Las fuerzas armadas, al margen del proceso
Existe un malestar creciente en el ej¨¦rcito portugu¨¦s. La clase militar lusitana est¨¢ muy quemada, cansada y escarmentada de su intervenci¨®n en la vida pol¨ªtica portuguesa. Desde los d¨ªas gloriosos de la primavera de 1974 hasta el oto?o presente, el desgaste y la despolitizaci¨®n de las fuerzas armadas fue progresivo. Hoy por hoy forman parte de una clase social respetada, econ¨®micamente d¨¦bil, sin la cohesi¨®n y la fuerza de los tiempos del COPCON o del MFA, muy da?ada en los intentos de contragolpes revolucionarios de 1974 y 1975 y sobrecargada de oficiales, que no tienen mucho que hacer y que consiguieron m¨²ltiples galones o estrellas en m¨¦ritos revolucionarios ajenos al escalaf¨®n.Anque la Constituci¨®n de 1976 da al ej¨¦rcito responsabilidades de soberan¨ªa y vigilancia de las leyes fundamentales de la Rep¨²blica, las fuerzas armadas, como cuerpo organizado en lo pol¨ªtico, han dejado de existir. El Movimiento de los Capitanes, din¨¢mico e innovador del modelo portugu¨¦s y de las conquistas revolucionarias, ha quedado reducido al Consejo de la Revoluci¨®n, que constituye, sobre todo, un ap¨¦ndice burocr¨¢tico de la propia estructura colegiada militar, y ampl¨ªa los poderes del presidente de la Rep¨²blica, general Ramalho Eanes, quien, a su vez, preside el mencionado consejo.
Por otra parte, los militares que fueron l¨ªderes del 25 de abril han quedado fuera de juego por motivos de orden pol¨ªtico o militar. El general Otelo de Carvalho, general Vasco Gon?alves, almirante Rosa Coutinho, capit¨¢n Costa, Xavier, teniente Rodr¨ªguez Soares y otros tantos que fueron famosos. hoy se reposan en el olvido de los tiempos mejores que no est¨¢n lejanos, pero que parecen irreversibles. Los divos de la revoluci¨®n, quemados en las duras batallas pol¨ªticas de la normalizaci¨®n portuguesa, acusados de izquierdistas o de contrarrevolucionarios pusieron, con su desaparici¨®n de la escena pol¨ªtica, punto final a la din¨¢mica militar revolucionaria en el proceso portugu¨¦s.
Ahora, la legislaci¨®n que dirige hacia la socialdemocracia la joven Constituci¨®n portuguesa no tiene enemigos reales en el ej¨¦rcito dinamizador de anta?o y cuenta con el consensus del Consejo de la Revoluci¨®n. La prueba de fuego estuvo en la aprobaci¨®n reciente de la ley Barreto sobre la reforma agraria, que reduce las conquistas iniciales del proyecto del ex ministro del sector, L¨®pez Cardoso -hoy sustituido por Barreto-, y los abusos ilegales de apropiaci¨®n de terrenos efectuados por el Partido Comunista en tierras del Alentejo. La ley pas¨® c¨®mo la seda en la Asamblea y en el Consejo de la Revoluci¨®n. S¨®lo los disidentes de siempre, los militares legendarios y desvaidos protestaron calificando este hecho de anti-constitucional.
El ex primer ministro vasco Gon?alves, en unas declaraciones m¨¢s que agresivas, y calificaciones de provocadoras, dec¨ªa recientemente al Mario de Lisboa que el pueblo portugu¨¦s y las fuerzas armadas asist¨ªan pasivos a la violaci¨®n de la conquistas revolucionarias plasmadas en la Constituci¨®n.
Las duras palabras de Vasco Gonealves, promotor del ?goncalvismo? (participaci¨®n activa del ej¨¦rcito en un programa de salvaci¨®n nacional, -para unos, y comunismo militar, para otros) causaron mella y llovieron sobre mojado: d¨ªas atr¨¢s el gobernador m¨ªlitar de Lisboa, general Vasco de Laurenco, hab¨ªa suspendido el cuarto aniversario del nacimiento del Movimiento de las Fuerzas Armadas, que el 9 de septiembre de 1973 surg¨ªa de una reuni¨®n clandestina de capitanes en Evora. Luego, todo volvi¨® pronto a la calma y al silencio, el n¨²mero uno militar de Portugal -despu¨¦s del Presidente de la Rep¨²blica-, el general Jos¨¦ Alberto Lourciro Dos Santos, vicejefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas, pon¨ªa los puntos sobre las ¨ªes en la revista Baluarte del ej¨¦rcito.
Laureano Dos Santos atacaba a quienes intentaban desestabilizar el ej¨¦rcito, la democracia y los ¨®rganos de soberan¨ªa de la naci¨®n -Asamblea, presidente y, sobre todo, Consejo de la Revoluci¨®n- Declaraba la supremac¨ªa del poder civil sobre el militar y, como ¨²nica cr¨ªtica al sistema, se?alaba la ausencia de una legislaci¨®n militar que el Gobierno de Mario Soares no se atrevi¨® a proyectar, por el momento.
Alea iacta est. Portugal entra en un per¨ªodo ranqueante de normalizaci¨®n pol¨ªtica, de cicatrizaci¨®n de las heridas del pasado inmediato y de especial recuperaci¨®n econ¨®mica. La sufrida poblaci¨®n lusitana encaja con resignaci¨®n la larga marcha que busca un capit¨¢n imaginativo que infunda el optimismo y la credibilidad al poder. ?Ser¨¢ el presidente Ramalho Eanes el hombre del momento? Al parecer, Estados Unidos no lo cre¨ªa as¨ª en los primeros d¨ªas de su llegada al palacio de Belem. Hoy muchos coinciden que, en el interim, puede ser el hombre. De momento, y a la espera de un Gobierno de concentraci¨®n nacional o de una especie de compromiso hist¨®rico a la portuguesa, el general Eanes parece haber tomado la batuta con prudencia y decisi¨®n.
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