La obra de un gran modernista
Antonio Dom¨ªnguez Ortiz, sevillano de nacimiento, granadino por vecindad y fecundo trabajador dujrante un cuarto de siglo, actualmente acad¨¦mico de la Real de la Historia y catedr¨¢tico del Instituto ? Beatriz Galindo? de la madrile?a calle de Goya, es, hoy por hoy y desde hace unos a?os-, uno de los m¨¢s importantes historiadores en activo con que cuenta Espa?a. Junto con Jaime Vicens Vives y Carmelo Vi?as Mey, constituye la tr¨ªada de historiadores que introdujeron en la historiograf¨ªa espa?ola de los a?os cincuenta los estudios de historia econ¨®mica y social y el af¨¢n de estudiar sobre fuentes la gama tem¨¢tica de la escuela francesa de los Annales. La actitud de esos tres historiadores espa?oles, en unos a?os de aisla miento intelectual, ven¨ªa a romper con la historia ideologizante, tan habitual y tan fomentada en nuestros medios hist¨®ricos de entonces. Si al historiador catal¨¢n le correspondi¨® el papel agresivo de luchar por una historia m¨¢s enraizada con la vida real, a Dom¨ªnguez Ortiz, por su met¨®dico laborar de a?os, le ha correspondido contar en su haber con una serie de monograf¨ªas y art¨ªculos decisivos sobre la historia social de los siglos modernos espa?oles. El es hoy quiz¨¢ nuestro m¨¢s destacado modernista.Viene a cuento esta breve semblanza para presentar al lector, que no est¨¦ familiarizado con el cultivo de la historia de nuestro pa¨ªs, al autor de un fundamental libro que acaba de aparecer en estos meses y cuya rese?a vamos a intentar.
Antonio Dom¨ªnguez Ortiz
Sociedad y Estado en el siglo XVIII espa?ol. Ariel Historia, 9. Editorial Ariel. Esplugues de Llobregal (Barcelona), 1976; 529 p¨¢ginas. 22 X 14 cent¨ªmetros.
El libro est¨¢ estructurado en tres partes. En la primera se estudian los reinados de Felipe V y Fernando VI, destacando lo que en ellos hay de prerreformismo. La segunda parte, titulada expresivamente El mosaico espa?ol, es un estudio demogr¨¢fico, econ¨®mico, social y pol¨ªtico de las grandes ¨¢reas geogr¨¢ficas espa?olas. La tercera parte es un estudio del reformismo de Carlos III, incidiendo mayoritariamente sobre los aspectos sociales y pol¨ªticos. El cap¨ªtulo final nos desemboca, a trav¨¦s del reinado de Carlos IV en la crisis de 1808 y nos revela -viene a ser un leitmotiv de la obra- el fracaso del reformador Carlos III. EI libro se limita exclusivamente a Espa?a. Aun cuando hay muy atinadas alusiones al hecho americano, con toda intenci¨®n se circunscribe a la Espa?a metropolitana. Igualmente, hay una limitaci¨®n a los aspectos sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos, sin que queden excluidos los temas culturales y de historia externa que, en su construcci¨®n general, el autor ha considerado pertinente apuntar. Pero estos ¨²ltimos temas est¨¢n leve y acertadamente bosquejados. El libro no pretende ser una visi¨®n global del XVIII espa?ol, pero, en mi opini¨®n, aun en este planteamiento general, la obra de Dom¨ªnguez Ortiz viene a ser superior a los excelentes libros ya cl¨¢sicos sobre la ¨¦poca de Sarrailh o de Herr.
Como historiador profesional, me parece oportuno avisar al lector no especialista de que el libro est¨¢ elaborado sobre un acopio m¨²ltiple de fuentes: historias locales, libros co¨¦t¨¢neos (cuyos t¨ªtulos no nos indicar¨ªan la existencia de datos concretos sobre estos aspectos), estudios geogr¨¢ficos, documentaci¨®n directa de archivos nacionales y locales, etc¨¦tera. El libro, que es en principio un libro de s¨ªntesis, es de hecho una investigaci¨®n, de primera mano. Abordar la realizaci¨®n de un libro de esta naturaleza, como se aborda una investigaci¨®n, es un hecho de gran m¨¦rito que conviene resaltar.
El libro nos lleva a varias conclusiones: que el reformismo carolino fue mucho m¨¢s t¨ªmido de lo que ya sospech¨¢bamos, que la reacci¨®n conservadora de fines del reinado de Carlos III y del reinado de Carlos VI fue a¨²n m¨¢s intensa de lo que cre¨ªamos, que la Ilustraci¨®n espa?ola es un empe?o minoritario, que las varias Espa?as que se articulan en la patria com¨²n encuentran m¨¢s bien sus hechos diferenciales en las sociedades que son (esos hechos diferenciales son claramente a¨¢vertibles en un siglo como el XVIII, que pasa por ser un siglo unitario y centralizador), que en hechos de orden pol¨ªtico o cultural. La lectura atenta de la obra de Dom¨ªnguez Ortiz puede resultar ¨²til a dos tipos de espa?oles que se dan en nuestros d¨ªas: a: aquellos que confunden o identifican lo castellano con lo espa?ol y a aquellos otros (l¨ªderes de distintas opciones pol¨ªticas, editorialistas de peri¨®dicos solventes) que nos repiten hasta la saciedad el t¨®pico irreflexivo e injustificado de las ?nacionalidades y regionalidades del Estado espa?ol?. Unos y otros, si leen a fondo este libro, se dar¨¢n cuenta de sus ligerezas de apreciaci¨®n. Leyendo, anotando, estudiando este decisivo trabajo, una y otra vez me ven¨ªa a la reflexi¨®n la certidumbre de que nuestra clase pol¨ªtica, salvo excepciones, sabe muy poca historia. ?Ser¨¢ la culpa de nosotros, los que nos hemos dedicado de por vida a ense?ar y a escribir de Historia?
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