"Casanova", el amante mec¨¢nico
ENVIADO ESPECIAL De cuando en cuando el festival se anima, al margen de la pura competici¨®n, gracias a las secciones especiales, con filmes como este monumental Casanova, de Fellini, criticado, o mejor maltratado en general, no s¨®lo por los espectadores, sino tambi¨¦n por gran parte de la cr¨ªtica.
Casanova, en esta nueva historia de su vida, lleva consigo a sus continuas aventuras de alcoba un singular reloj en forma de p¨¢jaro obsceno y fr¨ªo, que parece m¨¢s que medir el tiempo, observar con su ojo implacable los espasmos fren¨¦ticos del amo. El Casanova de Fellini es as¨ª: fr¨ªo, medido, controlado, calculado gimnasta del amor, con su rostro de m¨¢scara animada por un par de ojos espantado, vac¨ªo, grandilocuente y fatuo. Fellini lo ha creado sobre un fondo escenogr¨¢fico refinado y a la vez barroco, ideado tambi¨¦n por ¨¦l, sacado de las memorias de su protagonista y de sus propias memorias.Casanova navega por las lagunas venecianas, por los lechos de media Europa, a trav¨¦s de una fiesta de im¨¢genes en gran medida cr¨ªticas, s¨®lo po¨¦ticas en contadas ocasiones. Tal poes¨ªa, la de los viejos filmes del realizador, se halla ausente aqu¨ª, as¨ª como su iron¨ªa mel¨¢ncolica, bazas ambas tan importantes para llegar anta?o al coraz¨®n, cuando no al inter¨¦s de sus espectadores. Esta vez Fellini se ha contentado con llenar su cabeza de cuadros elegantes, agrias fantas¨ªas y sarcasmos punzantes componiendo en resumen un Casanova negativo un personaje, en fin, que no sabr¨ªamos decir si desde?a o admira.
Mas incluso la negaci¨®n necesita cierta entidad para que el p¨²blico la reconozca, y un personaje en pie que, en este caso, escapa, tra¨ªdo y llevado por el capricho del realizador en una fragmentaria sucesi¨®n de diversas variantes acerca del acto sexual, con o sin lecho.
Una vez el personaje definido, la historia sigue sin a?adir pasi¨®n, drama o comedia, en los terrenos de lo puramente informativo. Sabemos de muchas otras aventuras, demasiadas quiz¨¢, y aunque Fellini, como su protagonista, en sus memorias, consigue hacer que entre s¨ª no se parezcan, al final, en este desfile variado y a la vez monocorde, las unas destruyen a las otras, a fuerza de insistir en los mismos recursos acumulados.
Este Casanova ins¨®lito, f¨²nebre y decadente. pero nada procaz que a ratos quiere ser alegre para resultar pat¨¦tico a la postre, tiene momentos, sin embargo, donde el Fellini maestro mayor de escena raya a la altura de sus filmes mejores, secuencias como la de la corte de Mantua, dividida entre espa?oles enlutados y alegres comensales italianos, ante el ballet y los eunucos cantores, s¨®lo admiten comparaci¨®n con otras del mismo filme, como el torneo de resistencia en el amor, la bacanal de la posada suiza o el final de la mu?eca mec¨¢nica, peque?a obra maestra.
Comparar este Casanova, proyectado aqu¨ª por cierto sin subt¨ªtulos, en versi¨®n original, con otros, es tiempo in¨²til, cuando no perdido. Reconstruir una vida est¨¢ al alcance de muchos dentro del cine de hoy, bien servido de asesores y recursos; recrear una ¨¦poca a trav¨¦s de la vida de un hombre, desde un punto de vista estrictamente personal, es labor de unos poco! maestros.
Mas hoy que tanto se habla de relatos abiertos, de diversas lecturas de los filmes a diversos niveles, es preciso afirmar que este otro Casanova se abre de par en par a los sentidos, como una monumental visi¨®n que, entendida en su lenguaje y medida, nos lleva a asomarnos a un mundo c¨ªnico, liberal y cruel como los d¨ªas postreros de su protagonista en el castillo de Dux, olvidado, incomprendido, borrado por la vida, comiendo y viviendo entre la servidumbre el duro trance de un voluntario exilio.
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