Editores y libreros est¨¢n dispuestos a la mutua colaboraci¨®n
La Asociaci¨®n para el Fomento de los Medios Educativos (Fome) ha dirigido a la agencia Europa Press un escrito de r¨¦plica en relaci¨®n con unas declaraciones que dicha agencia atribu¨ªa a fuentes de Fome sobre la venta directa de libros de texto a colegios y que ayer publicaron diversos peri¨®dicos.
La referida nota dice textualmente: ?En uso del derecho de r¨¦plica de la ley de Prensa e Imprenta, la secretar¨ªa general de Fome desmiente la existencia de dichas declaraciones, reserv¨¢ndose las acciones legales que correspondan, dada la falsedad de las manifestaciones que se atribuyen a la asociaci¨®n y los perjuicios que puedan derivarse para las negociaciones que en estos momentos se llevan a cabo, con ¨¦xito y buenos auspicios, entre editores y libreros. ?Las negociaciones a que hace referencia este escrito aluden sin duda, entre otras, a la reuni¨®n que el pasado jueves celebraron, en Santiago de Compostela, la Agrupaci¨®n Nacional de Editores de Libros de Texto y la Agrupaci¨®n de Libreros de Galicia, que finaliz¨® con un comunicado conjunto que revela la buena disposici¨®n de ambas agrupaciones para poner fin a las desagradables situaciones creadas por la anterior falta de di¨¢logo. Editores y libreros se proponen, seg¨²n dicho comunicado, poner en marcha una serie de acciones conjuntas para lograr que la comercializaci¨®n del libro de texto se efect¨²e en las librer¨ªas legalmente establecidas, como ¨¢mbito m¨¢s adecuado.
Por otra parte, fuentes autorizadas de algunas de las principales casas editoriales han declarado a EL PAIS que consideran llegada la hora de renunciar a una actitud extremadamente t¨ªmida de cara a la opini¨®n p¨²blica por parte de los editores, en relaci¨®n con los problemas que todos los a?os se suscitan por estas. fechas en torno a la cuesti¨®n de la venta de libros de texto. La opini¨®n p¨²blica, piensan los editores, tiene un conocimiento del tema un tanto parcial, a trav¨¦s siempre del punto de vista de los libreros, mucho m¨¢s activos y en¨¦rgicos en la defensa de sus intereses que los propios editores. Esta presencia menos activa de los editores en las pol¨¦micas que con frecuencia se suscitar en los medios de difusi¨®n, puede haber creado en la opini¨®n p¨²blica la idea de que se trata de un cierto silencio culpable, algo as¨ª como si los editores hubiesen estado actuando siempre, y sistem¨¢ticamente, de mala fe.
A?aden los mismos editores que, por ejemplo, las cifras que constantemente se manejan sobre el volumen de ventas de los libros de texto por cauces ajenos a los de las librer¨ªas son absolutamente falsas. Estiman al respecto que la media nacional de las ventas por los canales normales de comercializaci¨®n, libreros y mayoristas, representa alrededor de un 85 % y que en concreto una de las editoriales de mayor venta en Espa?a utiliz¨® dichos canales en un 92% en el ejercicio del curso pasado.
Existe, desde luego, un sincero deseo por parte de las editoriales de llegar a una definitiva soluci¨®n del problema, como lo demuestra la reciente reuni¨®n de Santiago; pero, sin que ello signifique el mantenimiento a ultranza del principio ?si quieren guerra, la tendr¨¢n?, los editores no est¨¢n dispuestos a seguir desempe?ando el papel del malo en todo este asunto. Culpar a las editoriales y a la mediaci¨®n de los colegios en las ventas, de la reciente elevaci¨®n del precio de los libros, es la ¨²ltima de las acusaciones infundadas de que los editores se lamentan.
Concluyen las autorizadas, fuentes de los editores que tal vez no se valore suficientemente la dimensi¨®n real de su aportaci¨®n en los ¨²ltimos a?os a la innegable mejora, si bien insuficiente todav¨ªa, de la calidad de la ense?anza. Se desconoce, dicen, el intenso y profundo trabajo de los equipos de creaci¨®n de las editoriales; la decisiva influencia que este trabajo ha supuesto en orden a posibilitar cambios de mentalidad en los propios educadores; la labor de sustituci¨®n de las propias autoridades educativas con la puesta en marcha, a sus expensas, de numerosos cursillos de formaci¨®n del profesorado en relaci¨®n con el contenido de la propia reforma educativa; y la lucha, en fin, contra ciertas reticencias con las que muchas veces han tenido que encontrarse para, por ejemplo, introducir en las antolog¨ªas literarias la obra de todos aquellos autores importantes proscritos durante tanto tiempo en nuestras escuelas y hasta en nuestras universidades y que los ni?os de hoy leen normalmente. Los educadores saben que esto es as¨ª y que aquellos profesionales, sobre todo los de mayor edad, que con mayor dificultad aceptaban las reformas metodol¨®gicas y de contenido urgidas por la ¨²ltima reforma educativa, no han encontrado otro medio para su propia formaci¨®n que los libros de texto, es decir, el trabajo, en definitiva, de los editores.
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