Besar a un ni?o
En Inglaterra, ya saben, hay una maestra que se llama Sandra, tiene veintitantos a?os y anda en juicios por haber besado en la boca a un alumno. Pero me dice Luis Otero que en su Galicia natal hay m¨¢s de cien mil ni?os sin escolarizar. O sea, que no s¨¦ qu¨¦ es peor.Los pa¨ªses laicos siempre se pasan, claro, y ya le ha dicho Casaroli a Su¨¢rez, en el Vaticano, mientras Eugenio Montes les cantaba gregoriano, que no le gustar¨ªa el t¨ªtulo de laico para el Estado espa?ol. Entre que la maestra bese a los ni?os en la boca o que tengamos un mill¨®n de ninos sin escolarizar, como todos los a?os, hay que decir que ambas cosas son demasi¨¦, pero yo casi me quedo con la maestra y su besazo.
Estaba yo ech¨¢ndole la carne picada al gato y en esto que llega Gigi Corbetta, que es un gran fot¨®grafo italiano y me est¨¢ haciendo un fotomontaje en plan escritor consagrado. A una foto m¨ªa escolar, de infancia, que tiene toda la borrosidad de los a?os cuarenta, le ha puesto Gigi unos labios de mujer, una huella de carm¨ªn, sobre mi cabeza rapada por la cosa del piojo verde. Y esto, antes de saberse aqu¨ª nada de la se?orita Sandra, la maestra bes¨²cona de Inglaterra. Un hallazgo po¨¦tico del fot¨®grafo.
Pero yo no tuve ese beso en mi infancia sin bufanda, ni los escolares de hoy lo tienen cuando se quedan sin escolarizar. La sociedad espa?ola no es precisamente la se?orita Sandra, no recibe a los p¨¢rvulos con un beso en el nuevo curso, sino que les cierra la puerta del colegio, aunque El Corte Ingl¨¦s anuncie equipos escolares completos por las vallas de Madrid.
Hay en el Retiro una zona acotada como parque infantil adonde los ni?os van a jugar. (Yo ya me paseo solo por el Retiro, como un Baroja sin talento y sin boina.) Bueno, pues ese parque lo cierran a mediod¨ªa, sin que se sepa por qu¨¦, y si le preguntas al guarda a lo mejor te llama maric¨®n, como al diputado Jaime Blanco le ha pasado en Santander.
El diputado gitano Juan de Dios Heredia est¨¢ en las Cortes para defender los derechos de su etnia y no para de cantarles jondo a sus se?or¨ªas, pero a la puerta de los mercados de Madrid hay ni?os gitanos que venden la ristra de ajos a cuarenta pesetas, mientras en el mercado est¨¢n a cien, o sea, que hacen el timo a favor del timado. ?Pero qui¨¦n besa a esos ni?os gitanos que nunca van a ir al colegio de la se?orita Sandra? Ni a ning¨²n colegio.
Ahora se debate el negocio de los libros de texto, que son otra estafa al ni?o, y mi sobrina Carola no conoce el sentido de palabras como precoz, porque las santas madres s¨®lo la ense?an a rezar, de acuerdo con los deseos de monse?or Casaroli, que no quiere para el Estado espa?ol la denominaci¨®n de laico. Ayer me escrib¨ªa una amistosa y generosa carta el profesor Vian Ortu?o, rector de la Complutense, y yo no le aconsejo al rector que reciba a las nuevas alumnas con un beso en la boca, claro, pero tampoco le aconsejar¨ªa que lleve demasiado lejos eso de la selectividad. Ahora hay un nuevo ministro y un nuevo Ministerio, y no digo yo que implanten el beso en la boca como preceptivo entre maestras y educandos, pero tampoco deben privar a un mill¨®n de ni?os espa?oles del primer beso de la cultura en su frente alborotada y pura. O sea, que no deben dejarles sin escuelas.
Esta noche voy a cenar con Xaviera Hollander, que es la prostituta feliz, la mujer best-seller, una holandesa que ha contado al mundo sus experiencias m¨²ltiples con ese ni?o eterno que es el hombre. Le voy a decir a Xaviera que me d¨¦ el beso que no me dieron de ni?o, cuando los maestros s¨®lo me daban patadas. Ese beso que Gigi ha acertado a poner en mi foto colegial. Porque, entre el beso pecador de Sandra y el regletazo del maestroescuela, aqu¨ª a todos nos ha faltado y nos falta la ternura de una escolarizaci¨®n racional y gratis. Aunque sea laica, Casaroli, t¨ªo.
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