¨® escrito en la cr¨®nica correspondiente a dicho d¨ªa, as¨ª como Roberto Dom¨ªnguez, en el primer festejo de la feria, no acentu¨® la fuerte arrancada de su toro (el que le cogi¨®) por citarle de cerca, sino la corta embestida; ni el Ni?o de la Capea pegaba zapatillazos en los quites sino en los cites. Las erratas son l¨®gicas (toda la vida se han producido) y m¨¢s cuando obedecen a errores de transcripci¨®n, pues las cr¨®nicas se dictan por tel¨¦fono y con las prisas que impone la hora, tan avanzada, en que terminan estas corridas. Pero nos vemos obligados a hacer la aclaraci¨®n, por respeto a nuestros lectores y, al tiempo, para nuestra personal defensa ante cierta alma buena que, en Bilbao, no tiene mejor cosa que hacer que sacar clavos de nuestras astillas y exhibirlos como trofeo, incluso en establecimientos p¨²blicos.
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