Prensa y atentados de estado
LA PRENSA del Movimiento tuvo, a la postre, su ¨¦tica. Aquellas, cabeceras de la cadena, con el yugo y las flechas, con las consignas recibidas y asumidas, conformaron buena parte de la vida espa?ola sin enga?ar a nadie. Los peri¨®dicos del Movimiento jam¨¢s tuvieron credibilidad social o pol¨ªtica ni el pa¨ªs les correspondi¨® con aceptaci¨®n de tiradas sustanciales. Pero la historia de hemeroteca de esta naci¨®n no cargar¨¢ presumiblemente las tintas sobre unos peri¨®dicos, revistas y agencias que sirvieron simple mente a un r¨¦gimen autoritario que ordenaba y mandaba, y ten¨ªa de la libre informaci¨®n una idea tan pobre como ego¨ªsta.Muerto Franco y comenzada la rodadura de la predemocracia que vivimos,los peri¨®dicos del Movimiento fueron reduciendo el tama?o de sus emblemas en portada, luego los pasaron a las p¨¢ginas interiores y, al final, todos nos hallamos, ante un aparato, de piensa institucional llamado Medios de Comunicaci¨®n Social del Estado.
La idea en s¨ª no es deleznable. Hubiera sido una transformaci¨®n generosa, y hasta con vocaci¨®n de pervivencia hist¨®rica dada la escasa inclinaci¨®n de las dictaduras a devenir en reg¨ªmenes democr¨¢ticos.
Pero, ?qu¨¦ ha pasado con los Medios de Comunicaci¨®n Social del Estado? Pues, evidentemente, que han modificado su tono pese a seguir siendo redactados y dirigidos por los mismos periodistas que sirvieron como ¨²ltimas lumbreras del franquismo. Pero que siguen sin alcanzar su nivel estatal pese a sus denodados esfuerzos editoriales.
La vieja Prensa del Movimiento, en, suma, sigue sin tener car¨¢cter estatal, pero intenta, hasta ahora sin ¨¦xito, encontrar. un lugar al sol de la informaci¨®n democr¨¢tica. Ruta dif¨ªcil por cuanto' el p¨²blico lector ignora si est¨¢ leyendo la prensa del Gobierno o, la prensa del pol¨ªtico que ocupa la Presidencia; no sabemos si los pomposos Medios de Comunicaci¨®n. del Estado est¨¢n al servicio del presidente Su¨¢rez o a los del presidente de la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico.
Por ahora s¨®lo sabemos una cosa de seguro, que ¨¦sta no es la prensa del Estado. Que ¨¦sta no es la prensa de todos los espa?oles, de todos los partidos, de todos los que algo significan en la pol¨ªtica nacional. Al menos por ahora ni siquiera estamos leyendo la prensa de la monarqu¨ªa.
Y uno de estos peri¨®dicos -el Arriba de hace dos d¨ªas- ped¨ªa, en una de sus colaboraciones de opini¨®n, poco menos que una censura previa sobre actos terroristas que afectaran al presidente del Gobierno, parejos a los que sufri¨® en su estancia mallorquina. Por supuesto que no es mentira el factor multiplicador de las noticias. Pero lo que s¨ª es rotundamente falso,es que los criminales lo sean m¨¢s porque vean sus haza?as reflejadas en las primeras paginas de los peri¨®dicos. Esa es una teor¨ªa tan f¨¢cil como acient¨ªfica.
Hay magnicidas como hay drogadictos. Pero los peri¨®dicos no son propagadores de las man¨ªas. Acaso ayuden a los vicios como ayuden a las virtudes. La publicacidad, de las cosas siempre es ambivalente. Pero resulta necesaria una elevada dosis de autosuficiencia para pedir desde un peri¨®dico que a la postre s¨®lo depende de la gerencia de un se?or que se encuentra al frente no s¨®lo de un Gobierno sino de un partido que los peri¨®dicos ocultan informaci¨®n sobre los atentados que le perpetran.
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