Los jardines hist¨®rico-art¨ªst¨ªcos carecen de protecci¨®n
Existen en Espa?a 6.000 monumentos protegidos por ley. No hay en cambio m¨¢s que veintiocho jardines hist¨®ricos que gocen de la misma protecci¨®n. Es, por tanto, absolutamente necesario cuidar con mimo los pocos que quedan, extender esa protecci¨®n a los que existiendo no la tienen y lanzar una campa?a nacional de b¨²squeda e inventario de todos los restos de jardines antiguos que a¨²n pervivan.
Esta posibilidad de pervivencia de reliquias de jardines antiguos es, parad¨®jicamente, muy posible. As¨ª como es dif¨ªcil pensar que, aparte de los arqueol¨®gicos, se puedan encontrar monumentos importantes desconocidos; algunos de los jardines hist¨®ricos, en cambio, han podido llegar hasta nosotros precisamente por el olvido y el abandono que sufrieron. Al igual que las especies animales en peligro de extinci¨®n, s¨®lo se salvan las menos vistosas o las m¨¢s despreciadas.Es curioso constatar que por suerte el patrimonio hist¨®rico art¨ªstico est¨¢ empezando a ser valorado y defendido por grupos cada vez m¨¢s numerosos en nuestro pa¨ªs. Incluso comunidades amplias luchan ya por determinados monumentos o conjuntos hist¨®ricos enclavados en su territorio. Pero el jard¨ªn hist¨®rico no es defendido apenas ni por grupos de especialistas.
La ignorancia y el desprecio hacia el jard¨ªn hist¨®rico-art¨ªstico entronca por supuesto coa Ia agresividad proverbial en nuestra patria contra la naturaleza. Pero hay algo m¨¢s: en nuestra concepci¨®n cultural el ajardinamiento no es considerado, al rev¨¦s que los edificios, como la expresi¨®nde un momento cultural y una concepci¨®n del entorno. Se le considera todo lo m¨¢s como zona verde que hay que conservar, pero cuyo trazado y combinaci¨®n de elementos importa poco.
Alcaldes-jardineros
El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, desde que hizo su entrada en el Retiro, en 1868, se ha permitido trastocar el aspecto general del parque, aberraci¨®n cultural que culmina en los ¨²ltimos a?os con el timo del nuevo Parterre. El Retiro era un ejemplo de parque de tipo tradicional espa?ol, con calles entrecruz¨¢ndose que limitan espacios cerrados y libres, bordeados de setos. Culturalmente hablando, aquel tipo de trazado, regado por canalillos, seg¨²n la tradici¨®n ¨¢rabe, ten¨ªa su raz¨®n de ser en contraposici¨®n a las seudo-praderas inglesas que han plantado despu¨¦s de arrasar lo anterior y que exigen un riego mec¨¢nico por aspersi¨®n.Este aspecto cultural es el que a veces lleva a que no se conceda importancia a los jardines hist¨®ricos precisamente por parte de personas muy interesadas en defender a la Naturaleza. Por supuesto que un jard¨ªn art¨ªstico no es desde luego un espacio de naturaleza virgen. Se trata de un producto cultural, muy importante para conocer la concepci¨®n y relaciones con la Naturaleza de una determinada ¨¦poca y civilizac¨ª¨®n. Por eso los jardines hist¨®rico-art¨ªsticos son un tesoro no estrictamente medio-ambiental, pero s¨ª en la conjunci¨®n de la naturaleza con la cultura.
EI n¨²mero de estas joyas es muy escaso en Espa?a. Como se?ala un reciente informe de la Asociaci¨®n de Defensa Ecol¨®gica y del Patrimonio Hist¨®rico-Art¨ªstico, la cifra exacta de jardines te¨®ricamente protegidos por el patronato creado en 1914 es de 31. Por desgracia hay que restar tres que fueron destruidos, pero siguen figurando en las listas. Los ocho correspondientes a los Reales Sitios fueron declarados protegidos al comienzo de la Rep¨²blica. Otros veintitr¨¦s merecieron posteriormente la mism categor¨ªa. Del conjunto total, dieciocho se agrupan en Madrid o alrededores y s¨®lo ocho en el resto del territorio nacional (recu¨¦rdese algunos muy conocidos como los de la Alhambra y Generalife, Alc¨¢zar de Sevilla y otros menos como el laberinto de Horta (Barcelona); Abalos, en Haro (Logro?o), y el jard¨ªn de Monforte (Valencia).
La Alameda de Osuna
Del grupo de jardines hist¨®rico-art¨ªsticos de la capital y alrededores existe en este momento la posibilidad de recuperar un verdadero tesoro: el jard¨ªn rom¨¢ntico de la Alameda de Osuna, declarado Jard¨ªn Art¨ªstico en 1934. Al lado de las desfiguraciones que han sufrido otros jardines madrile?os dependientes de diversos propietarios: Jard¨ªn Bot¨¢nico (Consejo Superior de, Investigaciones Cient¨ªficas), Parterre del Retiro (Ayuntamiento de Madrid) y Campo del Moro (Patrimonio Nacional). El Capricho, de la Alameda de Osuna, aunque muy abandonado durante decenios, conserva milagrosamente todo su trazado original. El peligro, sin embargo, existe: querer paliar la ausecia de zonas verdes y de recreo tan com¨²n en ¨¦l descabellado urbanismo de la periferia de Madrid abriendo sin discriminaci¨®n las maravillosas avenidas de El Capricho. La Alameda debe ser, por supuesto, del pueblo, pero conocedor del tesoro que se va a poner a su disposici¨®n y disfrute est¨¦tico. Es seguro que los miles de personas que forman el barrio en que se encuentra la Alameda de Osuna sabr¨¢n estimar el tesoro de arte y naturaleza que poseen en su barrio y que se convertir¨¢n en sus primeros celadores. Pueden estar seguros que cuando el progreso cultural alcance niveles inayores y, sobre todo, cuando se haga extensivo a los jardines hist¨®rico-art¨ªsticos, hoy tan menospreciados, el nombre de la Alameda de Osuna estar¨¢ indefipctiblemente unido a una de las joyas de nuestro mejor patrimonio cultural y art¨ªstico.
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