Concejales de La Coru?a se niegan a pagar el regalo de boda a la nieta de Franco
Caus¨® cierta impresi¨®n en los medios pol¨ªticos y sociales de La Coru?a la noticia dada a conocer ayer por el diario local El Ideal Gallego, acerca de la negativa de cuatro concejales de la Corporaci¨®n local a pagar de su bolsillo particular el regalo de bodas que fue entregado por el alcalde coru?¨¦s a la nieta de Franco, Mar¨ªa del Mar Mart¨ªnez-Bordi¨² Franco, que se cas¨® en el pazo de Meir¨¢s el pasado 3 de agosto.El alcalde de La Coru?a, Jos¨¦ Manuel Lia?o, asisti¨® como invitado especial y seg¨²n parece plante¨® antes de la ceremon¨ªa la necesidad de ofrecer un regalo a la novia ante la comisi¨®n municipal permanente. Consult¨® a los tenientes de alcalde si el regalo deber¨ªa ser a cuenta de? Ayuntamiento o tendr¨ªa que ser ¨¦l particularmente quien lo pagase. Se le contest¨®, por lo visto, que deber¨ªa tratarse de un gasto a cubrir por los presupuestos de representaci¨®n, ya que la invitaci¨®n hab¨ªa sido cursa da oficialmente al alcalde y no a t¨ªtulo particular. Ante la sorpresa de algunos concejales, el Departamento de Relaciones P¨²blicas se encarg¨® m¨¢s tarde de recordara los miembros de la Corporaci¨®n que deber¨ªan sufragar el importe del regalo, unas 15.000 pesetas; a partes iguales entre todos. Esta medida fue tomada de la sugerencia hecha en este sentido por el concejal Estevez Mengotti.
Los concejales Ripoll Garc¨ªa, Meil¨¢n Gil, Serrano Gonz¨¢lez Barb¨¦, Suevos Ordu?a se negaron a pagar la ostrera de plata regalada a la nieta de Franco, entendiendo, que el se?or Lia?o, quien hab¨ªa asistido a la boda a t¨ªtulo privado, deber¨ªa ser ¨¦l quien corriese con el importe, y que si por el contrario hab¨ªa acudido oficialmente como alcalde al pazo de Meir¨¢s tendr¨ªa que ser de las arcas municipales de donde saliera el dinero.
El asunto est¨¢ dando mucho que hablar. La cantidad que le tocaba a cada concejal era de unas mil pesetas, pero no falta ya quien piense que empiezan ¨¢ quedar lejos los tierripos en que en La Coru?a se pon¨ªan pocos miramientos a la hora de hacer regalos a la familia Franco. Es dif¨ªcil que ya sevuelva a regalar un pazo de Meir¨¢s por suscripci¨®n p¨²blica o que se den extraordinarias facilidades para adquirir una casa se?orial en el casco antiguo de la ciudad, cuando ni siquiera se est¨¢ conforme, incluso desde la rn¨¢s establecida derecha municipal, a regalar una modesta ostrera de plata cifrada en 15.000 pesetas.
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