La casta de los "torrestrellas" fren¨® a Paquirri y a Angel Teruel.
El toro de la corrida, largo, cuajado, hondo y serio, bien armado, fue para Herrerita, lo que a nadie extra?ar¨¢. Cuando en un cartel hay dos figuras y un modesto, si se pierde un toro-toro ese es para el modesto, no falla, o no suele fallar. Sin embargo todos los torrestrella de ayer eran toros- toros. Los hay con mayor aparato, por supuesto, pero yo no pedir¨ªa m¨¢s a una corrida. Anchos, musculados y serios, si alguno baj¨® de tono, como baj¨® de fortaleza, fue, precisamente, el otro de Herrerita, con lo cual la regla antes apuntada tuvo aqu¨ª su excepci¨®n. ?Se quejar¨¢ Herrerita del trato que ha recibido en la feria de Bilbao? Ha salido al ruedo de Vista Alegre con una corrida de las que se disputan las figuras, de manera que por aqu¨ª no habr¨¢ nada que objetar, y adem¨¢s con un lote equilibrado.
Plaza de Bilbao
S¨¦ptima corrida de feria. Toros de Torrestrella, bien presentados, bravos en general, con casta.
Paquirri: pinchazo y media estocada tendida (silencio)
Buena estocada (gran ovaci¨®n y salida a los medios).
Angel Teruel: bajonazo (silencio)
Bajonazo (ovaci¨®n y salida a los medios). Herrerita: pinchazo, bajonazo y rueda de peones (vuelta). Media estocada baja y dos descabellos (aplausos).
Claro que un torero que no tiene oficio, porque se viste muy pocas veces de luces (sobran los dedos de una mano para contar los contratos que suma por temporada), tiene grandes posibilidades de fracasar, por mucha voluntad que ponga en la tarea. Y as¨ª le ocurri¨® ayer a Herrerita. El pavo dicho, correoso, se qued¨® sin picar aunque le pegaron fuerte en varas, y el modesto torero bilba¨ªno careci¨® de recursos para atemperar las embestidas violentas. Pero en el otro, que era todo lo contrario, sin el mismo trap¨ªo, blando y d¨®cil, no cuaj¨® faena tampoco, dio pases sin inter¨¦s; dej¨® escapar, lamentablemente, la oportunidad del triunfo. El p¨²blico estuvo muy cari?oso con ¨¦l, le alent¨® con sus aplausos y hasta le permiti¨® que diera una vuelta al ruedo, que en modo alguno correspond¨ªa a la labor realizada.
Corrida bien presentada —dec¨ªamos—, seria, de buen comportamiento con los caballos, brava en l¨ªneas generales, y adem¨¢s con casta. Ah¨ª le duele: la casta. En la casta de los toros es donde hay que buscarla raz¨®n de que Paquirri y Teruel no cortaran oreja; de que no llegasen a dar ni una vuelta al ruedo. No es lo mismo medirse con el toro mans¨®n que con el encastado. Los torrestrella dieron un juego interesante en los primeros tercios, y en los ¨²ltimos no se entregaban. Hab¨ªa que poderles, y ni Paquirri ni Teruel tuvieron ¨¢nimos para redondear las faenas. Ambos se quedaron a medio camino.
Quiz¨¢s influy¨® tambi¨¦n la tarde; una tarde t¨ªpicamente norte?a, ventosa y fr¨ªa, de lluvia, que ten¨ªa al p¨²blico aterido. El personal se refugiaba en las gradas cubiertas, donde hab¨ªa m¨¢s que cab¨ªan; cuatro espectadores o as¨ª, en el lugar habilitado para dos. Gritos de ? ?m¨²sica! ? a toda hora, aunque no viniesen a cuento; voces extempor¨¢neas y, mediada la corrida, ganas de marcharse.
De manera que por la cuesti¨®n meteorol¨®gica o por la de la casta. Paquirrii no se acopl¨® con el primero, toraco hondo que derrib¨®, prob¨®n al final, y en el cuarto plante¨® la faena en tablas, donde el animal se le quedaba corto, quiz¨¢ para ampararse del viento. En los medios —pens¨¢bamos— la embestida hubiera sido m¨¢s larga. Un par¨®n de la res, a mitad de un natural, le hizo optar por el ali?o. Y mont¨® la espada. El tiempo —hora, viento, lluvia— qued¨® en suspenso unos instantes: se perfil¨® muy en corto, entr¨® despacio, baj¨® la mano, hundi¨® el acero arriba —un poquit¨ªn delantero—, vaci¨® con limpieza. Consum¨® as¨ª, una gran estocada, con la que se ratifica como el n¨²mero uno de toda la torer¨ªa en la dif¨ªcil suerte del volapi¨¦.
Los mismos males que a Paquirri debieron aquejar a Teruel, que estuvo aseado —siempre est¨¢ aseado Teruel—, pero premioso, sin acoplarse con sus dos enemigos, pese a que eran manejables. Hubo alg¨²n derechazo suelto, alg¨²n ayudado, muy poco m¨¢s. Y con el capote, nada. Fue Paquirri el ¨²nico que manej¨® el capote, en el cuarto, para una larga cambiada de rodillas, ver¨®nicas recias, la lidia brillante y un quite por gaoneras. Paquirri, a medio gas y todo, le gan¨® ayer la partida a Teruel, aunque s¨®lo, fuera en ese primer tercio, que llev¨® con soltura, colocando en suerte al toro con muy pocos capotazos y en los terrenos debidos, y quitando con acierto.
En banderillas, en cambio, empataron a vulgaridad. F¨¢ciles los dos, con poco arte los dos, aunque Paquirri puso la plaza boca abajo cuando quebr¨® a ese mismo cuarto en el centro del ruedo y a la salida de la suerte juguete¨® con el toro y se descar¨® con ¨¦l en un desplante torer¨ªsimo. La realidad es que una banderilla hab¨ªa quedado en el barro, pero la gente no repar¨® en ello, o le dio lo mismo, porque lo del jugueteo le debi¨® parecer ¨¦pico. Y adem¨¢s — ?qu¨¦ diablos! — llov¨ªa y hac¨ªa fr¨ªo y no iban a amargarse la tarde m¨¢s, por culpa de una banderilla. As¨ª que: im¨²sicaaa!
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