Monoton¨ªa cultural en la nueva programaci¨®n
Todav¨ªa es demasiado pronto para saber si lo que est¨¢ ocurriendo en nuestros televisores es regla o excepci¨®n. Por de pronto, el nuevo horario va a influir decisivamente en nuestras costumbres por obra y gracia de los telediarios. Las tres de la tarde y las nueve de la noche formaban ya parte principal de las tradiciones caseras nacionales, alrededor de las cuales se oficiaban esas dos ceremonias fundamentales de la familia burguesa que sigue siendo la comida y la cena. Estos treinta minutos de adelanto implicar¨¢n, respectivamente, una vuelta a los or¨ªgenes y un nuevo intento de conexi¨®n con el muy racional rito gastron¨®mico europeo, o sea, un regreso al viejo parte de las dos y media y otra embestida m¨¢s contra el por lo visto poco rentable arte del trasnoche. Desde esta misma perspectiva cabe interpretar la apertura de las emisiones a la una y media, con el espacio Gente, lo que ir¨¢ en detrimento de su habitual audiencia, a la vez que beneficiar¨¢ en alguna medida la popularidad de los impopulares informativos regionales. Pero lo verdaderamente importante de esta nueva programaci¨®n instaurada el pasado lunes no es la variedad cronol¨®gica, sino la posible monoton¨ªa cultural que la preside y cuyos efectos ya hemos podido detectar en apenas cuatro d¨ªas.El lunes y mi¨¦rcoles, a las tres en punto de la tarde, Rafael Orozco. El martes, a la misma hora, un espacio literario dedicado a Castillo Puche; e inmediatamente antes del cada vez m¨¢s sopor¨ªfero festejo de I?igo, la primera entrega de un prometedor cielo sobre la vida y obra de Manuel de Falla, del que es autor Jes¨²s Garc¨ªa de Due?as (Siete cantos de Espa?a). El mi¨¦rcoles, sustituci¨®n del agente Bumper, porra en mano, por Peter Ustinov, cultura europea en ristre; y a las nueve de la noche, una magn¨ªfica versi¨®n del Fulgor y muerte de Joaqu¨ªn Murrieta, de Pablo Neruda. El jueves, una aventura de Fritz Lang (El tigre de Singapur), que merecer¨ªa los honores narrativos de un personaje de la ¨²ltima novela de Manuel Puig. Ayer, concierto de sobremesa y recital de Luis Eduardo Aute. Y el loco men¨² cultural de la Primera Cadena finalizar¨¢ el s¨¢bado con la inadjetivable Sopa de ganso.
Repaso los hitos televisuales de la semana en curso en horas de mayor audiencia y por el Primer Programa, y no salgo de mi asombro: Orozco, Falla, Ustinov, Neruda, Lang, Aute, los hermanos Marx... Parece que lo de la cultura va en serio. Pero parece, tambi¨¦n, que los de Prado del Rey siguen confundiendo tan complejo concepto con las cl¨¢sicas actividades culturales universitarias de los a?os sesenta: conciertos, conferencias, cine-clubs, exposiciones y recitales. Para ajustar los televisores a los tiempos que corren, los ejecutivos de RTVE no han tenido mejor idea que sustituir la dictadura contracultural de estos a?os por un despotismo ilustrado. Naturalmente, el salto cualitativo y cuantitativo que va de las masacres del teniente Harrelson a las aventuras de Joaqu¨ªn Murrieta es lo suficientemente espectacular como para reconocer y agradecer p¨²blicamente esta deferencia para con el buen gusto. Ahora bien, mucho me temo que el problema de nuestra televisi¨®n no se resuelva sembrando el horario de culturemas que contin¨²an siendo altamente conflictivos con el discurso general del medio. Lo m¨¢s aconsejable ser¨ªa buscar un equilibrio entre estas sutiles excepci¨®nes y la grosera regla imperante. Entre tales oasis elit¨ªsticos y los espeluznantes hits del panel de audiencia que tampoco representan el sentir y el divertir del pa¨ªs real. M¨¢s que salpicar la programaci¨®n con extraordinarias actividades culturales, se tratar¨ªa de reconvertir toda la programaci¨®n en una continuada actividad cultural, entendiendo este ¨²ltimo t¨¦rmino en su m¨¢s amplio y popular sentido y no al modo de una moderna versi¨®n del misionerismo tercermundista. En definitiva, que los de Prado del Rey piensen que no es cuesti¨®n de ense?ar al que no sabe, sino de que la tele refleje lo que el pueblo sabe y r¨ªe.
Babelia
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